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El rehén de los talibanes revela que mataron a su hija y violaron a su esposa

La nueva información acentúa el misterio sobre los cinco años de cautiverio de la pareja canadiense-estadounidense

Boyle habla con la prensa al llegar el viernes a Toronto.Vídeo: MARK BLINCH (REUTERS) / epv (ATLAS)

La liberación de una pareja estadounidense-canadiense ha acabado con el horror de cinco años de cautiverio a manos de los talibanes, pero ha acentuado las incógnitas alrededor del caso. La trágica historia del canadiense Joshua Boyle, de 34 años, y la estadounidense Caitlan Coleman, de 31, dio un nuevo giro la noche del viernes. Tras aterrizar en Canadá, junto a su pareja y tres niños, Boyle explicó a la prensa que sus captores de la red Haqqani, afines a los talibanes, mataron en 2014 a su hija pequeña y violaron a su esposa.

Hasta entonces, se sabía que Coleman estaba en un estado avanzado de embarazo cuando fueron secuestrados en octubre de 2012 durante una excursión en la peligrosa provincia afgana de Wardak, al sur de Kabul y con presencia de milicianos. También se sabía que había tenido tres hijos durante su cautiverio (dos de ellos, de rasgos occidentales, aparecieron en un vídeo en 2016). Pero se desconocía que había tenido un cuarto hijo y que uno había fallecido. Tampoco que había sido violada. No hay información oficial sobre quién es el padre de cada menor.

“La estupidez y la maldad de Haqqani al secuestrar a un peregrino y a su esposa embarazada, que fuimos a ayudar a los aldeanos en las regiones controladas por los talibanes en Afganistán, solo fueron eclipsados por la estupidez y la maldad al autorizar el asesinato de mi hija debido a mi negativa reiterada de aceptar una oferta que los criminales de la red Haqqani me habían hecho” declaró Boyle, entero pero emocionado, al leer un comunicado en el aeropuerto de Toronto.

El canadiense aseguró que esa negativa propició la violación de su mujer “no como una acción solitaria, sino por un guardián asistido por el capitán de los guardianes y supervisado por el comandante de Haqqani Abu Hajar”. Boyle pidió que se abra una investigación y confió en que su familia pueda empezar una nueva vida.

Caitlan Coleman (izq) junto a su marido, Joshua Boyle, y dos de sus tres hijos en un vídeo difundido por los talibanes el 19 de diciembre de 2016.
Caitlan Coleman (izq) junto a su marido, Joshua Boyle, y dos de sus tres hijos en un vídeo difundido por los talibanes el 19 de diciembre de 2016.REUTERS

Militares pakistaníes liberaron el miércoles a la pareja y a tres de los hijos tras recibir una información de los servicios de inteligencia estadounidenses de que los secuestradores los iban a mover. Los extremistas amenazaron con matar a los rehenes tras un intercambio de disparos. Uno de los menores tiene una salud frágil.

Se cree que los secuestrados fueron trasladados recientemente de Afganistán a Pakistán. Washington lleva años acusando a Islamabad de no hacer lo suficiente en la lucha contra los talibanes. La desconfianza en asuntos de seguridad entre ambos países es máxima desde que EE UU llevó a cabo en 2011 una operación en Pakistán en la que mató al entonces líder de Al Qaeda Osama bin Laden.

El drama de la pareja está envuelto de otras sorpresas. Tras ser liberados, no viajaron en un avión militar estadounidense como estaba previsto y fueron a Canadá en vuelos comerciales, desde Islamabad a Toronto vía Londres. También es un misterio por qué estaban en una zona tan peligrosa de Afganistán cuando fueron capturados.

Boyle, además, estuvo brevemente casado en 2009 con Zaynab Khadr, hermana de Omar Khadr, un canadiense que fue capturado en 2002, cuando tenía 15 años, en Afganistán por soldados de EE UU tras un intercambio de disparos. Fue enviado al centro de detención estadounidense de Guantánamo (Cuba) y durante años, hasta ser trasladado a Canadá en 2012, fue el recluso más joven de la funesta cárcel. El padre de los Khadr era un financiero de Al Qaeda y conocía a Bin Laden.

Sin embargo, EE UU y Canadá han insistido en que Boyle no tiene nada de qué preocuparse y que no es objeto de ninguna investigación. Eso podría explicar su recelo a subirse a un avión militar. Su padre explicó al diario The New York Times que el avión se dirigía a la base estadounidense de Bagram, en Afganistán, donde se abusó de detenidos en los primeros años de la guerra contra el terrorismo, y alegó que ellos querían viajar directamente a Canadá.

En su vuelo a Toronto, Boyle habló brevemente con un periodista de la agencia Associated Press y, mirando a uno de los funcionarios del Departamento de Estado que le acompañaba, le dijo: “Sus intereses no son mis intereses”.

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