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Netanyahu emerge ileso de un gran caso de corrupción que afecta a su entorno

El abogado y primo del jefe del Gobierno, un antiguo jefe de gabinete, un exministro y un almirante de la Armada implicados en la trama de sobornos para la compra de submarinos a Alemania

Juan Carlos Sanz
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, en un submarino de la Armada en 2016.
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, en un submarino de la Armada en 2016.BAZ RATNER (REUTERS)

La policía de Israel, que ha mostrado el camino de la cárcel a un presidente y a un jefe de Gobierno en la última década, ha dejado tocado, aunque no hundido, al primer ministro Benjamín Netanyahu en uno de los mayores casos de corrupción en la historia del país. Los investigadores de la Brigada Antifraude han acusado a algunos de sus más estrechos colaboradores por el llamado Caso 3.000: la compra de submarinos a los astilleros alemanes ThyssenKrupp para la Armada israelí por 2.000 millones de dólares (unos 1.800 millones de euros). El abogado personal y primo de Netanyahu, David Shimron; el exjefe de su gabinete interno David Sharan; el exministro de Infraestructuras Eliezer Zandberg, y un antiguo jefe de la Marina de Guerra, el almirante Eliezer Marom, figuran en la lista presentada el jueves por la policía al fiscal general para que formule una acusación formal.

Netanyahu ha salido indemne de la larga investigación por el escándalo de los submarinos, en el que fue interrogado en varias ocasiones. En otros dos casos de corrupción separados, los agentes recomendaron que fuera imputado por fraude y cohecho, mientras sigue abierta una cuarta investigación por tráfico de influencias. El tráfico de sobornos en la adjudicación de los sumergibles alemanes era, no obstante, la única carga de profundidad que podía hacer estallar su carrera política de más de 12 años al frente del Gobierno. Con el viento a favor de la economía, las encuestas en alza para el Likud, el partido conservador que lidera, y un acuerdo en ciernes para pacificar la frontera de la franja de Gaza, ahora parece tener vía libre para adelantar la elecciones (la legislatura se extingue dentro de un año) y encadenar un cuarto mandato consecutivo.

“Si sabía que sus colaboradores estaban involucrados, el primer ministro debe dimitir. Si no lo sabía, también, ya que demuestra que no está capacitado para dirigir la seguridad del Estado”, ha clamado el líder del Partido Laborista, Avi Gabbay. Netanyahu sigue haciendo oídos sordos a las voces que desde la oposición le reclaman que se aparte del poder tras verse salpicado por la corrupción. Sabe que solo puede inculparle el fiscal general, Avichai Mandelblit, un antiguo jurista militar que fue secretario general de su Gobierno entre 2013 y 2016, y a quien él mismo designó para el más alto puesto del Ministerio Público.

La investigación policial del Caso 3.000 es concluyente. El arrepentido representante de ThyssenKrupp en Israel, Michael Ganor, se libró de una dura condena después de aceptar colaborar con los agentes y convertirse en testigo de cargo. Ha cantado de plano. Entregó al almirante Morom 600.000 shequels (143.000 euros) por “aconsejar” la adjudicación a los astilleros alemanes de tres submarinos y cuatro patrulleras, y al abogado Shimron —a quien Ganor tenía en nómina en calidad de letrado— otros 270.000 shequels por “abrir puertas”.

“Este caso revela que un grupo de personas, muchas de ellas cercanas al primer ministro, manejaron a sus antojo contrataciones del más costoso y estratégico armamento”, resaltaba este viernes el columnista Ben Caspit en el diario Maariv. “Cualquiera que conozca la estrecha relación existente entre Netanyahu y Shimron desde hace décadas entiende que el primer ministro no pudo ignorar que su primo se estaba beneficiando del contrato”.

Otros casos pendientes

El primero de los escándalos en los que el mandatario fue acusado por la policía el pasado febrero es el Caso 1.000. Los investigadores sostienen que Netanyahu y sus familiares recibieron entre 2007 y 2016 lujosos regalos —puros habanos Cohiba, champán francés o joyas— evaluados en cerca de un millón de shequels (230.000 euros) de manos, entre otros, del productor de Hollywood Arnon Milchan, quien pudo recibir a cambio varios millones de dólares en beneficios fiscales.

La Brigada Antifraude también recomendó su imputación por el Caso 2.000, en el que se desvelaron las conexiones del gobernante con Arnon Moses, editor del diario Yedioth Ahronoth, el de mayor circulación en Israel, para contar con una cobertura favorable a sus intereses en contrapartida a varias medidas legales para favorecer la circulación de rotativo.

Agentes anticorrupción detuvieron e interrogaron durante la investigación a Isaac Molcho, socio de bufete y cuñado de Shimron, y asesor legal y emisario especial de Netanyahu para misiones diplomáticas desde 1996. Ha quedado fuera de las conclusiones finales presentadas. La policía israelí actúa con notable independencia respecto del poder. A causa de sus investigaciones, fue encarcelado durante cinco años el antiguo presidente del Estado hebreo Moshe Katsav, condenado en 2010 por violación y agresiones sexuales. Las pesquisas también contribuyeron a mantener entre rejas durante más de 14 meses al exjefe de Gobierno Ehud Olmert, declarado culpable de delitos de corrupción inmobiliaria por sentencia firme en 2016, y quien tuvo que renunciar al cargo en 2009.

En Israel es habitual que la policía haga públicas sus conclusiones y sus recomendaciones de imputación antes de trasladarlas a la Fiscalía, que finalmente formula las acusaciones y solicita a los jueces que se abra procesamiento. Durante más de dos años jalonados por una docena de largos interrogatorios policiales Netanyahu ha repetido como un mantra: “No habrá nada, porque nunca hubo nada”.

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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