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Tribuna
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Desafíos

Colombia frente a los nuevos retos de la paz

Diana Calderón

Muchos son los desafíos en estos tiempos de construcción de las bases, de la arquitectura del posconflicto. Unos inmediatos y otros de mediano plazo y en todas las áreas.

Empecemos por lo inmediato. Mientras el gobierno espera que la Corte Constitucional declare exequible el mecanismo de refrendación de los acuerdos de paz, las disidencias y los opositores ganan terreno a la urgente pedagogía que requiere la negociación en su recta final. Estudios internacionales citados por el profesor Jairo Libreros hablan de un 20 por ciento de disidencia al interior de los grupos armados cuando se cierran los ciclos de acuerdos.

En el caso de las FARC, una organización que ha tenido cohesión interna histórica, el porcentaje es muy pero muy inferior. Hasta el momento solo un frente, el 1, que actúa en los territorios de Guaviare, Vaupés y Guainía, en el sur de Colombia, ha planteado que no se desmovilizará y seguirá en la lucha armada, ante lo cual el gobierno ya advirtió que será combatido. El otro sería el 7, según el procurador Alejandro Ordoñez, que se desconoce si habla con información cierta o para meterle su frecuente irresponsabilidad y ruido a la coyuntura.

De la situación son conscientes las mismas FARC, que tienen el desafío de explicarle a su tropa o guerrillerada el compromiso que asumen y sus implicaciones. La disidencia interna es por lo tanto un reto para ellos, y también para el gobierno que debe evitar la reproducción de nuevas violencias con esos reductos, en esas zonas donde se vive del narcotráfico y de la minería ilegal de oro y coltán. De la forma como sean intervenidos por el Estado esos territorios se evitará la fractura en la misma guerrilla y su posterior permanencia en la legalidad.

También inmediato es el desafió que esta semana tienen las cortes de Colombia en sus manos con dos grandes decisiones. En la Constitucional, les corresponde definir si el plebiscito se ajusta a la carta política y puede ser convocado por el gobierno para refrendación de lo acordado en La Habana. Y en la Corte Suprema, elegir a un nuevo fiscal general en un doble reto: la escogencia rápida y ojalá unánime que legitime la decisión, y que es el deseo de su presidenta Margarita Cabello, y el inicio de una etapa de verdadero equilibrio entre los poderes con un ánimo de colaboración interinstitucional que se garantice desde la independencia de las ramas del poder público.

El país no debe seguir viendo un espectáculo que incrementa la desconfianza en la justicia como el que dio el ex fiscal Eduardo Montealegre al declarar recientemente que se sentía traicionado por el gobierno que lo aplaudía en privado y lo criticaba en público, cobrándole al presidente Juan Manuel Santos no haberle ternado a su candidato a sucederlo en un cargo que hoy requiere de una persona con la mejor capacidad penal, el equilibrio emocional y sin ansias electorales, para trabajar en armonía con la justicia transicional y restaurativa que debe aplicarse a las FARC y a los demás actores del conflicto.

Este es quizá un momento de quiebre en la política colombiana y coincide con la conmemoración de los 25 años de la Constitución de 1991, la carta de los derechos, la que cambió para siempre la relación de los ciudadanos frente al Estado, que permite mirar con mayor claridad los desafíos para un país que deberá demostrar que el proceso de paz valió la pena el día D+181, cuando la concentración y desarme hayan terminado. Para ese momento es cuando necesitamos que la justicia esté reformada, los procesos de descentralización garantizados y un sistema político plural y transparente, incluso para los desmovilizados, con controles eficaces contra la corrupción.

Desafío para el Congreso de la República que no ha logrado avanzar en esos puntos y deberá probar que privilegian y honran su investidura entregando el poder de intermediación territorial con el que hoy se garantizan la burocracia.

Los desafíos son de todo orden. No menos importante lo que falta por hacer en el área de la estabilidad jurídica para la inversión en las zonas más vulnerables, donde se encuentran los puertos que nos hacen competitivos frente al mundo.

En las zonas de frontera, donde no crece el desarrollo y por el contrario la economía ilegal sí se robustece y donde las realidades de las naciones vecinas amenazan la estabilidad de poblaciones que están más caracterizadas por sus problemas de salubridad y desempleo. Desafío grande el que en buena hora se anticipó a atender la canciller María Angela Holguín, antes de que la nación que ayudó a construir el proceso de paz con la guerrilla de las FARC estalle en pedazos en nuestras narices y en nuestra frontera.

Y por último los medios, el papel nuestro de cada día, donde hoy más que nunca los presupuestos éticos de esta profesión son necesarios para evitar que se perpetúen las estigmatizaciones, se apoderen de nuestras páginas y micrófonos las fuentes anónimas con sus propagandas ideológicas en las que siempre termina por esconderse la verdad y legitimándose el odio.

Diana Calderon es directora de informativos y de @hora20 de Caracol Radio Colombia. Twitter @dianacalderonf

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