La OTAN y la crisis migratoria y de refugiados
La misión de la Alianza no consiste en militarizar la crisis. Su labor será de apoyo, con total respeto por la soberanía nacional
Llegaron en bicicleta. A finales del pasado año, miles de refugiados —la mayoría, de Siria— atravesaron a pedales la remota frontera entre Rusia y Noruega que cae dentro del Círculo Ártico.
Estaban aprovechando un vacío legal que hasta hace poco permitía a los refugiados que llegaran sobre dos ruedas —no andando— entrar en mi país de origen por el norte.
Al hacer el trayecto, pasaron a formar parte de un inmenso éxodo permanente.
Los sucesos de los 12 últimos meses, que componen la mayor crisis migratoria y de refugiados desde la II Guerra Mundial, son una gigantesca tragedia humana.
El año pasado, casi un millón de personas arriesgaron sus vidas para tratar de alcanzar la seguridad en las costas europeas. De ellas, 900.000 lo intentaron por la llamada ruta del Mediterráneo Oriental; una cifra superior a toda la población de Ámsterdam, y el quíntuple de los que hicieron ese mismo viaje en 2014.
Facilitada por bandas criminales, la afluencia de inmigrantes y refugiados está ejerciendo enormes presiones sobre los países afectados. En lo que va de año, más de ocho de cada 10 refugiados e inmigrantes que entraron en Grecia desde Turquía procedían de sólo tres países: Siria, Afganistán e Irak. Turquía, Jordania y Líbano ya acogen a millones de refugiados.
La OTAN lleva muchos años tratando de solucionar las causas fundamentales de esta inestabilidad. Nuestra prolongada misión en Afganistán está contribuyendo a eliminar los refugios de los terroristas. Hemos ayudado a crear las fuerzas de seguridad afganas, con 350.000 miembros, a los que seguimos entrenando, asesorando y ayudando. Pronto empezaremos a entrenar a oficiales militares iraquíes. Y estamos listos para suministrar aviones AWAC que complementen los recursos nacionales de nuestros aliados y les permitan usar sus propios AWAC para operaciones en otros lugares. Los 28 miembros de la OTAN forman parte de la Coalición Global contra el ISIS, y esta medida reforzará la capacidad de dicha coalición de debilitar y destruir al grupo terrorista.
Este mismo mes, la OTAN decidió apoyar también los esfuerzos internacionales para cortar el tráfico y la inmigración ilegal en el Egeo. A partir de una propuesta de tres de nuestros miembros, Alemania, Grecia y Turquía, la decisión se tomó casi de forma instantánea. En el plazo de 48 horas desplegamos un Grupo Marítimo Permanente en el Egeo, compuesto en la actualidad por buques de Canadá, Alemania, Grecia y Turquía.
El Grupo va a llevar a cabo labores de reconocimiento, observación y vigilancia para suministrar informaciones críticas a los guardacostas griegos y turcos y otras autoridades nacionales competentes, además de la agencia europea de fronteras, Frontex. Gracias a esos datos, estos organismos podrán desempeñar su tarea con más eficacia, con el propósito de contribuir a salvar vidas y hacer frente a las redes ilegales que se aprovechan del sufrimiento humano. También hemos decidido intensificar los servicios de inteligencia, vigilancia y reconocimiento en la frontera entre Turquía y Siria.
Los barcos de la OTAN no van a sustituir a los guardacostas nacionales en el Egeo. Su misión no es detener ni devolver a los que intentan cruzar a Europa. Y no se trata, en absoluto, de militarizar la crisis.
La labor de la OTAN va a ser de apoyo; se llevará a cabo con total respeto por la soberanía nacional y en estrecha cooperación con las autoridades nacionales competentes. Lo que nosotros aportamos es que podemos facilitar una cooperación más estrecha y contribuir a un mayor intercambio de información entre Grecia y Turquía, porque los dos son miembros de la OTAN, pero sólo Grecia es miembro de la UE.
Al mismo tiempo, la OTAN está colaborando más estrechamente y de forma más inmediata que nunca con la UE. En definitiva, la OTAN tiene un papel único como plataforma para la cooperación. Esta crisis nos afecta a todos, por lo que debemos encontrar soluciones comunes.
Si los buques de la OTAN necesitan rescatar a barcos o personas en peligro —algo que han hecho en el Mediterráneo muchas veces en los últimos años—, lo harán en pleno cumplimiento de las leyes internacionales.
La obligación de ayudar a las personas que se encuentran en dificultades en el mar es una responsabilidad general que compete a todos los barcos, independientemente de que formen parte de una misión nacional o de la OTAN. En caso de rescatar en el mar a personas procedentes de Turquía, las devolveremos a Turquía. Los países miembros de la Alianza cumplirán con sus obligaciones dentro del respeto a las leyes nacionales e internacionales.
No menospreciamos la complejidad de lo que nos aguarda. Sabemos que esta crisis viene de muy atrás y no existe una solución rápida. Pero ignorar la situación sería ignorar los valores que constituyen la base de la propia Alianza, y estoy orgulloso de los esfuerzos de la OTAN para ayudar a nuestros aliados y a la UE a afrontar uno de los problemas más acuciantes de nuestros días.
Jens Stoltenberg es secretario general de la OTAN.
Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia.
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