Brasil teme enfrentamientos en las calles debido a la tensión política
El Gobierno pide “tolerancia” ante la manifestación convocada este domingo en su contra
El ambiente de polarización política de Brasil se caldea todavía más. El viernes pasado, el país asistió en shock a la enésima fase de la operación Lava Jato, que investiga la corrupción dentro de la petrolera estatal Petrobras. Pero esta vez, el protagonista era nada más y nada menos que el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, interrogado durante más de tres horas sobre su supuesto enriquecimiento con la trama corrupta.
El escándalo ha creado aún más tensión y el llamamiento a participar en las manifestaciones a favor del impeachment de la presidenta Dilma Rousseff –que se están organizando desde hace un mes y están previstas para el próximo domingo– está ganando fuerza, así como las protestas en defensa de Lula y el Partido de los Trabajadores (PT), que prometen estallar por todo el país. El miedo al enfrentamiento entre los dos grupos preocupa al Gobierno de Rousseff, que el martes hizo un llamamiento a la “unidad” y la "tolerancia".
“En el momento en que vivimos, de nuevo, es necesario que insistamos en la importancia de la tolerancia”, afirmó la presidenta durante un discurso en Brasilia. Con aspecto cansado, Rousseff afirmó también que la crisis por la que pasa su legislatura solo se superará si el Gobierno goza de tranquilidad para gobernar. “Los gobiernos necesitan paz, para que podamos enfrentarnos a la crisis y retomar el crecimiento”.
El gobernador de São Paulo, Geraldo Alckmin, del partido de la oposición PSDB (Partido de la Socialdemocracia Brasileña), afirmó en una entrevista a la radio Jovem Pam, también el martes, que no permitirá que los manifestantes a favor de Lula ocupen la Avenida Paulista, donde tendrá lugar la protesta del domingo contra Rousseff. “Había una solicitud para poder organizar otra manifestación en sentido contrario, y dijimos que en el mismo lugar no se podía. La protesta a favor del impeachment y contra la corrupción ya estaba programada desde hacía un mes”, afirmó. “La situación política ha empeorado todavía más en Brasil. Estamos preparados para ofrecer total seguridad para que las personas puedan manifestarse el domingo”.
Desde el pasado viernes, cuando Lula fue conducido a las dependencias de la Policía Federal en el aeropuerto de Congonhas, en São Paulo, para declarar con relación a las sospechas de estar implicado en los desvíos de dinero de petrolera estatal Petrobras, ha crecido la adhesión a las manifestaciones que piden la destitución de Rousseff, ahijada política de Lula. Según el periódico Folha de S.Paulo, el seguimiento de las redes sociales ha indicado que la adhesión a los actos se ha disparado. Sin embargo, según el sondeo, realizado a petición del Gobierno, muestra que la adhesión a esta protesta es menor a la realizada en marzo del año pasado, que reunió casi un millón de personas. La última, convocada por el mismo grupo el 16 de diciembre pasado, fue todavía menor.
Desde el fin de semana pasado, líderes del PT, como Lula, han convocado a la militancia del partido, formada por movimientos sociales, sindicales y estudiantiles, a echarse a la calle. Oficialmente, el partido no ha convocado ninguna manifestación para el próximo domingo, pero existe la preocupación de que los militantes quieran enfrentarse a los seguidores de la oposición y eso acabe generando enfrentamientos.
Marco Aurélio Mello, ministro del Supremo Tribunal Federal, también ha expresado preocupación. “Que cada bando salga un día determinado. Evitemos lo peor”, afirmó. “Temo que se produzca un enfrentamiento. Temo, incluso, que haya muertes”.
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