Los refugiados afrontan crecientes obstáculos en su camino europeo
Mientras Alemania y Austria reintroducen los controles, Croacia cierra pasos fronterizos y Eslovenia limita el tráfico ferroviario
La crisis de refugiados ha derivado en una guerra de fronteras en la UE. Horas después de asegurar que les abrirían paso hacia Alemania, las autoridades croatas cerraron ayer casi todos sus pasos fronterizos con Serbia y reenviaron a Hungría a cientos de demandantes de asilo. La tensión crece pareja a la incidencia del fenómeno. Solo en el segundo trimestre del año, la cifra de refugiados se disparó un 85%.
Alemania y Austria reintroducen controles de fronteras en algunos puntos del territorio. Hungría erige muros contra los migrantes. Croacia cierra pasos fronterizos y retorna a demandantes de asilo a otros Estados. Eslovenia aplica controles y limita el tráfico ferroviario. Es la primera vez que un grupo de países del territorio Schengen —Croacia no participa en él— se acoge a las excepciones previstas en el código para hacer frente a un asunto sobrevenido, en este caso la llegada de refugiados. Con medidas de diversa índole —las de Alemania y Austria están dentro de la legalidad; las de Hungría suscitan muchas más dudas—, los países se están blindando ante un fenómeno que los desborda. El resultado es la creación de embudos de migrantes en diversas zonas del mapa europeo en un momento en que las llegadas no dejan de crecer.
“No podemos registrar ni acomodar más a estas personas. Tenemos corazón, pero también tenemos cabeza”, justificó gráficamente el primer ministro croata, Zoran Milanovic. Tras contabilizar más de 17.000 entradas en dos días, este país decidió cerrar siete de los ocho accesos desde Serbia y enviar a Hungría a cientos de migrantes que entendía provenían de este país de la UE y, por tanto, debían registrarse allí. El ministro húngaro de Exteriores, Péter Szijjártó, acusó a Croacia de “animar a las masas a cometer un delito”, en referencia a la entrada irregular en Hungría, penalizada desde hace unos días por las autoridades de este país.
También Eslovenia, país adherido a la libre circulación de Schengen, retornó a más de un centenar de migrantes hacia Croacia. Su Gobierno criticó al de Zagreb por “no actuar de acuerdo con los sistemas de la UE y de Schengen al decidir que no registra más migrantes”.
Más allá de las acusaciones concretas, las reglas comunes de identificación de asilados han saltado por los aires con la crisis de los últimos meses. El principio de que cada solicitante de refugio debe registrarse en el primer país europeo adonde llega no se aplica (y no solo ahora). “El problema no es Schengen, que tiene reglas muy claras; el problema es que el sistema de asilo no funciona. Debería crearse un servicio europeo de asilo independiente, disponible para los Estados miembros, que evaluara las concesiones de asilo con criterios comunes y distribuyera a los demandantes en función de sus circunstancias”, propone Sergio Carrera, experto en inmigración del Centre for European Policy Studies, un laboratorio de ideas europeo.
De entre todas las prácticas extraordinarias que se aplican estos días, las de Hungría son las que más claramente violan las reglas y dificultan el tránsito de los demandantes de asilo. “Todo Estado europeo tiene que dar acceso a la protección internacional. Se puede poner una valla, pero no impedir el acceso a demandantes de asilo ni criminalizarlos. Eso es ilegal”, zanja Carrera. La Comisión Europea, con poderes para sancionar conductas irregulares, dice haber pedido “clarificaciones” a Hungría sobre sus leyes, pero sin pasar a la acción.
Si en algo coinciden todos los actores implicados es en que el flujo no va a cesar. Entre abril y junio de este año, 213.200 personas pidieron asilo en la UE, según datos divulgados ayer por Eurostat. La cifra supone un 85% más que en el mismo periodo del año anterior, una tendencia que probablemente se ha acentuado mucho durante el verano. La preferencia por Alemania se incrementa: este país registra ya al 38% de todos los asilados. Le sigue Hungría, que irrumpe en el segundo puesto con un 15% de las solicitudes. Un 21% de quienes llaman a las puertas de Europa son sirios, y un 13% afganos.
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