La galaxia identitaria se expande cada vez más en Europa
Aunque el movimiento de extrema derecha que afirma ser "metapolítico" es cuantitativamente muy reducido, logra introducir su discurso en el debate público
Según ellos, “ya no es momento de palabras y velas”. Este sábado, la organización de extrema derecha Génération Identitaire [Generación Identitaria] fletó unos autobuses desde las grandes ciudades de Francia para acudir a una manifestación en París. Dos años después de los atentados que se produjeron en la capital francesa, el grupo considera que ya es hora de “defender Europa frente a los islamistas”. La manifestación fue rápidamente prohibida por la Policía de París, que temía los enfrentamientos con los contramanifestantes.
La organización identitaria, antes reducida a una franja del Frente Nacional, se ha desarrollado y profesionalizado, y hoy en día reivindica una proyección europea.
A finales de octubre, el grupo hizo oficial el lanzamiento de su rama británica en Londres, desplegando una siniestra banderola sobre la balaustrada del puente de Westminster. En letras negras y amarillas aparecía el mensaje xenófobo: Defended Londres, no a la islamización. Una decena de militantes, todos vestidos de negro, sujetaban la pancarta esperando pacientemente a que viniesen a inmortalizarlos, pero, en vano: la cobertura mediática del acontecimiento fue muy escasa.
Poco importa, porque hace tiempo que el movimiento ya no cuenta con los medios tradicionales, a los que tratan con extrema desconfianza. El vídeo que ellos mismos grabaron, que muestra su acción en Westminster, ha sido visto decenas de miles de veces en las redes sociales. Facebook, Twitter, Instagram y YouTube no tienen secretos para ellos. El austriaco Martin Sellner, al que consideran el líder de los identitarios germanófonos, y toda una estrella para los identitarios europeos, acudió para ayudarles a lanzar su rama británica. Junto a él estaba la estadounidense Brittany Pettibone, una activista “problanca” de 25 años que es la preferida de la Altright [derecha alternativa], el movimiento que llevó a Trump al poder. La joven fotografió la banderola y compartió instantáneamente la fotografía con sus centenares de miles de seguidores, tanto estadounidenses como europeos. “Génération Identitaire Francia realiza también muchos esfuerzos para establecer vínculos con las otras delegaciones europeas”, recuerda el periodista francés Eric Dupin, autor de La France identitaire [La Francia identitaria].
Una creciente obsesión identitaria
Joven, extremadamente conectada, moderna: si la palabra desdiabolización todavía no se hubiese inventado, habría que haberlo hecho para la organización Génération Identitaire. La intención declarada de los que se definen como una “comunidad de lucha” es “reunir a los jóvenes europeos, chicos y chicas”. Aunque el movimiento de extrema derecha que afirma ser "metapolítico” es cuantitativamente muy reducido (en Francia no supera los 2.000 miembros), logra, desde hace algunos años, introducir su discurso en el debate público. Y convencer a una parte de la juventud. Sin embargo, sus fundamentos nunca son muy diferentes: el movimiento populista se opone totalmente a la inmigración y al islam, y cree firmemente en la teoría conspiracionista de la gran sustitución (de los europeos blancos por los inmigrantes). Un barniz nuevo sobre una vieja retórica.
“Desde 2012, hemos evolucionado en la manera en que promovemos nuestras ideas”, confirma Edwin Hintsteiner, el cofundador de la rama austriaca de Génération Identitaire nacida en 2012, “pero la base de nuestras ideas no ha cambiado”. Mientras sus hermanos mayores se consideraban abiertamente “racistas”, los jóvenes identitarios prefieren el calificativo confuso de “etnopluralistas” (es decir, las otras culturas y religiones están bien mientras se queden en sus países de origen). En las octavillas que se repartían con ocasión de la inauguración de la rama británica, la voluntad de emanciparse de la vieja guardia era clara: “No hacemos comentarios chovinistas sobre otras religiones, etnias o razas. Ni siquiera para reírnos”. Todo para dar al movimiento una apariencia civilizada y para exportarlo con la mayor eficacia posible.
Unos profesionales del agitprop
Según dicen, no pretenden gobernar, aunque apoyan a los partidos de extrema derecha de sus respectivos países. Lo que quieren es “introducirse en las mentes”, cuenta el austriaco Hintsteiner. Desde París hasta Viena, pasando por Italia, Alemania, Polonia o incluso Dinamarca, el movimiento ha aprovechado la creciente obsesión con la identidad en Europa, intelectualizada y difundida en Francia por Eric Zemmour y por personas como Alain Finkielkraut.
Generación Identitaria, presentada oficialmente en 2012 en Francia, llamó la atención al ocupar las obras de una mezquita en Poitiers para protestar contra “la islamización de Francia”. Desde entonces, el movimiento apuesta por las acciones espectaculares —respondiendo a los principios del agitprop (contracción de “agitación” y “propaganda”)— bordeando habitualmente los límites de la legalidad. Los militantes transmiten todo masivamente en las redes sociales. El golpe de comunicación más destacado fue, sin duda, su operación para bloquear los barcos fletados para socorrer a las embarcaciones de inmigrantes en el Mediterráneo en el mes de agosto. La operación, que lógicamente cubrieron los medios de comunicación, puso al movimiento bajo los focos. En las redes sociales, Generación Identitaria aprovechó la repercusión de la operación para profesionalizarse. Todas las ramas —desde España hasta Alemania— adoptaron el mismo logotipo —el signo lambda en homenaje a los escudos espartanos (por el pacifismo, volveremos sobre ello)— y multiplicaron el envío de vídeos para documentar sus acciones.
Un método que seduce a la derecha alternativa
Al otro lado del Atlántico, los métodos de Generación Identitaria se observan con un creciente interés. “Mostrar a tíos duros y a chicas guapas: es exactamente la fórmula que necesitamos aquí”, señala Vincent Law, un redactor del sitio web altright.com que aplaude los esfuerzos de Generación Identitaria por atraer a los jóvenes y que incluso admite que la derecha alternativa debería inspirarse en las mismas técnicas de “desdiabolización” después del trágico episodio de Charlottesville.
El grupo de presión inglés Hope not hate [Esperanza, no odio] ha documentado ampliamente estos vínculos entre el movimiento identitario europeo y la derecha alternativa estadounidense en un profuso informe, La derecha alternativa internacional, desde Charlottesville hasta la Casa Blanca. Idas y venidas de militantes entre Europa y EE UU, financiación de proyectos identitarios europeos por parte de la derecha alternativa estadounidense... Las dos formaciones cooperan y colaboran.
El militante Patrik Hermansson, infiltrado durante un año entre los identitarios europeos y luego entre la derecha alternativa para Hope not hate, saca una sabia conclusión: “Las palabras ante las que reaccionaba visceralmente, al final me parecían normales. Estaba insensibilizado porque no podía contradecirlas. […] Estas organizaciones son nefastas, incluso bajo su apariencia “juvenil”. Siempre fomentan el odio. Su ideología es peligrosa y hay que luchar contra ellas”.
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