La pérdida de pozos petrolíferos clave mina las ambiciones de los kurdos de Irak
Los campos conquistados por las fuerzas iraquíes en la zona de Kirkuk suponen la mitad de los ingresos de la región autónoma
El golpe a los sueños de independencia del Kurdistán iraquí se ha completado este martes cuando las fuerzas federales han tomado, sin resistencia, los pozos petroleros de Avana y Bai Hasan, al noroeste de Kirkuk. Ambos, los más importantes de la zona en disputa entre los gobiernos central y regional, proporcionaban el 45 % de la producción kurda. Su pérdida equivale a la mitad de los ingresos de la región autónoma, cuya economía ya se encontraba en serias dificultades. Bagdad se ha apresurado a asegurar que todos los pozos operan con normalidad.
“La operación de Kirkuk representa un cambio brutal de paradigma para el Gobierno Regional de Kurdistán y su sector petrolero”, estiman los analistas del Iraq Oil Report, una publicación especializada.
Si la reivindicación de Kirkuk siempre ha tenido un carácter emocional, los pozos eran clave para crear un Estado kurdo viable. La pérdida de los 280.000 barriles diarios de crudo que producían, no sólo supone un grave contratiempo a su economía, basada casi exclusivamente en la exportación de petróleo, sino que cercena sus sueños de independencia. Según los analistas de Goldman Sachs, la producción kurda rondaba este año los 750.000 barriles diarios, de los cuales exportaba 570.000 por el oleoducto de Ceyhan (Turquía).
“El presidente kurdo, Masud Barzani, sólo empezó a hablar de independencia tras la anexión de esos dos campos”, ha declarado a la agencia France Presse el geógrafo y especialista en Kurdistán Cyril Roussel.
El Gobierno de Erbil se apropió de los campos Avana y Bai Hasan en junio de 2014 cuando el Ejército iraquí se retiró ante el avance relámpago del autodenominado Estado Islámico (ISIS). Sin embargo, la North Oil Company (NOC) continuó operando los de Baba, Jambur y Khabbaz, al este de Kirkuk, a pesar de que se encontraban bajo protección de los Peshmerga. Desde el lunes, esos tres así como la sede de NOC y de la North Gas Company (NGC) se encuentran bajo la protección de la policía federal, según portavoces oficiales.
Como otros analistas, Roussel se muestra convencido de que sin los ingresos del petróleo de Kirkuk, el Gobierno de Erbil nunca hubiera puesto en marcha el referéndum del mes pasado. La consulta dio un aplastante apoyo a la independencia, el 93 % de los votantes, pero ha desatado la intervención militar de Bagdad que desde el principio advirtió de su oposición.
Kirkuk queda fuera de la región autónoma, pero se encuentra dentro de una amplia franja históricamente habitada por los kurdos y que siempre han querido incorporar en contra de los deseos de Bagdad. Aprovechando que los Peshmerga han ocupado buena parte de esos territorios desde 2014, Barzani los incluyó en el referéndum. Los propios kurdos estuvieron divididos sobre la consulta y esa división ha contribuido a que las fuerzas federales hayan podido avanzar sin encontrar resistencia.
“A un sueño no se renuncia por una derrota”, apunta sin embargo Alan Noory, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Americana de Suleimaniya. “Los kurdos llevan mucho tiempo luchando por ello. Su aspiración a convertirse en un Estado no depende de cómo los líderes políticos manejen una crisis”, explica a EL PAÍS en conversación telefónica.
El único oleoducto desde los campos de petróleo de Kirkuk atraviesa el Kurdistán iraquí antes de llegar al Mediterráneo, vía Turquía. Los kurdos podrían interrumpir el paso del crudo, pero esa medida elevaría el conflicto sin privar al Gobierno central más que de una fracción de sus exportaciones totales. Además, la región autónoma ya se encuentra bajo una enorme presión a raíz de que Bagdad cerrara su espacio aéreo a los vuelos internacionales y tanto Irán como Turquía amenazaran con cerrar sus fronteras.
Por el contrario, las tensiones podrían reducirse precisamente por el interés compartido entre ambas administraciones en mantener abierto el flujo de petróleo. Eso podría dar a Erbil una cierta influencia en futuras negociaciones con el Gobierno federal.
Además de recuperar los pozos petroleros, los soldados y las milicias que les apoyan han entrado este martes en Janaquín (en la frontera con Irán) y otras tres ciudades de la provincia de Diyala, al noreste de Bagdad, así como en la ciudad de Sinjar, en la provincia de Nínive, al noroeste. La comarca de Sinjar, tierra ancestral de la minoría yazidí, fue una de las zonas más castigadas por la brutalidad de los yihadistas del ISIS, que esclavizaron y violaron a miles de sus mujeres, además de asesinar a centenares de hombres.
Posturas enfrentadas
El presidente kurdo, Masud Barzani, ha asegurado este martes en un comunicado que el voto por la independencia no ha sido en vano. En su primera reacción a la pérdida de Kirkuk y otros territorios en disputa a manos de las fuerzas federales, Barzani ha responsabilizado a sus rivales políticos por haber retirado a las tropas kurdas, pero no obstante ha hecho un llamamiento a la unidad de la región.
“La sangre que vuestros hijos dieron y siguen dando por la libertad del Kurdistán y la voces que alzasteis por la independencia, no han sido en vano”, ha proclamado el líder kurdo, que el 1 de noviembre afronta elecciones. Bajo la grandilocuencia de su retórica se intuye la resignación de una derrota de la que muchos le responsabilizan por organizar un referéndum en contra de la opinión de todos sus aliados y vecinos.
Mientras, el presidente de Irak, Haider al Abadi, ha desestimado la controvertida consulta como "algo del pasado", y hecho un llamamiento a los dirigentes kurdos para dialogar "en el marco de la Constitución". Queda por ver cómo van a vencer la enorme desconfianza que se ha instalado entre ellos y si van a ser capaces de contener a los sectores más intransigentes de cada lado. Al Abadi también se enfrenta a unas elecciones el próximo abril, lo que le ha presionado sin duda para responder a quienes le pedían que actuara ante el desafío kurdo.
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