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El barco ultra que quiere frenar la inmigración a través del Mediterráneo

Un grupo xenófobo fleta una embarcación para controlar a las ONG y bloquear los rescates

Cartel promocional del movimiento xenófobo.Vídeo: @GenerazioneIdentitaria / EPV
Daniel Verdú

Este no es un verano cualquiera, sostienen Lorenzo Fiato y sus jóvenes colegas del movimiento ultraderechista y xenófobo Generación Identitaria. Este año, explican en su web, toca renunciar a las vacaciones, comprometerse, pensar en otro tipo de actividad. Conviene prepararse para frenar la creciente africanización de Europa. Y para ello, este grupo surgido de los cachorros de un partido político francés opuesto al islam y a la inmigración ha recaudado más de 160.000 euros, ha fletado un barco de 40 metros y se dispone a lanzarse durante un par de semanas a “monitorizar las actividades ilícitas de las ONG” que rescatan a los migrantes. Llegado el caso, sostienen, también a devolverlos a Libia.

La iniciativa se produce justo cuando en Italia, donde este año se prevé que lleguen 220.000 migrantes, algunos sectores políticos piden declarar el estado de emergencia por la crisis migratoria y el populismo en este tema alcanza ya categoría de establishment. De momento todo tiene más visos de terminar en boutade propagandística que en ningún tipo de misión patriótica, como lo definen ellos. Pero el C-Star, el barco fletado por Defend Europe, navega camino de Catania procedente de Yibuti con una tripulación pagada a través de un crowdfunding. Y no fue fácil, recuerdan. Debido a la presión política y mediática, PayPal les bloqueó el primer intento de recaudación y tuvieron que devolver el dinero. Sin embargo, lograron abrir otros canales para que miles de personas pudieran colaborar de nuevo. No les fue mal.

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La nave, donde subirán 12 activistas de distintas nacionalidades —fundamentalmente austriacos, franceses y alemanes— pretende patrullar con el resto de embarcaciones de las ONG que participan en tareas de rescate en aguas internacionales y demostrar que, a menudo, entran ilegalmente en aguas de Libia. Más allá del papel que se arrogan, amenazaron con entorpecer los rescates, pinchar las lanchas abandonadas y trasladar a migrantes de vuelta a Libia. Algo que es ilegal y que podría generar un problema de seguridad en el mar. “Nosotros no somos especialistas en socorro y no pretendemos hacerlo. Pero si tenemos que hacerlo, y esa es la última posibilidad, les devolveremos a Libia”, insiste Fiato.

El C-Star, que se ve a sí mismo protegiendo los confines de Europa de una invasión, tenía que haber llegado ya a Sicilia para recoger a los activistas que durante dos semanas patrullarán las aguas internacionales. Pero ahora mismo, según señalan los radares marítimos, está retenido en el canal de Suez. “Las iniciativas parlamentarias y la polémica en los medios ha aumentado los controles”, admite su portavoz. De modo que ni siquiera está claro que lleguen a Catania. De hecho, algunos países como España, en boca del ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, ya han anunciado que no permitirán la entrada a ningún movimiento de este tipo.

Polo de atracción

Sin embargo, el discurso de fondo de Defend Europe coincide con el que lanzó hace dos días Zoido —“hay que concienciar a las ONG de que no favorezcan la inmigración irregular”— y con el mismo que ha mantenido Frontex en los últimos meses. Una campaña que ha puesto sistemáticamente bajo sospecha el papel de las ONG, acusándolas de cometer ilegalidades y de crear un polo de atracción para los migrantes. De esa idea se alimentan estos grupos ultraderechistas, como también lo han hecho en Italia partidos como la Liga Norte o Movimiento 5 Estrellas, que llegó a calificar a los barcos de rescate como “taxis de inmigrantes”.

Bajo esa cobertura moral, rechazada por políticos como la socialista Elena Valenciano, que ayer reclamaba que se apliquen a esta embarcación todo tipo de controles, este grupo “identitario” ya intentó en mayo bloquear durante varias horas en Catania el barco de rescate Aquarius, de la ONG SOS Méditerranée. Una lancha con varios de sus miembros se cruzó delante del barco y encendió bengalas de supervivencia. Lograron frenar su marcha hasta que llegaron los guardacostas. Algo parecido a lo que se prevé que pasará en esta ocasión con el C-Star. En el vídeo que grabaron, una de los activistas racistas, Lauren Southern, lanzaba: “Si los políticos no paran los barcos, los pararemos nosotros”. Ese es el plan.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes

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