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Sudáfrica acusa a Trump de querer crear división tras un tuit sobre la minoría blanca

El Gobierno de Ramaphosa rechaza la "limitada percepción" del republicano sobre la reforma agraria que se está llevando a cabo en el país africano

Unos sudafricanos homenajean con cruces blancas a los granjeros blancos muertos en el país.
Unos sudafricanos homenajean con cruces blancas a los granjeros blancos muertos en el país.AP

El presidente estadounidense, Donald Trump, ha apoyado en un polémico tuit las reclamaciones de los granjeros blancos en Sudáfrica, que aseguran ser víctimas de persecución e incluso violencia intencionada y que ven con miedo cómo avanza la reforma agraria y una posible redistribución de tierras. El Gobierno sudafricano le acusa de querer dividir la nación. No es la primera vez que Trump menosprecia a Sudáfrica en su polémica cuenta de Twitter, pero sí la primera que lo hace como presidente. Y lo ha hecho uniendo temas tan sensibles como la reforma agraria, la propiedad de tierras y los asesinatos en las granjas sudafricanas.

El miércoles por la noche, Trump encendió la llama diciendo públicamente que había pedido al secretario de Estado, Mike Pompeo, “que examine detenidamente la confiscación y expropiación de tierras y granjas y los asesinatos de granjeros a gran escala”, en un tuit que cierra: “el Gobierno de Sudáfrica está ahora mismo expropiando tierra a los granjeros blancos”. Raza, tierra y asesinatos en Sudáfrica en un solo tuit explosivo, mencionando a Tucker Carlson, el presentador de Fox News que, hace tres meses, el 15 de mayo, denunciaba en un descontextualizado informe los “asesinatos bárbaros y espantosos” de afrikáners —descendientes de neerlandeses— en Sudáfrica y “una campaña intencionada contra la minoría racial [blanca]” durante una entrevista con el presidente de Afriforum, Earnst Roets. Afriforum es una controvertida organización que defiende los intereses afrikáners

El Gobierno de Sudáfrica ha reaccionado de inmediato acusando a Trump de querer “dividir nuestro país” y rechazando “totalmente su limitada percepción”. La ministra de Relaciones y Cooperación, Lindiwe Sisulu, ha tildado de “desafortunados” los comentarios del republicano y ha informado que su departamento se reunirá con la embajada de EE UU en Pretoria. Los canales diplomáticos “siguen abiertos”, ha indicado.

Actualmente, 26 años después de la caída del régimen racista del apartheid, la mayoría de la tierra sudafricana sigue perteneciendo a la minoría blanca. Aunque los sudafricanos blancos representan solo un 8% de la población, son propietarios del 73% de la tierra cultivable, es decir, de las granjas que se expanden por el extenso territorio de Sudáfrica, con cereales, granos, fruta y viñedos. En 1913, Sudáfrica aprobó una ley que prohibía a la población negra comprar o alquilar tierra, se llevó a cabo una expulsión masiva de la población negra y durante casi un siglo, así se definió la propiedad de tierra en Sudáfrica.

La redistribución de tierras fue un principio fundamental del Congreso Nacional Africano (ANC, en sus siglas en inglés) durante su lucha contra el régimen del apartheid y, desde que llegó al poder con la democracia, el 1994, la cuestión ha estado en la mesa de debate y en las promesas. El ANC, que se propuso devolver el 30% de las tierras antes de 2014, a través de un sistema voluntario de venta, solo ha logrado que se realice un 10% de la devolución de tierras con este sistema. Pero ahora, el nuevo presidente, Cyril Ramphosa, que considera la redistribución necesaria para “corregir la grave injusticia histórica”, lo está acercando a la realidad, con una reforma, aprobada ya en el Parlamento, que prevé la “expropiación sin compensación” y que espera solo el último paso para progresar: la Constitución. El pasado 31 de julio, el presidente Ramaphosa informó que el ANC ya está en la fase de proponer esta enmienda a la Constitución.

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Las organizaciones de granjeros blancos han recibido con ira, críticas y miedo estos avances y también los mercados reaccionaron mal con la caída del rand. Entre los argumentos en contra está el fantasma de la comparación con la reforma agraria en el vecino Zimbabue, una experiencia catastrófica de una reforma que no supuso un equilibrio sino una mera medida populista que acabó beneficiando solo a los afines al régimen y que dejó a muchas granjas sin producción.

En los últimos años, pero especialmente con una fuerte oleada en las redes sociales durante las últimas semanas, los granjeros blancos denuncian que están siendo el objetivo de una campaña de asesinatos. Aseguran que los asaltos y muertos van in crescendo y que el Gobierno no hace nada para protegerles. Algunos grupos como Afriforum han querido fundamentar con cifras lo que califican de “persecución” contra los afrikáners, utilizando y aislando un número extraído de las estadísticas de la Policía Sudafricana, que indica que entre 2016 y 2017 hubo un aumento del 27% de homicidios en las granjas del país.

Pero, por un lado, este número incluye a todas las víctimas, tanto si son trabajadores como propietarios y no especifica la raza, y, por otro, la cifra tiene que ponerse en el dramático contexto sudafricano, uno de los países con la tasa de violencia más alta del mundo. Según la policía, entre 2016 y 2017, 19.016 personas fueron asesinadas en Sudáfrica: 34 de cada 100.000, la décima tasa de homicidios más alta del mundo. Razón por la que es delicado atribuir el aumento de 58 a 74 homicidios en las granjas en un año (ese 27%) a una persecución en particular.

No es la primera vez que Trump menosprecia a Sudáfrica. En 2013, definió al país como “un caos dominado por el crimen, a punto de estallar” y en 2015, de nuevo reiteró que consideraba Sudáfrica “un absoluto desorden".

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