Islamofobia ‘mainstream’
Houellebecq no es el único en Francia en abordar el temor a una "invasión musulmana"
Michel Houellebecq se defiende con una sencilla explicación: ha escrito “una sátira”. Como si la pertenencia a ese género de Soumission, donde presenta una Francia presidida por un musulmán que impone una sharía light a sus conciudadanos, invalidara las críticas más feroces e impidiera comprobar los resortes de su peculiar argumentario, nutrido de ensayistas como Bat Ye’or, que imagina una Europa musulmana a la que llama Eurabia, o Renaud Camus, teórico de la “gran sustitución”, esa invasión musulmana que terminará reemplazando a los autóctonos.
El escritor dice “renunciar a cualquier responsabilidad”, puesto que no es “un intelectual”. Lo cual no le ha impedido participar en el debate, desbordando ese campo estrictamente literario en el que dice inscribirse. Durante una breve ronda promocional, interrumpida tras el atentado a Charlie Hebdo, el escritor pronunció aserciones bastante tajantes. “Marine Le Pen puede detener la inmigración, pero no la islamización: es un proceso espiritual, un cambio de paradigma, un retorno de lo religioso (…). La República ha muerto”, dijo al semanario L’Obs. Narrado con ambigüedad, el libro es acusado de ofrecer legitimidad literaria a las tesis extremistas. Eso no ha evitado que sea un fenómeno de ventas: en solo tres días, Soumission agotó una primera edición de 150.000 ejemplares, a la que se sumaron 100.000 más el fin de semana pasado.
Hace décadas que filósofos y ensayistas reaccionarios ocupan un lugar destacado en el debate intelectual francés
El de Houellebecq no es el único superventas. Existe otro menos previsible: el ensayo Le suicide français, de Éric Zemmour, editorialista de Le Figaro y omnipresente polemista. Su tesis es que la decadencia francesa empieza con la derrota de Napoleón en 1815 y se pronuncia tras la muerte de De Gaulle y la eclosión del Mayo del 68. Sus enemigos se llaman feminismo, multiculturalismo y construcción europea. También islam: “Esta situación con un pueblo dentro de otro pueblo, con los musulmanes dentro del pueblo francés, nos conducirá al caos y a la guerra civil”, dijo a Corriere della Sera.
Hace décadas que filósofos y ensayistas reaccionarios ocupan un lugar destacado en el debate intelectual francés. Lo novedoso es su alcance: el plomizo ensayo histórico de Zemmour lleva 350.000 ejemplares vendidos. No es casualidad que la infiltración de estas ideas en la literatura se produzca en paralelo al auge del Frente Nacional. En cuatro años, Le Pen ha practicado un efectivo lavado de cara al rancio legado de su padre. En las pasadas elecciones europeas, el FN terminó en cabeza con el 24,8% de los votos. Las ideas de Le Pen se extienden cada vez más, y los artefactos literarios que las traducen también se han vuelto mainstream.
Si la cultura pop refleja el espíritu del tiempo, Dios mío, ¿pero qué te hemos hecho? constituye un buen oráculo
Si la cultura pop refleja el espíritu del tiempo, Dios mío, ¿pero qué te hemos hecho? constituye un buen oráculo. De nuevo, la película es una sátira, una fábula insustancial, pero contiene información privilegiada sobre los mecanismos de exclusión en la patria de la fraternité. En una escena, la cuarta hija del matrimonio Verneuil les presenta a su prometido: un actor subsahariano. Sus hermanas también se han casado con hombres de distintas culturas y confesiones, para disgusto de sus padres, burgueses de provincias. “Por suerte no tienen una quinta hija. Si no, se habría casado con un gitano”, bromea el futuro yerno. Los Verneuil no se ríen. Un musulmán, pase. Pero todos están de acuerdo en que un gitano es inimaginable. El filósofo André Glucksmann lo calificó como “la demonización de roulottes y mezquitas”. La cultura francesa no ha quedado al margen del fenómeno.
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