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Huelga general en Sudán para forzar a los militares a ceder el poder

Al Burhane, presidente de la junta castrense que gobierna el país tras la caída de Al Bashir, recaba apoyos en el mundo árabe

José Naranjo
Empleados de la banca sudanesa participan este martes en la huelga de dos días en Jartum.
Empleados de la banca sudanesa participan este martes en la huelga de dos días en Jartum.ASHRAF SHAZLY (AFP)

El pulso entre militares y manifestantes continúa en Sudán. Este martes comienza una huelga general de dos días convocada por la Alianza por la Libertad y el Cambio (ALC) para forzar a la junta militar que gobierna el país a transferir el poder a los civiles. Mientras tanto, el hombre fuerte de dicha junta, el general Abdelfatá al Burhane, intensifica sus contactos con el mundo árabe para garantizarse su apoyo. En los últimos días ha visitado Egipto y Emiratos Árabes Unidos, que le han expresado todo su respaldo, así como Arabia Saudí.

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“Estamos aquí para decir que un gobierno civil es la única solución para responder a las reivindicaciones del pueblo sudanés”, aseguró a AFP el dentista Hazar Moustapha durante una manifestación de apoyo a la huelga convocada por la ALC, “consideramos al consejo militar como una parte del antiguo régimen. Nunca lo veremos capaz de concedernos el más mínimo derecho o llevarnos hacia un Estado justo”, añadió.

Por su parte, Wadji Saleh, miembro de la ALC, expresó su satisfacción ante la respuesta a esta protesta por parte de la población y de los colectivos profesionales y advirtió de que si los militares no aceptaban negociar el traspaso del poder a los civiles, “aumentaremos la presión hacia una huelga general indefinida. Esperamos no llegar a este extremo y que alcancemos un acuerdo”, añadió. En la actualidad, las negociaciones se encuentran en punto muerto tras haberse alcanzado un acuerdo sobre una transición de tres años. El principal punto de discrepancia es la composición del órgano que llevará las riendas del país durante este periodo.

El paro de 48 horas ha servido también para mostrar las primeras divergencias en el seno del movimiento político y ciudadano que logró derrocar a Omar al Bashir el pasado 11 de abril. El histórico partido de oposición Al Oumma, dirigido por el ex primer ministro Sadek al Mahdi, a la vez uno de los miembros de la ALC, mostró su rechazo a esta medida por “desacuerdo en el calendario y la preparación”. A juicio de este dirigente, “una huelga general es un arma que sólo debe utilizarse tras alcanzarse un pleno consenso”. Pese a todo, defendió el derecho de los trabajadores a secundar la protesta.

Los militares se mantienen por ahora fuertes y no parecen dispuestos a aceptar las peticiones de la ALC. Para ello cuentan con un aliado interno, los movimientos islamistas que confían, al igual que han expresado los generales, en que la sharía o ley islámica siga siendo la fuente del derecho en Sudán tal y como ha ocurrido en las últimas tres décadas con Al Bashir al mando. “El Consejo de Transición debe estar dirigido por las Fuerzas Armadas porque tenemos un problema de seguridad en este país”, dijo Hassan Rizk, responsable del Movimiento por la Reforma Islámica. En los últimos días, grupos islamistas se han manifestado en Jartum, la capital sudanesa, para expresar su rechazo a todo acuerdo que excluya la sharía.

Mientras tanto, el presidente de la junta militar, el general Abdelfatá al Burhane, ha llevado a cabo una pequeña gira por los países árabes para recabar apoyos. Así, el sábado se desplazó a El Cairo, donde cuenta con Abdelfatá al Sisi, presidente egipcio y de la Unión Africana, como uno de sus mejores aliados, y al día siguiente viajó hasta Emiratos Árabes Unidos, país que también respalda a la junta y que ha manifestado estar “junto a Sudán en sus esfuerzos por preservar la seguridad y la estabilidad”.

Por su parte, el jefe adjunto del consejo militar de transición, Mohamed Hamdan Daglo, mantuvo una discreta reunión la pasada semana en Yeda con el príncipe heredero de Arabia Saudí, Mohamed Bin Salmán, encuentro del que salió satisfecho tras obtener su apoyo incondicional.

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Sobre la firma

José Naranjo
Colaborador de EL PAÍS en África occidental, reside en Senegal desde 2011. Ha cubierto la guerra de Malí, las epidemias de ébola en Guinea, Sierra Leona, Liberia y Congo, el terrorismo en el Sahel y las rutas migratorias africanas. Sus últimos libros son 'Los Invisibles de Kolda' (Península, 2009) y 'El río que desafía al desierto' (Azulia, 2019).

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