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Bolsonaro se lanza a la conquista del principal bastión del PT

El presidente brasileño viaja al nordeste del país, el mayor granero de votos de Lula da Silva, para intentar vender su reforma de las pensiones

Bolsonaro visita al Instituto Ricardo Brennand, en Recife.
Bolsonaro visita al Instituto Ricardo Brennand, en Recife.Marcos Corrêa/PR
Marina Rossi

En plena crisis de popularidad y solo 10 días después de que una multitud tomara las calles de varias ciudades brasileñas para protestar contra los cortes en la educación, Jair Bolsonaro, se lanza a la conquista del nordeste. Esta región, una de las más pobres del gigante sudamericano, es el baluarte del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, del Partido de los Trabajadores (PT), y Bolsonaro, de corte ultraderechista y líder indiscutible del Partido Social Liberal (PSL), fue hasta allá para intentar convencer el área más pobre del país que es necesario aprobar su nuevo sistema de pensiones para que aumenten las inversiones en la región y la economía vuelva a crecer. Con la popularidad a la baja —especialmente en el nordeste, donde cuatro de cada diez personas cree que su acción de Gobierno está siendo mala o pésima—, el mandatario tiene que convencer a los brasileños de que su propuesta para la reforma del sistema de jubilación es buena para los pobres —en contra de lo que denuncia la oposición— y así conseguir que el Parlamento la apruebe lo antes posible. Antes, al menos, de que Brasil entre técnicamente en recesión.

La de este viernes es la primera visita de Bolsonaro al nordeste. Un hecho que contrasta con su intensa agenda exterior, que mira, sobre todo, a la primera potencia mundial: desde que fue investido presidente, en enero de este año, ya ha visitado dos veces Estados Unidos. En Pernambuco, el Estado en el que nació Lula, el mandatario ha anunciado un plan de inversiones en obras públicas y privadas para la región. Y, como condición para que este programa salga adelante, Bolsonaro ha defendido a capa y espada los cambios propuestos en el esquema de jubilación. "Sin la reforma de las pensiones", ha afirmado, "no podemos poner en práctica parte de lo que proponemos en este momento". Por la tarde, el mandatario tenía previsto entregar algunos inmuebles del programa social de vivienda creado por el PT: Minha Casa Minha Vida (Mi Casa Mi Vida).

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Bolsonaro enfrenta importantes trabas en el Congreso brasileño para lograr que su propuesta para reformar el sistema de pensiones avance. La gran apuesta para recobrar la confianza de los inversores en tiempos de zozobra económica, encuentra la firme oposición de la izquierda —y, especialmente, del PT—, que afirma que los nuevos límites de edad propuestos, más altos que en el sistema actual, perjudicarán a los que cobran menos y a los que más dependen del mercado de trabajo informal. Ante la presión de la calle, los diputados pretenden eliminar algunos de los puntos más polémicos antes de someterla de nuevo a votación. Este viernes, el ministro de Economía, el ultraliberal Paulo Guedes, ha afirmado en una entrevista que, si se modifica mucho la reforma, renunciará a su cargo. “Tomo un avión y me voy a vivir en el extranjero. Ya tengo edad de jubilarme”, ha dicho en una entrevista a la revista Veja. “Si no aprobamos la reforma, Brasil se viene abajo. El sector público será un caos, tanto en la Administración federal como en los Estados y municipios”, ha anunciado.

La capacidad de Bolsonaro de convencer al Legislativo se complicó todavía más hace 10 días, cuando miles de personas salieron a la calle para protestar contra el tijeretazo del 30% en el presupuesto del Ministerio de Educación. Días después, el Gobierno se echó atrás y anunció que repondría el 21% de la partida. Aun así, estudiantes y profesores prometen volver a las calles el próximo día 30, lo cual ha generado otra guerra de manifestaciones entre la oposición y el Gobierno: para intentar contener el avance de la impopularidad del presidente, sus seguidores han organizado un acto de apoyo para el domingo 26.

En este contexto, el viaje del presidente a una región en la que cuatro de sus nueve gobernadores son del PT y otros cuatro, de partidos aliados, se interpreta como un movimiento peligroso para un Bolsonaro que lucha para mantener su imagen de figura popular construida casi exclusivamente a través las redes sociales, donde clasifica cualquier sondeo que muestre sus índices negativos como fake news.

Tras el anuncio oficial del viaje, que hacía semanas que se estaba organizando, Twitter se convirtió en el escenario de discusión sobre la visita. El pasado martes, la etiqueta #NordesteCancelaBolsonaro ocupaba el primer lugar entre los asuntos más comentados en la red social. Siguiendo el mismo guion que en otros asuntos que enfrentan a Gobierno y oposición en Internet, al final del día empezó a aumentar la respuesta de sus seguidores, con la etiqueta #NordesteConBolsonaro. La partida de ajedrez de la política brasileña se juega, más que nunca, en redes sociales.

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Sobre la firma

Marina Rossi
Reportera de EL PAÍS Brasil desde 2013, informa sobre política, sociedad, medio ambiente y derechos humanos. Trabaja en São Paulo, antes fue corresponsal en Recife, desde donde informaba sobre el noreste del país. Trabajó para ‘Istoé’ e ‘Istoé Dinheiro’. Licenciada en Periodismo por la PUC de Campinas y se especializa en Derechos Humanos.

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