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El líder de las protestas en Armenia amenaza con tomar el poder aunque no sea elegido

Nikol Pashinián ha exhortado a sus seguidores a salir de nuevo a la calle a partir del 29 de abril

Pilar Bonet
El líder opositor armenio Nikol Pashinián rodeado por sus seguidores este sábado en Dilijan.
El líder opositor armenio Nikol Pashinián rodeado por sus seguidores este sábado en Dilijan.V. SHLAMOV (AFP)

Armenia vuelve a ser presa de crecientes tensiones políticas tras la tregua que siguió a la dimisión el 23 de abril del primer ministro Serzh Sargsián, quien cedió ante las manifestaciones masivas de rechazo lideradas por Nikol Pashinián, diputado y líder de una fuerza política minoritaria en el parlamento. Periodista en el pasado, Pashinián dirigió manifestaciones multitudinarias en todo el país a favor del cese de Sargsián. Una vez conseguido este objetivo, el populista indicó que piensa hacerse con el poder, tanto si obtiene el respaldo de la Asamblea Nacional como si no. Por eso, la principal incógnita en el desarrollo futuro de los acontecimientos es si la crisis se dirimirá pacífica y legalmente mediante la votación parlamentaria de un nuevo primer ministro o si Pashinián se impondrá gracias al apoyo de sus seguidores, a los que ha exhortado a salir de nuevo a la calle a partir del 29 de abril.

Sargsián fue elegido primer ministro por la Asamblea Nacional el 17 de abril, tras ocupar la presidencia del Estado durante 10 años desde 2008. La permanencia de Sargsián en el poder en calidad de primer ministro y con un parlamento dominado por su partido (el Partido Republicano) suponía su continuidad como primera figura política del país, pues una modificación constitucional, aprobada en referéndum en 2015, ha convertido el sistema presidencial armenio en un sistema parlamentario con amplios poderes para el primer ministro. 

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Oriundo del enclave del Alto Karabaj, Sargsián combatió en esta zona de conflicto con Azerbaiyán y es uno de los representantes del llamado “clan de Karabaj”, con el que suele vincularse un amplio nivel de corrupción y un estilo político rudo y agreste. 

La fecha claves es el 1 mayo, cuando la Asamblea Nacional se reunirá en sesión extraordinaria para elegir al nuevo primer ministro. En el parlamento armenio, formado por 105 escaños, hay cuatro grupos, a saber el partido Republicano (58 escaños), dirigido por Bagdam Bagdasarián, el bloque Tsakurián, con 31 diputados, Yelk (Salida), con nueve diputados, y la federación revolucionaria Dashnaktsutiun, con siete diputados. Pashinián dirige el Congreso Cívico, una de las tres fuerzas políticas integrantes de la coalición Yelk, y parece contar con apoyos en el bloque Tsakurián y en Dashnaktsutiun. No obstante, no está claro si ese apoyo basta para ser elegido primer ministro.

En medios políticos independientes en Eriván reina la impresión de que Pashinián no está haciendo lo suficiente para asegurarse una mayoría parlamentaria a su favor. Si no es elegido y apela al apoyo de la calle, Armenia se verá en una situación “revolucionaria” parecida a la que han experimentado otros países surgidos de la ex URSS (Georgia, Ucrania, Kirguizistán). Tal evolución no sería del agrado de Rusia, el principal aliado político, militar y económico de Eriván. En territorio de Armenia, país fronterizo con Irán, Moscú tiene su única base en el Cáucaso del Sur. Se trata de Giumrí, donde hay cerca de 5000 uniformados.

El conflicto que experimenta Armenia no se dirime entre fuerzas prorrusas o antirrusas, ya que el país caucásico depende en gran medida de Rusia, con la cual tiene fuertes lazos históricos y culturales. Sin embargo, la estabilidad es muy frágil en la región. En abril 2016 se produjeron enfrentamientos entre Armenia y Azerbaiyán por el Alto Karabaj, en los que, según datos de la ONU, perecieron 33 personas y varios centenares fueron heridas. Ahora, existe cierto temor a que Azerbaiyán pudiera aprovechar las turbulencias internas armenias con un avance sobre el Alto Karabaj. Con la necesidad de neutralizar ese peligro se vincula la visita a Bakú del jefe del espionaje exterior ruso, Serguéi Narishkin, que el 24 de abril se entrevistó con el presidente Iljam Alíev en la capital de Azerbaiyán. Los dos políticos debatieron sobre “cuestiones de seguridad regional”, una expresión tras la cual analistas en Eriván y en Bakú ven una advertencia rusa a Azerbaiyán, país con fuertes vinculaciones políticas y militares con Ankara, para que no caiga en la tentación de sacar partido de la crisis armenia.

Seguidores Nikol Pashinián en Vanadzor, Armenia, este sábado.
Seguidores Nikol Pashinián en Vanadzor, Armenia, este sábado.S. Grits (AP)

Junto con Francia y EE UU, Rusia forma el grupo de países del Grupo de Minsk, que proporcionan un cauce —hasta ahora infructuoso— para resolver el problema del Alto Karabaj. Ese conflicto estalló en 1988, en época de la URSS, cuando la población armenia residente en aquella región montañosa decidió romper sus vínculos administrativos con Bakú y subordinarse a Eriván. A esta decisión siguieron dolorosos éxodos étnicos (de los azeríes del Alto Karabaj al resto de Azerbaiyán y de los armenios de Azerbaiyán a Armenia y el Alto Karabaj). Los armenios controlan hoy no solo la región autónoma soviética del Alto Karabaj sino una amplia franja de terreno, despoblada y no explotada para la vida civil, en torno a la misma. En los enfrentamientos de abril de 2016, Azerbaiyán recuperó unas zonas montañosas del entorno de “seguridad” de los armenios en el Alto Karabaj.

Rusia ha insistido en que la situación en Armenia es asunto interno de aquel país, pero se mantiene vigilante. El presidente Vladímir Putin conversó con su colega armenio Armén Sarkisián por teléfono el miércoles. Ambos dirigentes estuvieron de acuerdo en que las fuerzas políticas deben mostrar contención y resolver la crisis mediante el diálogo y dentro de los cauces previstos por la ley.

Pashinián, por su parte, ha asegurado que no se producirá un “cambio de sentido” geopolítico en Armenia. El sábado, en un mitin en la localidad de Idzheván, el líder de Yelk dijo que estaba dispuesto a mantener conversaciones simultáneas con todos los miembros del grupo parlamentario del Partido Republicano. Considera el político que el objetivo de tales conversaciones es “la entrega pacífica del poder”.

Pashinián está recabando el apoyo de la población en una gira junto con sus seguidores por las principales ciudades de Armenia. El viernes estuvo en Giumrí, la segunda ciudad del país, y el sábado en Idzheván, su ciudad natal, de camino a Vanadzor, la tercera ciudad del país. “En Armenia ha pasado la época del gobierno de los clanes”, manifestó en su ciudad natal.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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