Estados Unidos recorta su ayuda a Egipto por la mala situación de los derechos humanos
El ministro de Exteriores egipcio responde con la cancelación inicial de una reunión con Jared Kushner
La luna de miel entre Donald Trump y Abdelfatá al Sisi parece haber llegado a su fin. Estados Unidos ha decidido recortar su ayuda exterior a Egipto por la falta de progreso en el respeto a los derechos humanos en el país árabe. En señal de protesta, el ministro de Exteriores egipcio, Sameh Shoukry, canceló inicialmente su reunión de este miércoles con Jared Kushner, yerno de Trump y uno de sus más influyentes consejeros, pero finalmente el encuentro acabó celebrándose. Kushner, que lidera una delegación estadounidense de visita en Egipto, se ha reunido la tarde de este miércoles con Al Sisi.
Antes de la reunión con Kushner, el Ministerio de Exteriores egipcio emitió un comunicado en el que criticaba la reducción de la asistencia financiera de Washington. “Egipto ve esta medida como un reflejo de un pobre juicio de la relación estratégica que une ambos países desde hace décadas y adopta una posición que carece de una compresión de la importancia de apoyar la estabilidad de Egipto”, reza la nota, que advierte de las “negativas implicaciones” que tendría la decisión en la consecución de los intereses comunes de ambos países.
En concreto, el Departamento de Estado ha decidido cancelar una partida de ayuda de 95,7 millones de dólares a Egipto y retener otra partida de asistencia militar por valor de 195 millones de dólares, según explicó a EL PAÍS un funcionario diplomático estadounidense.
La motivación del recorte es la falta de compromiso de El Cairo con los derechos civiles, y sobre todo, la aprobación el pasado mes de noviembre de una draconiana ley de las ONG que dificulta enormemente el trabajo de las entidades humanitarias extranjeras en Egipto. Por ejemplo, la norma castiga hasta con cinco años de cárcel llevar a cabo cualquier estudio de campo o encuesta sin contar con autorización previa.
Los 195 millones en asistencia militar estarán en una cuenta a la que se podrá acceder en cualquier momento. "Pero estos fondos estarán retenidos hasta que veamos progresos de Egipto en prioridades claves", explicó el funcionario.
En paralelo, se ha decidido que otros 65,7 millones en ayuda militar y 30 millones en asistencia económica que debía recibir Egipto se dirijan a otros países, que aún no han sido determinados. "Seguimos preocupados por la falta de progreso de Egipto en áreas clave, incluyendo derechos humanos y la nueva ley de las ONG", señaló la fuente oficial. "El secretario [Rex Tillerson] está centrado en garantizar que nuestra asistencia extranjera cumpla con los intereses de EE UU y conceda valor al pueblo estadounidense. Estamos orgullosos de nuestra alianza con Egipto y el pueblo egipcio. Seguiremos buscando y alentando oportunidades para mejorar y reforzar la cooperación".
Desde que firmó un acuerdo de paz con Israel en 1979, Egipto ha sido el segundo mayor receptor de ayuda exterior estadounidense por valor de unos 80.000 millones de dólares. Tras el golpe de Estado de 2013 impulsado por Al Sisi contra el Gobierno de Mohamed Morsi, la Administración de Barack Obama decidió congelar la ayuda militar. Más adelante, reanudó la asistencia , pero se estableció que el secretario de Estado debe certificar ante el Congreso que Egipto está dando pasos democráticos.
“La ley de las ONG no es solo un ataque de Egipto a la sociedad civil, sino más específicamente para EE UU, pues ata de manos al Gobierno sobre quién puede implementar sus proyectos”, apunta en un mensaje electrónico Timothy Kaldas, investigador del think tank TIMEP. “Las cantidades no son enormes, pero su importancia es simbólica, ya que contradice el mensaje de las buenas relaciones con la nueva Administración y que la visita de Al Sisi a la Casa Blanca fue un éxito”, añade.
El reciente rifirrafe resulta sorprendente porque la política exterior de Trump y Tillerson no parecía otorgar demasiada importancia a los derechos humanos, y por la sintonía que habían exhibido el magnate y Al Sisi públicamente. El general egipcio fue uno de los primeros líderes mundiales en felicitar al presidente de EE UU tras tomar posesión del cargo. Y Trump le recibió en abril en la Casa Blanca, aparcó las violaciones de derechos humanos y le concedió una cálida acogida que rechazó ofrecerle Obama.
En otra reunión en mayo, en Arabia Saudí, el presidente republicano definió a su homólogo egipcio como un “tipo con una personalidad única, capaz de lo imposible”. Sin embargo, en su momento, la prestigiosa analista Michele Dunne ya había advertido que las citas no habían sido tan exitosas como vendió el Gobierno egipcio. Al Sisi no consiguió ninguna de sus dos peticiones: la declaración de los Hermanos Musulmanes como organización terrorista y el acceso a un mecanismo de crédito para facilitar nuevas compras de armamento.
La polémica surge poco después de que Aya Hegazi, una joven con doble nacionalidad de Egipto y EE UU, explicara en un artículo de opinión en The Washington Post su calvario en Egipto, y solicitara la suspensión de la ayuda estadounidense por la cuestión de los derechos humanos. Hegazi había fundado una ONG para ayudar a los niños de la calle de El Cairo. Tras el golpe de Estado, fue arrestada y acusada falsamente de abusar sexualmente de los niños.
Según la propia Hegazi, su caso resultó un montaje con la finalidad de criminalizar las ONG extranjeras. Después de tres años de cárcel, fue absuelta y puesta en libertad. Trump la recibió en la Casa Blanca con grandes honores, y se atribuyó su liberación, poniendo en duda la supuesta independencia de la justicia egipcia.
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