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Líbano acelera el retorno de los refugiados sirios

Las alarmas de una inminente bancarrota en Beirut y el paulatino cese de los combates en el país vecino impulsan la salida de los desplazados

Natalia Sancha
Refugiados sirios se identifican ante las fuerzas de seguridad libanesas  durante un retorno organizado este verano desde la localidad de Arsal y fronteriza con Siria
Refugiados sirios se identifican ante las fuerzas de seguridad libanesas durante un retorno organizado este verano desde la localidad de Arsal y fronteriza con Siria /NATALIA SANCHA

Un millar de refugiados ha abandonado este miércoles Líbano rumbo a Siria, según ha anunciado la Seguridad General libanesa, que cifra en 50.000 los retornados en 2018. Se trata de la partida más numerosa realizada en un solo día desde que el pasado mes de julio el Gobierno en ciernes lanzara una política para incentivar el retorno de parte de los 1.5 millones de refugiados sirios que alberga el país. Mientras la sociedad libanesa apoya la retórica del Ejecutivo y se muestra favorable al retorno, los defensores de los derechos humanos advierten de que  “la guerra sigue matando en Siria”.

Sin embargo, la Agencia de la ONU para los refugiados (ACNUR) eleva a 9.000 las personas que han retornado este año a Siria debido a las iniciativas organizadas por el Gobierno libanés. Y según estos datos, casi 5.000 individuos regresaron a su país de forma espontánea, “aunque esta cifra pueda ser superior”, precisa en Beirut su portavoz, Lisa Abu Jalil. La guerra de cifras entre ACNUR y el Gobierno libanés también se da en el número de refugiados que están en territorio libanés. Mientras Beirut contabiliza en más de 1,5 millones los nacionales sirios en su territorio (que representan un cuarto de la población total), la ONU asegura que hay menos de un millón. Las posturas enfrentadas entre el Ejecutivo libanés y ACNUR sobre el devenir de los refugiados sirios se originaron en 2015, cuando Líbano cerró su frontera y prohibió todo nuevo registro de refugiados. 

Conforme saltan las alarmas de una inminente bancarrota en Beirut y los combates decaen en la vecina Siria, la salida de los refugiados se ha convertido en una prioridad en la agenda nacional. El responsable de exteriores libanés, Yibran Basil, se ha erigido como portavoz del ala más partidaria del retorno masivo de sirios a zonas de su país en los que se han acallado los combates. Esta postura ha acabado generando  una crisis con ACNUR, que advierte que “el conflicto sirio sigue activo”. Este año cierra con más de 5.000 féretros en una guerra que arrastra medio millón de muertos y que ha desplazado internamente a un tercio de los 18 millones de habitantes que tiene Siria. Por cada sirio que retornó a su hogar en 2017, tres tuvieron que desplazarse por la violencia.

Pérdidas económicas

El primer ministro libanés, Saad Hariri, encarna el ala más moderada en su parlamento y está dispuesto a “seguir soportando el peso de los refugiados” mientras se cumplan las promesas de nuevas inversiones internacionales en este pequeño país de Oriente Próximo. El Banco Mundial eleva a 17.300 millones de euros las pérdidas de la economía libanesa desde que comenzó la contienda en la vecina Siria. Unas cuentas que no cuadran para Hariri, que sólo ha recibido de la comunidad internacional  7.000 millones desde 2011. A pesar de todo, el país levantino y tablero habitual donde Teherán y Riad redimen sus rencillas regionales, ha logrado fraguar un consenso interno para evitar ser arrastrado por el vecino conflicto. Resucitar la economía libanesa se ha convertido en el nuevo leitmotiv del Ejecutivo de Beirut, junto con la estabilización y la seguridad de la zona.

Las ayudas de la ONU también menguan, mientras que tan solo 50.000 refugiados han sido reasentados en terceros países desde Líbano en cerca de ocho años. “La falta de voluntad política por parte de los países ricos en compartir la responsabilidad sobre la mayor crisis de refugiados en el mundo ha facilitado que los países limítrofes de Siria justifiquen sus propias iniciativas para cerrar las fronteras o devolver a los refugiados”, concluyen en un reciente informe seis ONG internacionales.

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En este ambiente de hartazgo generalizado, partidos políticos como el cristiano Movimiento Patriótico Libre (al que pertenece el presidente de Líbano, Michel Aoun) o el de su aliado chií Hezbolá, demandan que se normalicen las relaciones con el presidente sirio, Bachar el Asad. Pero entablar un diálogo con Damasco en nombre de los refugiados "significa legitimar al régimen de El Asad", según critican los políticos libaneses enfrentados al mandatario sirio, como el primer ministro Hariri o el líder del partido cristiano Fuerzas Libanesas, Samir Geagea. Moscú se ha ofrecido como mediador para coordinar el regreso de al menos 1,7 millones de refugiados sirios de los 5,6 que acogen los países limítrofes, Turquía, Jordania y Líbano, en un plan avalado por Damasco.

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