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La lucha entre clanes en Argelia lleva a la cárcel a cuatro empresarios próximos a Buteflika

Los hermanos Kuninef están acusados de tráfico de influencia y desviación de fondos públicos

Francisco Peregil
Un manifestante argelino sostiene una pancarta crítica con el ex primer ministro Ahmed Ouyahia, a mediados de abril en la ciudad de Annaba.
Un manifestante argelino sostiene una pancarta crítica con el ex primer ministro Ahmed Ouyahia, a mediados de abril en la ciudad de Annaba.AFP

Hasta hace apenas dos meses los cuatro hermanos Kuninef eran no solo intocables, sino casi innombrables para la prensa argelina. Sin embargo, este lunes 22 de abril Reda, Tarek, Abdelkáder y Karim Kuninef han sido detenidos por la gendarmería nacional, según anunció la televisión pública. Se les acusa de supuestos delitos de tráfico de influencia con funcionarios y desviación de fondos públicos. Los Kuninef son muy cercanos al clan del expresidente Abdelaziz Buteflika. Y sobre todo, muy cercanos a Said Buteflika, de 61 años, el hermano y principal consejero del mandatario dimitido.

Los hermanos Kuninef poseen el grupo industrial KouGC, que abarca el sector petrolero, agroalimentario, la telefonía móvil y la obra pública. Están considerados en algunos medios locales como los principales financiadores de las campañas de Buteflika. Después de que comenzasen las protestas masivas en Argelia el pasado 22 de febrero, el nombre de los Kuninef era criticado por muchos manifestantes. Algunos medios locales comenzaron a hablar abiertamente de los Kuninef. Así, el diario El Watan escribió el 25 de marzo: “Ninguna persona influyente del poder osa oponerse a las decisiones de los hermanos Kuninef; y, sobre todo, de Reda, el más joven y el mejor introducido entre ellos en los arcanos del poder”.

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Esa situación fue cambiando. En la madrugada del domingo 1 de abril, un día antes de que dimitiera Buteflika, fue detenido Ali Haddad, uno de los hombres más ricos del país, miembro del círculo más estrecho de Buteflika. El empresario trataba de cruzar de forma ilegal la frontera tunecina, a pesar de que tenía una prohibición expresa de salir del territorio. Haddad fue presidente de la patronal argelina (FCE, por sus siglas en francés) hasta que dimitió una semana antes de su detención.

Además de Ali Haddad y los hermanos Kuninef, la televisión pública ENTV informó ayer de que Issad Rebrab, el empresario más rico del país, director ejecutivo del grupo Cevital, también había sido detenido. Sin embargo, Rebrab tuiteó dos mensajes para desmentir haber sido detenido, a pesar de que la agencia oficial de noticias APS también informó sobre su arresto. Finalmente, Rebrab pasó la noche preso en detención preventiva. Rebrab estaba en disputa tanto con los hermanos Kuninef como con el clan Buteflika.

El jefe del Estado Mayor, Ahmed Gaid Salah, después de forzar la dimisión de Buteflika, ha apremiado públicamente a la justicia a que procese a los “individuos implicados en casos de corrupción”. En su último discurso del martes 16 de abril, Gaid Salah apremió a las instancias judiciales a que acelerasen "la cadencia" de las investigaciones concernientes a las personas que han “causado perjuicio al Tesoro público y han dilapidado el dinero del pueblo”. Los activistas sociales creen que esa “cadencia” se mostró especialmente lenta durante los 20 años en que gobernó Buteflika. En los últimos 15, Gaid Salah estuvo al frente del Ejército.

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Este domingo, día laborable en Argelia, la “cadencia” se aceleró. Fueron convocados ante la justicia el ministro de Finanzas, Mohamed Lukal, y quien tal vez sea uno de los hombres más odiado del país: Ahmed Ouyahia, de 67 años, primer ministro desde 2017 hasta el pasado 11 de marzo, en que Buteflika lo destituyó presionado por la calle. Ouyahia se declaraba “el hombre de los trabajos sucios”. Fue primer ministro con Buteflika durante diez años (1995-1998, 2003-2006, 2008-2012). Y cuando a raíz de la bajada de los precios del petróleo el Gobierno se vio obligado a reducir las importaciones y la gente protestó porque había productos que se encarecieron mucho, Ouyahia declaró que los argelinos no estaban obligados a comer yogur. Así que el domingo le esperaban en la puerta de un tribunal en Argel decenas de jóvenes que blandían vasos de yogures. Pero ambos evitaron ser vistos. Se desconoce si no comparecieron o lograron esquivar a la multitud.

Algunos internautas vieron esa citación judicial como “una victoria de la revolución”. Otros, sin embargo, señalaron: “Al contrario, no es una victoria, es una prueba de que la victoria está aún muy lejos, porque la Justicia sigue respondiendo aún a golpe de teléfono”.

El politólogo argelino Kamel Cheklat escribió en su página de Facebook: ¿Quién juzga a los jueces? Convocar a Ouyahia y a Lukal ante la justicia es a primera vista reconfortante. Pero si profundizamos un poco eso parece una tartufería (hipocresía) flagrante. ¿Dónde estaban esos jueces en la época en la que se le reprochan los hechos a Ouyahia? (…)”.

Para Kamel Cheklat, la convocatoria de personajes odiados por los argelinos solo es el “enésimo intento del sistema por distraer la atención sobre lo esencial”. “Es como un hueso que se le echa a la plebe del Movimiento de protestas, que en realidad reivindican la construcción de un Estado de derecho y de la Justicia”.

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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