El triunfo de Uribe y del ‘no’ silencioso
El expresidente logra una inesperada victoria en un plebiscito que disputó en desventaja
El expresidente Álvaro Uribe llegó al plebiscito del domingo tras dos derrotas electorales, una nacional y otra regional, sin recursos, opacado por los medios y ninguneado por las encuestadoras que daban una clara victoria al sí. Durante muchos meses parecía una voz clamando en el desierto que se movía recorriendo pueblos, universidades o teatros, muy alejado de la onerosa campaña oficial del sí.
Sin embargo, el exmandatario sale reforzado y surge como el gran vencedor de una elección que se echó a las espaldas y en la que logró casi seis millones y medio de votos que dijeron No al acuerdo de paz con la guerrilla de las FARC. Aunque la ley le impide volver a presentarse a la presidencia de Colombia ha dejado claro que no tiene seguidores, sino fieles, que siguen contra viento y marea sus indicaciones y no se lo dicen a los encuestadores.
Originalmente no era fácil defender el no, una postura que a ojos de la comunidad internacional suponía continuar con la dialéctica guerrerista que lo caracterizó y que lo hizo tan popular en el país cuando logró recuperar vías de comunicación y mermar a la guerrilla hasta reducirla a poco más de 6.000 miembros.
Tras consumar su victoria mostró su rostro más firme y conciliador. "Colombianos, corrijamos el rumbo. Todos queremos la paz", destacó Álvaro Uribe en un corto mensaje de 5 minutos, en tono pausado, mediante el cual daba a entender que acepta el diálogo nacional abierto por Santos tras la victoria del no, aunque no dio un visto bueno claro. El expresidente hizo especial énfasis en su negativa a la reforma tributaria esbozada por Santos. Pidió reflexión a la comunidad internacional, "que nos escuchen las razones" y reclamó un "alivio judicial sin impunidad" para soldados y policías.
Desde que hace cuatro años el presidente Juan Manuel Santos se embarcó en la aventura de la paz el uribismo también ha ido mutando su mensaje. Del rechazo y el desconcierto inicial, al ver como su ministro de Defensa -Santos- renegaba de su padre político -Uribe- y encabezaba un proceso impensable años atrás, al “queremos la paz, pero no esta paz” de este domingo, como señaló su mano derecha Francisco ‘Pacho’ Santos, nada más conocer los resultados.
El que fuera el vicepresidente de Álvaro Uribe ( 2002-2010) fue el primero en aparecer. Eufórico pero tranquilo dijo que la victoria del no obliga a buscar la paz tras una renegociación integral de los acuerdos, algo poco probable a tenor de lo expresado por los negociadores del gobierno. “Nosotros también queremos la paz pero con un mayor estándar de justicia y verdad”, defendió ante los suyos. “La victoria del no es un mensaje de amor a Colombia y recibimos los resultados con alegría pero sin soberbia”, añadió.
También a las FARC y a su secretario general Timoleón Jiménez, alias TImochenko, les dijo que “pueden estar tranquilos, tengan confianza, porque queremos que este proceso paz avance”. Francisco Santos -primo del mandatario- hizo también un llamado para que la guerrilla no volvieran al monte. “Vamos a trabajar con el Gobierno para poder reconducir este acuerdo y para que esta paz llegue a buen puerto, con justicia, reparación, reconciliación y perdón”, insistió. “Una paz en donde quepamos todos y no sólo la mitad de los colombianos".
Hasta la votación de ayer domingo Álvaro Uribe y un pequeño grupo de afines han cabalgado en silencio durante los últimos meses, sin embargo, sus argumentos, en los que criticaban la impunidad de la que gozarían los guerrilleros si prosperaba el plebiscito, han calado en un electorado que no se dejó arrollar por el sunami oficialista a favor del sí.
Los argumentos triunfantes del uribismo eran muy claros; los guerrilleros no pagarían ni un día de cárcel, las FARC no hicieron público su patrimonio y, por tanto, es injusto que sólo el Estado indemnice a la víctimas y el narcotráfico será considerado un delito político lo que prolongaría durante décadas los cultivos. La población también rechazó que los guerrilleros obtuvieran cinco escaños en la Asamblea de forma directa y sin necesidad de elecciones.
Finalmente Álvaro Uribe jugó un partido en total desventaja con el marcador, el árbitro y el campo en contra y ganó por más de 40.000 votos de diferencia. Su victoria electoral le concede una nueva vida política con la que pocos contaban.
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