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Un alcalde ultraderechista encabeza el rechazo a los refugiados en Francia

El regidor de Béziers explica in situ a los migrantes que no son bienvenidos en su ciudad

Fragmento del vídeo difundido por el Ayuntamiento de Béziers.
Carlos Yárnoz

Robert Ménard, de 62 años, periodista y fundador de Reporteros sin Fronteras, está culminando estas semanas el viaje ideológico que ha hecho desde la izquierda hasta la ultraderecha. Alcalde desde el año pasado de la localidad de Béziers, al sureste del país, de 73.000 habitantes, Ménard protagoniza casi todas las semanas alguna decisión polémica. Ahora, contra los refugiados. Incluso ha acudido en persona a casas ocupadas por migrantes sirios para decirles que no son bienvenidos en su ciudad.

Con el apoyo del Frente Nacional de los Le Pen, llegó a la alcaldía con un 47% de votos prometiendo elevar la seguridad y poner a raya a los musulmanes de la zona. Por eso, la reciente oleada migratoria le ha puesto en guardia. Ha dedicado la portada de su revista municipal —Le Journal de Béziers— a alertar a sus vecinos con el título de “Llegan” junto a una fotografía de refugiados a bordo de un tren.

Él dice que hay que ayudar a esos refugiados. Pero en sus ciudades. El pasado día 11 se hizo acompañar de policías municipales fuertemente armados y con chalecos antibalas —y por supuesto de cámaras— hasta el barrio de La Devèze, donde unos migrantes sirios se habían alojado en unas viviendas vacías.

“Usted no es bienvenido en esta ciudad”, espeta Ménard uno a uno a los tres refugiados con los que habla. “Si no se va, la policía le obligará a hacerlo”. Uno de sus interlocutores le explica que está allí por poco tiempo, pero el regidor le insiste en que ha entrado ilegalmente en la casa, que ha infringido la ley y que debe abandonarla. Afuera, le esperan varios vecinos que han ido a apoyarle, así como tres alcaldes de localidades cercanas.

Para Ménard, las organizaciones que apoyan a estos migrantes “explotan políticamente” la llegada de refugiados. Es precisamente lo que él hace. Desde que comenzó la oleada migratoria, afirmó que él no acogería a refugiados en Béziers.

Su temperamento y su ideología dejan huellas permanentes. Nada más llegar a la alcaldía, armó a sus policías locales con revólveres y pistolas eléctricas. "La policía municipal tiene a partir de ahora un nuevo amigo", decían los carteles puestos por el ayuntamiento por toda la localidad. En ellos aparecía una pistola adornada con los colores de la bandera francesa en primer plano. En diciembre, y pese al principio francés básico de la laicidad, montó un belén en el Ayuntamiento y, meses después, escandalizó a todo el país al declarar que en su ciudad hay un 65% de escolares que son musulmanes.

Advertido de que la ley castiga tener ficheros de ciudadanos según su raza o religión, argumentó que solo se guiaba por los nombres y apellidos de los escolares.

También en diciembre, rebautizó una calle para acomodarla a su actual ideología. La dedicada a 19 de octubre de 1962, día del alto el fuego en la guerra de independencia de Argelia, pasó a llamarse calle del comandante Hélie Denoix, militar francés golpista opuesto a la independencia de Argelia.

Ménard es también homófobo. Prometió en su campaña que en su Ayuntamiento no habría bodas homosexuales. Y para redondear su perfil, suele comentar que, en determinados casos, es partidario de la pena de muerte y la tortura.

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Sobre la firma

Carlos Yárnoz
Llegó a EL PAÍS en 1983 y ha sido jefe de Política, subdirector, corresponsal en Bruselas y París y Defensor del lector entre 2019 y 2023. El periodismo y Europa son sus prioridades. Como es periodista, siempre ha defendido a los lectores.

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