EE UU condena al chavismo por “silenciar” a Capriles
Washington da un paso adelante en el cerco diplomático a Caracas y alienta a la oposición
El Departamento de Estado de EE UU ha condenado al Gobierno venezolano por "silenciar a las voces opositoras", en concreto la de Henrique Capriles, excandidato presidencial y gobernador del estado de Miranda inhabilitado la semana pasada por la Contraloría General de la República para ejercer cargos públicos durante los próximos 15 años. "EE UU ve con gran preocupación las acciones del Gobierno de Venezuela para vetarlo", afirma el comunicado, que califica a Capriles de político "prominente y democráticamente electo".
La cancillería de Washington, encabezada por el secretario de Estado y exejecutivo petrolero Rex Tillerson, interpreta las recientes manifestaciones contra el chavismo en Caracas, capital de Venezuela, como "un eco" del deseo del pueblo venezolano por "elecciones prontas, respeto a la Constitución y a la Asamblea Nacional y libertad para los presos políticos". El Tribunal Supremo de Venezuela, alineado con el gobierno, dejó el 30 de marzo sin competencias al parlamento, en manos de la oposición, en un golpe autoritario que fue rechazado incluso por la fiscal general chavista y que llevó al régimen de Nicolás Maduro a dar marcha atrás y devolver sus poderes formales a la asamblea.
Con el comunicado de esta noche el Gobierno estadounidense da un espaldarazo a la oposición venezolana, alentando con lenguaje diplomático a que no cesen las protestas en las calles. "Llamamos a los manifestantes a que se pronuncien sin violencia y a las fuerzas del orden gubernamentales a que protejan las protestas pacíficas, y no a que las prevengan. La libertad de reunión es un derecho humano universal que las autoridades de Venezuela deben respetar". Washington levantó la voz en un día, este lunes, en el que Caracas volvió a ser escenario de una batalla campal entre la policía y manifestantes opositores, dispersados con gases lacrimógenos. Hubo además 18 detenidos, según cifras oficiales.
Enmarañado en sus problemas de política interna y con sus esfuerzos de política exterior centrados en la guerra siria, sus ambiguas relaciones con Moscú y el ajedrez de gigantes con China, el gabinete del presidente Donald Trump ha sacado tiempo para denunciar al chavismo y dejar claro su apoyo frontal al movimiento opositor, así como a las iniciativas de la Organización de Estados Americanos (OEA) de exigir a Caracas el respeto integral de la institucionalidad democrática. El organismo del secretario Tillerson ha expresado su "firme apoyo" al consejo permanente de la OEA, urgiendo al presidente Maduro a que "reconsidere la decisión de vetar a Capriles y a que garantice el derecho de los venezolanos a ejercer su derecho de elegir a sus representantes en elecciones libres y justas".
Fuera de la controversia del muro y de la disputa con México sobre los términos del tratado de libre comercio norteamericano, una cuestión económica, y con la revisión de las relaciones con Cuba en el frigorífico, la actual prioridad política latinoamericana de Washington es, sin duda alguna, Venezuela. La Casa Blanca ha decidido marcar el paso regional ante Caracas. En febrero, Trump enseñó los dientes al chavismo con la inclusión de su vicepresidente Tareck El Aissami en la lista negra de narcotraficantes de EE UU, la recepción oficial a la eposa del preso político Leopoldo López, Lilian Tintori -"Trump me dijo que Venezuela no está sola", declaró ella-, y otro comunicado del Departamento de Estado reclamando la liberación de "todos los presos de conciencia". Si el expresidente Barack Obama trató de conjugar la presión internacional al chavismo con una puerta entreabrieta al diálogo, la Administración Trump parece decidida a cercar lo máximo posible a Caracas con su influencia hemisférica y soplando las velas de la oposición -haciendo un guiño, hoy, al liderazgo de Henrique Capriles-.
El paso adelante de Washington abona a su vez la retórica victimista del chavismo. Este lunes en La Habana, Cuba, donde lo arroparon sus países aliados, Maduro afirmó: "La verdad verdadera es que se ha dado la orden desde Washington de cero diálogo en Venezuela y reventar a nuestro país para una intervención extranjera". Acompañado en el estrado por el presidente cubano Raúl Castro, el sucesor designado por Hugo Chávez, todavía al timón del país sudamericano pero sin el carisma y el liderazgo unificador de su mentor entre sus propias filas, le dio la vuelta al calcetín del reciente desmán autoritario del chavismo contra el parlamento para asegurar que "el golpe de Estado" lo "está dando la derecha oligárquica subordinada a los interés de EE UU".
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