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Martín Vizcarra, un presidente con fortalezas simbólicas

Su trayectoria política, que discurrió siempre lejos de Lima, y su poca conexión con los círculos empresariales y los partidos políticos son los principales puntos fuertes del nuevo jefe de Estado peruano

Vizcarra, en su toma de posesión.Foto: atlas | Vídeo: M. B.

El ingeniero civil Martín Vizcarra, que reemplazó el viernes a Pedro Pablo Kuczysnki como presidente de Perú tras una grave crisis política, tiene una primera meta: centrarse en el interior del país. “Mi ejercicio del cargo será de mucho viaje, todas las semanas estaré en los sitios más alejados viendo las necesidades e implementando soluciones”, prometió en su primera entrevista radiofónica desde que asumió el bastón de mando de la séptima mayor economía de América Latina. Su mensaje cuenta con una ventaja, a ojos de la mayoría de analistas y economistas peruanos: él no es parte de la élite política ni empresarial capitalina. "Ese es un factor favorable desde el punto de vista simbólico: no es un hombre de las multinacionales, no tiene conexiones fuertes con el poder político y los círculos empresariales de Lima", apunta el sociólogo Francisco Durand, el principal investigador de grupos de poder económico en Perú. "Hay una expectativa positiva sobre él en este momento de tregua: si construye su imagen de justiciero en fuerte vinculación con el pueblo, puede salir adelante".

En un momento de fuerte oposición a los grupos tradicionales de poder político y económico, al nuevo presidente peruano le interesa no ser visto como parte de ninguno de ellos. Así lo ve Patricia Zárate, investigadora del Instituto de Estudios Peruanos: “En el corto plazo, ante la opinión pública le favorece a Vizcarra estar al margen de un partido político, por el descrédito que tienen. El porcentaje de confianza que registramos (a los partidos) en 2017 fue de 7,5%”.

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La llegada al poder del autócrata Alberto Fujimori, con el consecuente daño a la imagen de los partidos y el posterior cierre del Congreso —donde su bancada era minoritaria— dio paso a una fase de pragmatismo en la política peruana que continúa hasta la actualidad: la mayoría de formaciones políticas son conglomerados creados antes de las elecciones. "La personalización de la política viene de tiempo atrás. La imagen de Vizcarra, de un provinciano que ha salido adelante en base al esfuerzo propio, le da la fortaleza simbólica que ningún partido ahora le podría otorgar", explica Zárate.

El nuevo jefe de Estado y de Gobierno peruano llegó a la vicepresidencia en 2016 como invitado del partido de Kuczynski, Peruanos por el Kambio (PPK), pero no tiene afiliación partidaria alguna. Aunque la primera vez que se presentó como candidato para la presidencia regional de Moquegua (sur), en 2006, lo hizo por el Partido Aprista —al que perteneció su padre, exalcalde de la localidad homónima— nunca ha formado parte de ningún partido político.

Estas características llevan a algunos analistas a comparar a Vizcarra con Valentín Paniagua, presidente de transición que tuvo capacidad de diálogo para salir de la crisis institucional tras la renuncia de Fujimori por corrupción. El economista y catedrático Waldo Mendoza dijo en Radioprogramas que este momento le hacía recordar al año 2000, cuando Paniagua accedió a la presidencia. “Vizcarra tiene capacidad de convocatoria, pocos le van a decir que no (para integrar el Gabinete). Los partidos que piensen ser Gobierno en el 2021 tendrán que dejar trabajar al presidente”, planteó, aludiendo al obstruccionismo del fujimorista Fuerza Popular en el Congreso durante los 20 meses de la Administración Kuczynski.

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Sin embargo, Francisco Durand, de la Escuela de Gobierno y Políticas Públicas de la Pontificia Universidad Católica del Perú, ve un escenario "más complicado" que en el año 2000. "La corrupción entonces era de un solo lado [el fujimorismo]: ahora es transversal y toca a gran parte de la clase política y empresarial. La fiscalía va a tener que ser firme cuando profundice en las investigaciones por lavado de activos”. Por dicho delito están bajo investigación el propio Kuczynski; la excandidata presidencial Keiko Fujimori: los expresidentes Alejandro Toledo, Alan García y Ollanta Humala; y la exalcaldesa de Lima, Susana Villarán, entre otros exfuncionarios públicos mencionados por los representantes de la constructora brasileña Odebrecht, que pagó sobornos en Perú y aportó fondos, al margen de la ley, a diversas campañas para las elecciones de 2006 y 2011. Además, la justicia ha dictado este sábado una orden de arraigo a Kuczynski por 18 meses.

Vizcarra podría tener otros aliados. El secretario general del gremio magisterial, Alfredo Velásquez, reconoció este domingo que el nuevo presidente “tiene una fortaleza que es su esposa, quien ha sido directora de una escuela pública”. Durand añade que el mandatario inicia su gestión con margen para que el Estado invierta en obras públicas y un entorno económico internacional favorable: “No hay perspectivas de que caigan los precios de los minerales y ello puede incrementar la economía exportadora. Puede haber un modesto crecimiento dependiendo de a quién nombre como ministro de Economía”.

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