El Gobierno alemán refuerza los controles sobre la inversión extranjera
Berlín podrá analizar e incluso bloquear adquisiciones de más del 10% del capital de ciertas empresas
Alemania ha adoptado nuevas medidas para tratar de proteger sus sectores e “infraestructuras críticas” ante el desafío estratégico y de seguridad que plantea la expansión de economías como la china. La idea del proyecto de ley aprobado por el Gobierno de gran coalición es proteger “infraestructuras sensibles” relacionadas con la energía, defensa, transporte, alimentación, telecomunicaciones, abastecimiento de agua o incluso medios de comunicación.
El proyecto de ley rebaja del 25% al 10% el umbral de participación de capital extracomunitario en ciertas empresas a partir del cual Berlín auditará la participación extranjera. Si esas inversiones alcanzan o superan ese 10%, el Gobierno podrá estudiar la adquisición e incluso bloquearla si considera que puede comprometer el interés público o la seguridad nacional. “Este es un paso extremadamente importante para fortalecer nuestra seguridad nacional”, ha indicado el ministro de Economía, Peter Altmaier, durante la presentación en Berlín.
Este mismo mes el Ejecutivo comunitario decidió someter a control la inversión extranjera en sectores estratégicos a la vista del creciente desembarco de capital chino en Europa. La Comisión europea se pronunciará sobre ciertas adquisiciones y será competencia de cada Estado miembro emitir la decisión final. La expansión de las empresas tecnológicas chinas preocupa a Bruselas, que teme que Pekín pueda obtener información confidencial.
En Berlín la preocupación no es nueva. El umbral del 25% se instauró en el año 2004 y en julio del año pasado el Gobierno amplió el margen para investigar y en su caso vetar adquisiciones extracomunitarias, al elevar de dos a cuatro meses el periodo durante el que puede recabar información sobre estas operaciones.
El Ejecutivo insiste en que Alemania no dejará de ser una economía de mercado abierto en la que los inversores extranjeros son bienvenidos, pero a la vez advierte de la necesidad de proteger el interés público y asegurar las que considera infraestructuras críticas.
Una de las adquisiciones con mayor impacto fue la compra hace dos años del fabricante de robots alemán Kuka, símbolo de la digitalización, por el grupo chino Mideay, que provocó un intenso debate en el país y dio pie a la adopción de medidas como la actual.
Casos como el de Huawei (la empresa de telecomunicaciones cuya vicepresidenta fue detenida el pasado día 1 en Canadá) han suscitado preocupación también en Berlín, como reconocía la semana pasada Altmaier en una entrevista con este diario. “Las infraestructuras críticas, como las redes eléctricas o los suministros de agua potable, deben estar bien protegidas. En el futuro, el Estado debe mantener el control sobre las infraestructuras críticas en todo momento, porque son indispensables para el abastecimiento de la población”, indicaba en la entrevista.
Pero más allá de potenciales amenazas para la seguridad nacional, lo cierto que es que las ambiciones tecnológicas chinas suponen un evidente desafío competitivo para el mercado alemán de exportaciones.
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