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El presidente bielorruso, uno de los principales negacionistas del virus, asegura que estuvo infectado

Lukashenko, que proponía combatir la covid-19 con sauna y vodka, afirma que "logró sobrevivir de pie" al virus

María R. Sahuquillo
Alexander Lukashenko en el día de la independencia de Bielorrusia, el pasado 3 de julio en Minsk.
Alexander Lukashenko en el día de la independencia de Bielorrusia, el pasado 3 de julio en Minsk.Vasily Fedosenko (Reuters)

El presidente de Bielorrusia, Aleksander Lukashenko, que minimizo la pandemia de la covid-19, ha asegurado que estuvo infectado. “Hoy están ante una persona que logró sobrevivir al coronavirus de pie”, ha dicho ese martes en una reunión de los departamentos de seguridad durante una visita a una unidad militar en Minsk. En Bielorrusia (9,4 millones de habitantes) se han registrado 67.251 infectados y 538 muertos, según los datos oficiales de los que recela parte de ciudadanía y diversos expertos. Aunque no ha presentado evidencias ni ha habido análisis generales, Lukashenko ha asegurado que “el 97% de la población bielorrusa tiene la infección de manera asintómatica”. “Gracias a Dios que logré entrar en este ejército de asintomáticos”, ha dicho entre sonrisas ante los uniformados, según la agencia estatal Belta. Y ha añadido: “Por fin estoy en la reserva de oro de Bielorrusia tras haber pasado el virus”. El líder bielorruso, de 65 años y que lleva más de 25 en el poder, llegó a aconsejar beber vodka, jugar al hockey, ir a la sauna o labrar las tierras con un tractor para combatir la covid-19, y es uno de los mandatarios que ha mantenido los actos públicos y multitudinarios, pese a las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), y no ha decretado medidas de confinamiento.

Lukashenko puede hoy seguir sonriendo ante la idea del coronavirus, pero su gestión de la pandemia en esta antigua república soviética ha inflamado aún más el descontento de gran parte de la ciudadanía y alimentado las protestas de la oposición de cara a las presidenciales del 9 de agosto. Por primera vez en décadas, el líder bielorruso podría enfrentarse a problemas ante un bloque de oposición unificado. Ya la celebración del desfile de la victoria del 9 de mayo, para conmemorar el 75º aniversario de la derrota de la Alemania nazi por el Ejército rojo indignó a muchos bielorrusos, que vieron cómo Minsk acogía con gran fanfarria a cientos de uniformados ante la presencia de ancianos veteranos en gradas abarrotadas y un Lukashenko que insistía en que no se arrodillaría ante el virus. Pese a que otros, como la vecina Rusia, suspendieron o aplazaron sus históricos desfiles, Bielorrusia lo mantuvo en todo su esplendor.

Lukashenko preside el desfile del día de la Victoria en Minsk el pasado 9 de mayo.
Lukashenko preside el desfile del día de la Victoria en Minsk el pasado 9 de mayo. VASILY FEDOSENKO (Reuters)

El bielorruso pasa a engrosar la lista de otros mandatarios que minimizaron o restaron importancia al principio a la gravedad de la pandemia, y que finalmente también se contagiaron, como el presidente brasileño, Jair Bolsonaro, que anunció el pasado 7 de julio que le habían diagnosticado la covid-19, y que este domingo aseguró que ya se había recuperado. Pese a todo, el brasileño ha considerado que la atención que se le ha dado a la pandemia en su país y las medidas para frenar la propagación del virus han sido “exageradas”.

Inmediatamente después de que se hiciesen públicas las declaraciones de Lukashenko, Rusia salió al paso para recalcar que el presidente Vladímir Putin está bien. Ambos líderes se encontraron hace casi un mes durante la inauguración de un monumento en memoria a los soldados soviéticos caídos en Rzhev (Rusia). Allí se dieron un fuerte abrazo. “No se preocupen. ¡El presidente [Putin] está bien! Continúa su horario de trabajo”, ha dicho el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, a la agencia estatal Tass.

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Sobre la firma

María R. Sahuquillo
Es jefa de la delegación de Bruselas. Antes, en Moscú, desde donde se ocupó de Rusia, Ucrania, Bielorrusia y el resto del espacio post-soviético. Sigue pendiente de la guerra en Ucrania, que ha cubierto desde el inicio. Ha desarrollado casi toda su carrera en EL PAÍS. Además de temas internacionales está especializada en igualdad y sanidad.

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