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La purga de Gaid Salah choca contra la calle en Argelia

El jefe del Ejército ha encarcelado a aliados de Buteflika, pero los manifestantes le piden que se vaya para que el cambio sea real

Ahmed Gaid Salah, jefe del Estado Mayor argelino, en Argel, en diciembre de 2017.
Ahmed Gaid Salah, jefe del Estado Mayor argelino, en Argel, en diciembre de 2017. NurPhoto (NurPhoto via Getty Images)
Francisco Peregil
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Los argelinos están viendo en el último mes cómo han sido conducidos ante la justicia, y en muchos casos encarcelados, los miembros más poderosos y odiados de eso que la calle denomina la “banda” del poder: desde Said Buteflika, hermano del presidente dimitido, pasando por cinco de sus grandes amigos empresarios, siguiendo por el denostado ex primer ministro Ahmed Ouyahia y continuando con los dos últimos responsables de los servicios secretos. El gran impulsor de esa cacería judicial es el mismo hombre que forzó en abril la dimisión del presidente Abdelaziz Buteflika, tras 20 años en el poder: el jefe del Estado Mayor, Ahmed Gaid Salah, de 79 años.

Gaid Salah podría pensar que con esos gestos está calmando la sed de justicia del pueblo. Pero viernes tras viernes desde el 22 de febrero, cientos de miles de personas salen a la calle para decirle al general: “no es eso, no es eso”. El periodista argelino Abed Charef escribió este domingo en Facebook: “Gaid Salah ha empujado hacia la salida o hacia los tribunales a Abdelaziz Buteflika, Ouyahia, Tufik [exresponsable de los servicios secretos durante 25 años], [el general] Tartag [director de los servicios secretos los últimos cuatro años], (…). Si me hubieran preguntado lo que yo pensaba hace tres meses de un hombre que hiciese todo eso yo habría dicho que lo consideraba como un Dios, o al menos, como un profeta. A pesar de eso, la imagen de Gaid Salah continúa muy negativa”.

En los procesos judiciales muchos analistas argelinos ven simplemente un ajuste de cuentas entre clanes del poder. Y también una cortina de humo para esquivar las verdaderas reformas que reivindica la calle. A Gaid Salah le reprochan, sobre todo, que esté “traicionando” la voluntad del pueblo, que consiste en promover una nueva Constitución y regenerar las instituciones actuales. En lugar de eso, Gaid Salah se aferra a la Constitución vigente y defiende la convocatoria de unas elecciones presidenciales para el 4 de julio gestionadas por las mismas autoridades que llevan dos décadas en el poder.

Un internauta desconfiaba de las últimas detenciones: “Recordad lo que pasó finalmente en Egipto. Los Mubarak (El expresidente, Hosni, y sus dos hijos] han regresado. Y ahora, Al Sisi está en el poder y miles de manifestantes, en la cárcel”. Otros activistas critican el hecho de que Gaid Salah se extralimite en sus funciones como jefe del Estado Mayor y asuma las de “jefe de Estado” que gobierna sobre los jueces a golpe de teléfono.

Si los argelinos no tenían ningún miedo en apodar “La Momia” a Abdelaziz Buteflika, ahora tampoco lo tienen al mofarse de Gaid Salah como el “sargento García”, un personaje bien gordo de la serie televisiva El Zorro, que no se caracteriza precisamente por su inteligencia.

Desde que comenzaron las protestas masivas el 22 de febrero Gaid Salah ha pronunciado más discursos públicos que Buteflika en 20 años de Gobierno. En ellos ha ido incurriendo en varias contradicciones. Primero se mostró amenazante respecto a los manifestantes, después alabó su sentido cívico, más tarde ensalzó los artículos de la Constitución donde se afirma que todo poder emana del pueblo. Pero, finalmente, apoyó la actual Constitución que la calle rechaza cada semana. Mientras tanto, Gaid Salah prometió justicia contra una “banda” -el 2 de abril llegó a utilizar esa expresión- que “conspira contra el Ejército”.

Muchos se alegran de que todos esos personajes de "la banda" hayan entrado en prisión, pero otros estiman que una república nueva no se debe fundar sobre ajustes de cuentas. La activista argelina Amira Bouraoui critica en Facebook a quienes se alegran de los últimos encarcelamientos: “Así no se tratan las cosas en una república que soñaba con nacer con una nueva conciencia ciudadana. La justicia independiente no verá el día con este tipo de actuaciones”.

Otros analistas, como Makhlouf Mehenni, del sitio digital TSA, señalan que si gente como Said Buteflika y el general Mediene, alias Tufik, exjefe de los servicios secretos, están en la cárcel es porque son víctimas de las propias injusticias que ellos alimentaron. “Tufik y Said”, señala Mehenni en un artículo, “han reinado durante 25 y 20 años respectivamente y no han hecho nada por instaurar una justicia imparcial, una administración neutra; en resumen, un Estado de derecho. Digan lo que digan ningún argelino va a llorarles. Ellos son al menos culpables de haber hecho del país una jungla sin ley ni moral”.

En esa “jungla”, el amo es ahora el jefe del Ejército, Ahmed Gaid Salah. Pero su poder lo discuten cada semana cientos de miles de ciudadanos. Muchos medios argelinos ocultan las pancartas donde se critica a Gaid Salah. Aunque finalmente los carteles terminan siendo reproducidos en las redes sociales. Y en ellos suele decirse que cuando el pueblo dice “sistema márchate”, eso también va por el ‘sargento García’.

Cómo meter al mismísimo ‘Dios’ en la cárcel

FRANCISCO PEREGIL

El general Mohamed Mediene, alias Tufik, de 80 años, era tan poderoso que en Argelia le llamaban Dios. Este domingo, sin embargo, millones de argelinos han visto en la televisión pública cómo Tufik era conducido bajo orden de arresto ante el tribunal militar de la ciudad de Blida, 45 kilómetros al suroeste de Argel. Le acompañaban Said Buteflika, el poderoso hermano del presidente dimitido y el general Tartag, alias Bachir, fiel aliado de Said Buteflika.

Tufik comenzó a dirigir los servicios secretos, el Departamento de Inteligencia y Seguridad (DRS, por sus siglas en francés), en una fecha clave: 1990, el año en que se desató una guerra civil en el país que se alargaría en la llamada “década negra”. En cada hotel, mezquita, aeropuerto, hospital, colegio, café o redacción de periódico podía haber alguien trabajando para Tufik. Cuando Tufik quería destruir la carrera de alguien solo tenía que filtrar a la prensa algún informe secreto y activar a algún juez para que rematase la faena. Sabía demasiado sobre mucha gente y casi nadie conocía nada de él. Durante 25 años ni siquiera salió una foto suya en la prensa. Los argelinos no conocían su cara.

Otro de sus apodos era el Hacedor de Reyes. El último rey que contó con su apoyo fue Abdelaziz Buteflika, a quien impulsó hacia la presidencia en 1999. Pero Buteflika se alió con otros generales para no ser un "presidente tres cuartos", alguien sin verdadero poder. En 2004 nombró jefe del Ejército a Ahmed Gaid Salah, rival encarnizado de Tufik. Los Buteflika y Gaid Salah lograron colocar a Tufik en la reserva el domingo, 13 de septiembre de 2015. A la victoria sobre Tufik le añadieron la humillación de filtrar una foto suya en la prensa, la imagen del mismísimo Dios con gafas negras de sol. Pero la cacería no terminó ahí.

El siguiente paso contra Tufik fue encarcelar a su mejor aliado, el general Hasán, jefe de la lucha antiterrorista, condenado en noviembre de 2015 a cinco años de cárcel por el Tribunal Militar de Orán. La razón oficial es que Hasán tardó en entregar unas armas requisadas a un grupo terrorista. La razón extraoficial era una simple lucha de clanes.

Ahora, Gaid Salah ya no tiene absolutamente a nadie que le haga sombra. Ni Tufik ni los Buteflika. Solo la calle le opone resistencia.

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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