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Schwarzenegger vuelve. Y esta vez, el enemigo es Trump

El exgobernador republicano de California mantiene un duelo público con el presidente, que parece estar obsesionado con las comparaciones

Pablo Ximénez de Sandoval
Arnold Schwarzenegger, el pasado día 17 en Melbourne, Australia.
Arnold Schwarzenegger, el pasado día 17 en Melbourne, Australia.Getty Images

Ya lo advierte en su perfil de Twitter: “Os dije que volvería”. En realidad, para los espectadores de cine nunca se ha ido. Pero como político republicano Arnold Schwarzenegger mantenía un perfil bajo desde que dejó de ser gobernador de California en 2011. Daba sus opiniones y consejos cuando se lo pedían y se dedicaba a promocionar temas como la lucha contra el cambio climático y la educación. Ahora, ha vuelto. Su nuevo papel es el de némesis de Donald Trump.

El último episodio del duelo tuitero de estrellas republicanas fue este lunes, cuando Schwarzenegger publicó un vídeo en el que se mofaba de los índices de aprobación de Trump (37%), históricamente bajos para un presidente que no ha cumplido 100 días de mandato. “Donald, han salido las audiencias, y te han empantanado. ¡Wow! ¿Ya estás en los 30? ¿Qué esperabas? Vas a quitar programas extraescolares para niños y el programa Comidas sobre Ruedas para los pobres? Es no es forma de hacer América grande de nuevo. ¡Venga ya! ¿Quién te está asesorando?”.

Dos semanas antes Trump había destrozado todas las convenciones políticas de la Presidencia acusando a su antecesor de haberlo espiado y llamándole “enfermo”. En un último tuit de esa andanada, se acordó de Schwarzenegger, para decir: “No se va voluntariamente de The Apprentice, le han echado por sus pobres (patéticos) índices de audiencia”. Ese día, Schwarzenegger le retuiteó diciendo: “Deberías contratar un nuevo guionista de chistes y un comprobador de datos”.

Esto no fue siempre así. Trump se hizo popular en Estados Unidos, fuera de la élite de yuppies de Nueva York, gracias al programa de televisión The Apprentice, en el que forjó su famosa frase “¡estás despedido!”. Lo presentó durante 11 años entre 2004 y 2015, con gran éxito al principio y no tanto en los últimos tiempos. Lo dejó, según él, por su campaña presidencial, que comenzó en junio de ese año. Unos meses después, NBC anunció que el programa volvía con Schwarzenegger como presentador.

Pero como en todo, Trump no parece capaz de dejar las cosas atrás. En un mítin en septiembre de 2015, se refirió al asunto para decir que era “una buena elección” y decir que Schwarzenegger era amigo suyo. De hecho, lo dijo en Twitter: “Espero que a Arnold le vaya bien en The Apprentice porque es un buen tipo y porque ¡me llevo un buen pedazo de los beneficios!”. El nombre de Trump sigue ligado al programa como productor.

Las diferencias, sin embargo, surgieron por la política. En un Partido Republicano cuyas primarias fueron una guerra civil, Schwarzenegger optó por el lado de los moderados y dio su apoyo al gobernador de Ohio, John Kasich. El actor austriaco nacionalizado estadounidense siempre ha sido abiertamente republicano, desde sus tiempos de culturista en la playa de Venice. Después de millones de dólares en éxitos del cine de acción y décadas coqueteando con la política, decidió presentarse a gobernador del Estado de California en una elección especial celebrada en 2003, después de la recusación del entonces gobernador demócrata. Arnold utilizó en aquella campaña todas las frases de sus películas, como “you are terminated!” y se dejó llamar The Governator. Era la segunda vez que los californianos elegían a un actor republicano, después de Ronald Reagan.

Arnold llevó una campaña muy parecida a la de Trump, basada en su personalidad, frases pegadizas y la promesa de limpiar la capital de políticos corruptos y lobistas. Ganó con facilidad. En seguida, se dio cuenta de que no podía gobernar solo. En sus ocho años de mandato, trabajó con los demócratas, que dominaban las Cámaras estatales, para pasar leyes históricas contra el cambio climático. Gobernó de una manera tan centrista que hoy algunos conservadores californianos reniegan de él mientras se le ve con respeto desde el lado demócrata. Nada que ver con los primeros compases de Trump.

El enfrentamiento abierto llegó cuando a principios de octubre se publicó la grabación de un programa de televisión en el que Trump decía que no podía resistirse ante las mujeres guapas y tenía que besarlas. Y que si quería podía “agarrarlas por el coño” porque era una estrella de televisión. Schwarzenegger publicó un tuit en el que dijo: “Por primera vez desde que me hice ciudadano en 1983, no votaré por el candidato republicano” y llamaba a los republicanos a elegir “el país antes que el partido”.

Trump no se lo perdonó. Incluso después de ganar la presidencia, parece incapaz de resistirse a meterse con Schwarzenegger por las audiencias de The Apprentice. El presidente parece más preocupado por la comparación con Arnold en popularidad que por la comparación con todos los presidentes anteriores en respeto institucional. El actor asegura que el programa no despega porque carga con el peso de contar con Trump como productor. La gente no lo ve porque sabe que Trump está involucrado, afirma. A principios de este mes anunció que no volverá a presentar el programa.

Consciente de su gran popularidad y de que había construido un legado político en California, Schwarzenegger confesó que le gustaría aspirar a la presidencia, en una especie de reedición de la carrera de Reagan. En octubre del año pasado contó a la revista AdWeek que este habría sido su año de haber podido. Le es imposible por la provisión constitucional que exige haber nacido en Estados Unidos. Ese papel lo ha ocupado otra estrella mediática de su edad. Los paralelismos acaban ahí.

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Sobre la firma

Pablo Ximénez de Sandoval
Es editorialista de la sección de Opinión. Trabaja en EL PAÍS desde el año 2000 y ha desarrollado su carrera en Nacional e Internacional. En 2014, inauguró la corresponsalía en Los Ángeles, California, que ocupó hasta diciembre de 2020. Es de Madrid y es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense.

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