Eugene Kaspersky, el ruso que ha creado el antivirus de tu ordenador
El informático y empresario ha sido acusado por EE UU de trabajar para el espionaje ruso
Eugene Kaspersky (Rusia, 1965) ocupa el número 1.567 en la lista Forbes de las personas más ricas del mundo —el 66 de Rusia— pero su despacho es una modesta pecera acristalada. Está situado en mitad del cuartel general de su empresa de seguridad informática en Moscú, Kaspersky Lab, creadora de uno de los cinco antivirus más utilizados del mundo. “Me gusta estar cerca de los ingenieros, de la gente que trabaja con los virus”, explicaba durante una visita a su compañía este hombre afable, que nunca ha querido renunciar a lo que considera que es su verdadero oficio: cazar programas perniciosos.
Ahora se encuentra en el punto de mira de Estados Unidos. El Departamento de Seguridad Nacional ha dado un plazo de 90 días a todas las agencias federales para que dejen de utilizar el antivirus de Kaspersky —con el que trabajan millones de particulares— porque le acusan de pasar información al Servicio de Seguridad Nacional (FSB), heredero del KGB.
Aunque se trata de una vieja polémica, hasta ahora no había tenido consecuencias para el volumen de negocio de su empresa, que no ha parado de crecer desde que la fundó en 1997. Kaspersky ya había sido acusado por la agencia Bloomberg y la revista Wired de tener lazos con el FSB, concretamente de compartir la información que obtiene de sus clientes. Este ingeniero lo ha negado siempre con vehemencia y mantiene que nadie ha presentado nunca ninguna prueba de ello. “Después de cinco años de acusaciones, ¿cuántas pruebas han aportado para demostrar las acusaciones? None. Nada. Zero. Zilch!”, ha escrito en una tribuna de la revista Forbes.
En respuesta a un cuestionario enviado por este diario, el empresario ruso respondió esta semana: “No he trabajado jamás para el KGB. No tengo ningún contacto directo ni inapropiado con el FSB, ni con ningún Gobierno en el mundo. Kaspersky Lab, eso sí, colabora con la policía de diferentes países, de forma totalmente pública. Eso incluye a Rusia, pero también a Interpol”.
"No tengo ningún contacto con el FSB, ni ningún gobierno del mundo", asegura
La acusación estadounidense se produjo poco después de que anunciase la puesta en marcha de un antivirus gratuito para PC y Android, considerado por el instituto alemán AV-TEST el más eficaz del mercado. La mayoría de los expertos en ciberseguridad consideran que la prohibición es injusta y sostienen que las principales firmas de antivirus mantienen, necesariamente, contactos con los servicios de seguridad de sus países, dado que la seguridad informática forma parte de la defensa nacional. Kaspersky se ha ofrecido a ir a declarar al Congreso de EE UU y se ha mostrado dispuesto a facilitar los códigos de su antivirus a los servicios secretos estadounidenses para demostrar que no ocultan ninguna puerta secreta.
El arranque de la carrera de este ingeniero ruso no ha ayudado a despejar las sospechas que suscita. Se graduó en el Instituto de Criptografía, Telecomunicaciones y Ciencias de Informática de Moscú, una escuela que dependía entonces del KGB aunque, precisa Kaspersky, también del Ministerio de Defensa, del de la Energía Atómica y del programa espacial.
En 1989, el ordenador de Kaspersky —un mamotreto con MS-DOS que utilizaba unos discos extintos, los floppies— se vio infectado por un virus. Supo localizarlo y desactivarlo. Ocho años después, en los albores de Internet, fundó con dos socios una compañía antivirus que ahora es un gigante de la seguridad informática, con 37 oficinas en 32 países. Tiene 3.700 empleados y una facturación anual de 644 de millones de dólares. Con 400 millones de abonados (de los que 270.000 son empresas), Kaspersky Lab es el cuarto antivirus del mundo, el segundo de Europa y el primero en mercados como el español, francés o alemán. Entre sus clientes está, por ejemplo, el Ejército de Brasil.
Sus colaboradores mantienen que los millones en su cuenta corriente no han cambiado su forma de vida: no tiene avión privado, ni yate. Sí cuelga en las redes sociales fotos de viajes de aventura y hace lo que le gusta: perseguir virus en la Red. Su fama le provocó un problema muy grave: uno de sus cuatro hijos, Iván, fue secuestrado cuando tenía 20 años, en abril de 2011. Los criminales pidieron un rescate de tres millones de euros que nunca llegó a pagarse porque fue liberado apenas cinco días más tarde por agentes del FSB.
Sus equipos analizaron en 2012, por encargo de la ONU, el programa pirata que espiaba a los iraníes
Pese a ocupar el cargo de consejero delegado, su formación sigue siendo más técnica que financiera. Su figura inspiró a Peter Telep —un escritor de la factoría Tom Clancy— para crear al protagonista de la novela Splinter Cell: Blacklist Aftermath. El personaje de esa ficción es un excéntrico millonario ruso, Igor Kasperov, propietario de una de las principales compañías de antivirus del mundo, que se enfrenta al Gobierno de Moscú al negarse a lanzar un virus letal contra EE UU. Kaspersky, que contribuye a alimentar la leyenda, tiene la novela en su despacho, junto a una foto con Angela Merkel y medallas de instituciones tan diversas como Interpol.
Es precisamente su formación como ingeniero una de las claves del éxito de su empresa: conoce muy bien aquello contra lo que trabaja. Fue uno de los primeros en comprender hasta qué punto los virus iban a representar un problema muy grave según los ordenadores fuesen ocupando un espacio creciente en nuestra vida.
Fueron sus equipos los que detectaron en 2012 uno de los virus más complejos, Flame, que investigaron por encargo de la ONU. Ese programa pirata —diseñado con toda probabilidad por Estados Unidos e Israel— servía para espiar el programa nuclear iraní. Dos años antes, Kaspersky había investigado también el virus Stuxnet, descubierto después de que causase estragos en las instalaciones atómicas de los ayatolás. Y su empresa también fue la primera que alertó sobre un ataque masivo contra el sistema bancario de Ucrania. El crecimiento de su compañía ha corrido en paralelo con la multiplicación de virus en la Red, en ordenadores y teléfonos, pero también en coches y lavadoras. Como repite siempre Kaspersky, esta guerra no ha hecho más que empezar.
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