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Los portugueses examinan en las urnas al alumno aplicado de la troika

El conservador Passos Coelho aspira a ser el primer gobernante de la UE que revalida su mandato tras completar un programa de recortes y privatizaciones

Passos Coelho da un mitin en Coimbra.
Passos Coelho da un mitin en Coimbra.MIGUEL A. LOPES (EFE)

Este miércoles, los funcionarios del Fondo Monetario Internacional (FMI) cerraron el despacho lisboeta y regresaron a su casa. Caso cerrado. Fueron cuatro años aplicando la receta de la austeridad y un “enorme aumento de impuestos”, como anunciara inocentemente en su día el ministro de Finanzas. Este domingo, los portugueses van a las urnas para respaldar, o no, al primer ministro Pedro Passos Coelho, el ejecutor de recortes sociales y privatizaciones inmensas, el alumno más aplicado de la troika. Aunque parezca increíble, las encuestas le dan como ganador.

El conservador Passos Coelho, líder del Partido Social Demócrata (PSD-PP, centroderecha), llegó al poder en junio de 2011, un mes después de que la troika (FMI, Banco Central Europeo y Comisión Europea) se instalara en Portugal y le entregara el memorándum para la salvación económica del país, la tercera desde la Revolución de los Claveles (1974) que puso fin a la dictadura.

La receta no le asustó. “Iremos más allá de la troika”, declaró Passos Coelho a los pocos meses. “El caos es una oportunidad para el cambio”, argumentó. Para este hombre frío y determinado, la troika más que una plaga era una bendición, la excusa perfecta para afrontar cambios difíciles de asumir por la población portuguesa. Y ha cumplido.

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Suprimió los 18 gobernadores civiles, el 25% de los concejos, el 40% de las empresas municipales, redujo embajadas y consulados, salarios y pensiones, escuelas, juzgados y hospitales. Pero cortar gastos era insuficiente. En plena crisis económica, los ingresos solo podían llegar de los magros ingresos de los portugueses. A las altas tasas del impuesto sobre la renta se le sumó un 3,5% y el IVA de la restauración pasó del 13% al 23%. Hasta para ser atendido en urgencias, vivo o moribundo, niño o viejo, había que pasar por taquilla (hoy los menores ya no pagan). Tampoco bastaba. En estos cuatro años, Passos Coelho ha privatizado los correos, el servicio eléctrico, las líneas aéreas, las instalaciones de los aeropuertos, los seguros, la gestión del metro y los autobuses de Oporto.

Ahora, el político conservador presenta resultados: del 9,8% del PIB en 2010 el déficit va a bajar del 3% este año; el paro ha descendido del 17,5% al 12,4%; el país crece por encima de la media de la UE y la recaudación del IVA aumenta un 9%. Hasta la deuda baja por primera vez en la historia.

En sus mítines, Passos Coelho no promete el fin de las penalidades, solo “seguir el rumbo”, una vez “liberado de la dictadura financiera”, como reconoció esta semana en Coimbra. “Llevamos cuatro años hablando de finanzas y de economía, y ahora que están en orden, ya podemos volver a dar plena dignidad a la política”. Y agita el fantasma griego para quien le tiente votar a la izquierda.

Su victoria no está garantizada, y menos aún el Gobierno de coalición que forman su partido y el Centro Democrático Social (CDS) de Paulo Portas. Las diferentes fuerzas de izquierdas, encabezadas por el Partido Socialista de António Costa, podrían sumar mayoría. Costa promete bajar el IVA de la restauración al 13%, devolver los recortes a los funcionarios en la mitad de tiempo que el PSD-CDS; y bajar la contribución a la seguridad social, pero a cambio de recibir menos pensión.

Alto porcentaje de indecisos

Según la encuesta de la Universidad Católica, CDS-PP lograría el 39% de los votos; PS, 33%; PC-Verdes, 11%, y Bloco de Esquerda, 8%.

La de Intercampus ofrece estos resultados: CDS-PP, 38,8%; PS, 31,6%; PC-Verdes, 8,2%, y el Bloco de Esquerda, 7,9%.

Los sondeos de intención de voto, que se publican a diario, cifran en un 21,4% el porcentaje de indecisos. El 50,8% no contesta.

Un discurso económico no muy diferente al de centroderecha del PSD-CDS, como machaconamente le acusa el comunista Jerónimo de Sousa. Sin él, no hay mayoría de izquierdas. El líder comunista es el abuelo que a todo nieto le gustaría tener. Suave de palabra, es inflexible en el cortejo del PS. “Qué peligroso e inaceptable sería que en nombre de un mal menor, este partido -el partido de la verdad, de la coherencia, que estuvo en la primera fila de la lucha con los trabajadores- abdicase de la defensa de los intereses del pueblo portugués y de la soberanía nacional a cambio de un cambio de cromos”.

Según los sondeos, su monolítico discurso vive los momentos más felices desde los años ochenta, con el 12% de los votos y una veintena de escaños, por delante del Bloco de Esquerda, apoyado por Podemos. El clásico PC portugués no teme a Syriza: “Tales movimientos ya existieron hace muchas décadas”, recuerda impasible De Sousa.

“El Partido Comunista es un factor de estabilidad institucional y motivo fundamental para que movimientos como Podemos no cuajen en Portugal”, explica Marcelo Rebelo de Sousa, el principal analista político del país, y probable candidato a la presidencia.

También es un factor de estabilidad para los grupos económicos, pues su programa radical (salida del euro, renegociación de la deuda), imposibilita hacer piña con el PS. A Fernando Ullrich, director general del banco BPI, no le preocupa que gane Passos Coelho o que gane Costa. “El margen de maniobra de un Gobierno socialista para hacer cosas diferentes es muy pequeño, porque el país va a continuar condicionado por la Unión Europea, por el euro y por los mercados”.

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