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La visita que expuso el terror de la dictadura argentina

La CIDH regresa a Buenos Aires en el 40 aniversario de un viaje esperanzador para las víctimas

Videla (izquierda) con integrantes de la CIDH en Buenos Aires en 1979.
Videla (izquierda) con integrantes de la CIDH en Buenos Aires en 1979.Télam

"Por favor, hagan algo", suplicaban madres, padres y otros familiares de desaparecidos argentinos en cartas que enviaban a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) a finales de los años setenta. "A mi hijo se lo llevaron, llamé a todos los juzgados y comisarías y nadie sabe nada", contaban en algunos de los escritos que llegaban a Washington. "Se llevaron a mi hermano", "Se llevaron a mi padre", detallaban en otros. La CIDH había recibido más de mil denuncias similares cuando envió una delegación a Buenos Aires en septiembre de 1979 para investigar. Este viernes se cumplen 40 años del inicio de esa visita histórica, que expuso ante el mundo el horror que intentaba ocultar el régimen de Jorge Rafael Videla. En este nuevo aniversario, la Comisión regresa al país.

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Gustavo Bellingeri tenía 17 años cuando el 7 de septiembre de 1979 subió con su madre y su hermana mayor a un tren en La Plata para ir a Buenos Aires a denunciar ante los enviados de la CIDH la desaparición de su padre dos años antes. "Íbamos con otros familiares, muchas madres, todas con su carpeta con la denuncia preparada. Teníamos mucha esperanza y recuerdo que había un clima ajeno a nosotros porque ese día se jugaba la final del Mundial juvenil de fútbol donde apareció como revelación Diego Maradona", cuenta Bellingeri.

Cuando llegaron a la avenida de Mayo, donde tenía sus oficinas la Organización de Estados Americanos, se encontraron con una fila interminable. "Tuve sentimientos encontrados. Daba mucha fuerza saber que no estábamos solos y ver toda la dignidad de los que formaban fila para denunciar pero por otro lado era desgarrador, la primera vez que quedaba clara la magnitud de las violaciones de los derechos humanos", continúa Bellingerini.

Ningún familiar de desaparecidos ha olvidado esas horas que pasaron juntos a la intemperie. "Estábamos con mucha ansiedad, mucho dolor, pero a la vez con mucha esperanza porque era una emoción tan grande que por fin nos iban a escuchar", recuerda Taty Almeida, presidenta de la asociación Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, creada para encontrar a los hijos desaparecidos.

Ese mismo día, la selección juvenil argentina se consagró campeona del Mundial. Entre arengas a los jugadores y gritos de celebración, el locutor José María Muñoz denostó a las Madres. Mientras una multitud se acercaba al Obelisco a festejar, desde camiones arrojaron sobre la fila volantes en los que podía leerse "Los argentinos somos derechos y humanos". Era el mismo lema con el que la dictadura había empapelado la ciudad. "Fue una ofensa a nuestros hijos, pero no caímos en provocaciones. No pudieron tapar el sol con la mano", asegura Almeida.

La CIDH permaneció en Argentina dos semanas. Los comisionados recorrieron centros clandestinos de detención y cárceles en Buenos Aires, Córdoba, Tucumán y Santa Fe. Se entrevistaron con la Junta Militar, con organismos de derechos humanos, empresarios e integrantes de la sociedad civil. Recibieron 5580 denuncias de secuestros y desapariciones.

Formulario de la denuncia que debían completar los allegados.
Formulario de la denuncia que debían completar los allegados.Archivo CELS

Campaña estatal de desprestigio

La dictadura hizo todo lo posible por ocultar la maquinaria de terror: denunció una campaña antiargentina con la complicidad de estrellas mediáticas, falsificó historias en medios de comunicación para desacreditar a las Madres y ordenó vaciar la Escuela Superior de Mecánica de la Armada (ESMA) y modificar su arquitectura para que los comisionados no reconocieran el lugar donde se torturaba a los secuestrados.

Ese centro clandestino de detención, por el que pasaron cerca de 5.000 personas, fue reconvertido en espacio de memoria. Su actual directora, Alejandra Naftal, estaba detenida en 1978, cuando comenzó a gestarse el viaje de la CIDH. "Estaba en otro campo de concentración, en el Vesubio, y ya hablaban de esta visita. Decían que iban a detener a perejiles, es decir a gente con poco compromiso con organizaciones políticas, para soltarlos antes y que haya contradicción entre las denuncias y lo que aparecía", cuenta Naftal.

Como hace 40 años, la CIDH volverá este viernes a Buenos Aires. Ese día inaugurará en la ex ESMA la muestra El ocultamiento de la ESMA: La verdad se hace pública, que incluye testimonios, objetos y documentos de la visita de 1979. Los comisionados se reunirán con autoridades estatales y organismos de derechos humanos, quienes guardan una enorme gratitud.

Al año siguiente de la visita, la CIDH publicó un informe contundente. "Por acción de las autoridades públicas y sus agentes, en la República Argentina se cometieron durante el período a que se contrae este informe –1975 a 1979– numerosas y graves violaciones a los derechos humanos", comenzaba el documento. Pese a su prohibición, destacados activistas de derechos humanos, como Emilio Mignone, lograron introducirlo en Argentina e hicieron copias que se distribuyeron de forma clandestina por todo el país.

"Tuvo un impacto enorme", asegura Santiago Cantón, ex secretario general de la CIDH y actual ministro de derechos humanos bonaerense. "Un organismo gubernamental, supuestamente conservador, que denunciaba que acá había desaparecidos, torturas y un plan sistemático y lo hacía de una manera muy profesional y muy rigurosa. Fue el primer informe de esa naturaleza", detalla.

Para Cantón, entre los factores que explican el éxito de la visita están en primer lugar las víctimas, "madres que desafiaron a una dictadura criminal parándose en la fila para presentar la denuncia, con los militares ahí desafiándolas y el locutor más conocido de radio hablando de manera negativa de ellas". Considera que influyó también la actitud y firmeza de los comisionados y el posterior esfuerzo de la sociedad civil por hacer circular el informe. "Con el informe ya no había duda de que la dictadura era gravísima. Ahí cambió todo". Fue el principio del fin de la dictadura.

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