Los ataques a extranjeros en Colonia avivan el miedo a un brote xenófobo
En la ciudad las denuncias por agresiones a mujeres ya superan el medio millar
Crece la crisis abierta en Alemania tras las agresiones a mujeres en Nochevieja. Al mismo tiempo que aumentan las denuncias —tan solo en Colonia ya se han presentado más de 500—, el miedo a una respuesta xenófoba se hace presente. Ultraderechistas organizados en las redes sociales atacaron en la tarde del domingo a grupos de paquistaníes, guineanos y sirios. Además, el movimiento islamófobo Pegida, que trata de sacar partido de la situación, se trasladó este lunes a la ciudad oriental de Leipzig.
El incremento del número de denuncias asusta. Si el pasado viernes eran 170, este lunes ya habían alcanzado las 513 tan solo en Colonia, un 40% de ellas relacionadas con delitos de carácter sexual. En Hamburgo superan las 130.
¿Fueron coordinados los ataques?
Uno de los grandes interrogantes sobre los sucesos de la Nochevieja en Colonia es si los ataques masivos a mujeres fueron coordinados. Las agresiones del 31 de diciembre sorprendieron sobre todo por el elevado número de hombres árabes o norteafricanos que las protagonizaron. Ya la semana pasada el ministro de Justicia, el socialdemócrata Heiko Maas, expresó su convencimiento de que los atacantes se habían organizado de alguna forma.
Maas, en una entrevista con el diario Bild publicada el domingo, insistía en su punto de vista. "Cuando una horda de ese tamaño se reúne para cometer actos delictivos, todo apunta a que estaba planificado. Nadie puede convencerme de lo contrario", aseguró. El ministro de Justicia cree que los más de mil hombres que estaban en la plaza se citaron, pero el Gobierno no da información sobre quién los habría convocado ni con qué motivos. "Hay que investigar cuidadosamente todas las conexiones. Nuestras sospechas giran en torno a que se buscó una fecha concreta. Si fuera así, este caso tendría una nueva dimensión", añadió Maas.
Pero no todas las autoridades comparten esta opinión. La policía de Colonia dice no disponer de ningún dato que haga pensar en un acto coordinado. “El hecho de que delitos parecidos se hayan cometido en todo el país nos hace suponer que no fueron planeados ni temporal ni jerárquicamente”, señaló un alto responsable de la Policía Judicial en el Parlamento de Renania del Norte-Westfalia, el Estado federado de Colonia. Las dos investigaciones —una federal, y otra del Estado— que están en marcha deberán aclarar quién tiene razón.
Impulsados por la indignación nacional, los partidos gobernantes intensifican los contactos para endurecer rápidamente las leyes para rebajar la protección a los refugiados que delincan y agilizar las deportaciones de aquellos que no tengan derecho a permanecer en Alemania. Así, los sucesos de Colonia han servido también para acelerar un nuevo paquete de endurecimiento de normas de asilo.
Tras los ataques, la presión sobre la política migratoria de la canciller Angela Merkel aumenta. Este lunes admitió que Europa es “vulnerable” ante la crisis de los refugiados y explicó por qué lo sostiene. “De repente afrontamos el desafío de la llegada de refugiados y somos vulnerables, como vemos, porque aún no tenemos el orden, el control que nos gustaría tener”, declaró en Mainz.
Una encuesta realizada por el instituto Forsa muestra que un 37% de los alemanes tiene ahora una opinión peor de los extranjeros de la que tenían antes de conocer los sucesos de fin de año. Este porcentaje es mayor entre los votantes del partido populista de derechas Alternativa por Alemania (72%) y en los de la Unión Cristianodemócrata de Merkel (43%). En cambio, un 60% de los encuestados respondió que su imagen de los extranjeros no había cambiado.
Las autoridades se enfrentan no solo a un malestar creciente en la población. También preocupa el refuerzo que los ataques de Colonia supone para los grupos más reacios a los extranjeros. Un grupo de 20 personas atacó a seis paquistaníes cerca de la estación central de trenes, donde comenzó este conflicto el 31 de diciembre. Dos de los agredidos acabaron en el hospital. Poco más tarde, un sirio era golpeado por cinco ultraderechistas. Unos desconocidos también atacaron a tres guineanos.
La policía cree que estos ataques xenófobos fueron coordinados. Los agresores se citaron a través de las redes sociales con el propósito expreso de “atacar a personas no alemanas”, según un portavoz policial. “Es una señal alarmante que debemos tomarnos en serio”, añadió.
Manifestación de Pegida
En este ambiente caldeado, la filial en Leipzig del movimiento Pegida —acrónimo de Patriotas Europeos contra la Islamización de Occidente— celebró este lunes su primer aniversario. Frente a ellos, hubo una manifestación antixenófoba.
Mientras la situación política y social se complica en todo el país, el Gobierno de Renania del Norte Westfalia (el Estado de Colonia) apunta a la policía como principal responsable del desastre de la noche de Año Nuevo. “La imagen que dio la policía local es inaceptable”, dijo el ministro regional del Interior, Ralf Jäger, ante una comisión del Parlamento de este Estado, el más poblado de Alemania.
Graves errores policiales
El ministro —que el pasado viernes forzó la destitución del jefe policial, que se resistía a abandonar el cargo— describió ante los diputados una actuación de los agentes catastrófica. Entre otros graves errores, acusó a la policía, dependiente de su departamento, de haber rechazado los refuerzos que le ofrecieron la misma noche de los sucesos. Reprocha además al antiguo jefe policial haber ocultado en los primeros días del escándalo la procedencia de los agresores.
El político socialdemócrata, en una situación cada vez más comprometida, rechazó también las acusaciones de que su departamento hubiera dado órdenes de no informar de la presencia de refugiados entre los atacantes.
Según Jäger, “la práctica totalidad” de las agresiones de la noche del 31 de diciembre fueron cometidas por inmigrantes, principalmente procedentes de países árabes o norteafricanos. Entre ellos, había muchos refugiados que llegaron a Alemania recientemente. “Tras abusar del alcohol y de las drogas, llegó el exceso de violencia, que acabó con hombres haciendo realidad sus fantasías de poder sexual”, concluyó el ministro.
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