“Hay un intento de criminalizar al Partido de los Trabajadores”
García reconoce que la crisis económica y la corrupción “afectan” a la imagen de Brasil
Al asesor en política exterior de la presidencia brasileña, Marco Aurelio García, el nuevo revés para la presidenta Dilma Rousseff, la rebaja de la calificación de crédito de Brasil de Standard & Poor’s, le ha sorprendido en Washington. Ahí se encuentra defendiendo, precisamente, la solvencia de su país frente a las dudas por la crisis económica y los escándalos de corrupción que afectan al gigante brasileño. Según García, que participó en la XIX Conferencia Anual CAF sobre los principales desafíos de América Latina, el Partido de los Trabajadores (PT) de Rousseff y Lula tiene que “reflexionar” sobre algunos “errores” cometidos y depurar “responsabilidades”. Pero afirma que la formación en el poder está siendo víctima de una campaña “criminalizadora” que no se justifica con la coyuntura.
Pregunta. ¿Debe el PT hacer un mea culpa por los casos de corrupción que se están descubriendo?
Respuesta. No, los mea culpa los hacen las entidades religiosas y nosotros no lo somos. Eso que la gente dice muchas veces que el partido está acabado no es verdad. El partido tiene una capilaridad social extraordinaria y los errores, algunos graves que pueda haber cometido, e incluso responsabilidades de algunos de sus dirigentes, no van a comprometer eso.
El partido tiene que hacer, y lo está haciendo en cierta medida, una reflexión sobre su trayectoria, pero sobre todo debe pensar en el futuro, porque lo que la gente quiere son alternativas. El gran problema de Brasil hoy día, que es un problema del Gobierno y de los partidos que lo apoyan, pero también de la oposición, es que no se sabe hacia dónde estamos yendo, esa es la cuestión.
P. Pero hay un enfado social muy grande y un asombro internacional por los casos de corrupción. ¿No está afectando eso al gobierno?
R. Ese estupor internacional se basa en una gigantesca campaña de enjuiciar a personas antes que los juicios se hayan hecho. Las detenciones hasta ahora son detenciones preventivas, no hubo condenas en el proceso de ahora. No quiero ser paranoico, pero hay un proyecto, un intento de criminalizar al PT y a sus dirigentes.
En cuanto a las protestas, la derecha está claro lo que quiere hacer. Durante un periodo quedó un poco apabullada con el éxito de nuestros gobiernos, pero salió de la perplejidad y aprovechó una coyuntura que le era favorable en cierta medida, y errores que nosotros cometimos también, para empujar la cosa.
P. ¿Dónde tropezaron, qué ha pasado con los avances de los últimos años?
R. No fuimos capaces de construir una narrativa sobre el proceso de reformas, y así es muy difícil avanzar en una nueva ola de reformas. En tanto que fuerza política, la izquierda, el PT, también el Gobierno por supuesto, no ha sabido explicar la narrativa de las reformas. Lula era un poco la narrativa, su trayectoria como alguien que vino desde abajo era, en cierta medida, un símbolo de lo que había pasado con Brasil, alguien que vino de abajo se hace presidente de la república a la vez que 42 millones de personas salen de la situación (de pobreza).
P. ¿Está afectando la situación interna a la imagen exterior de Brasil?
R. Claro que hay una afectación, pero no creo que sea una cuestión irreversible. Creo que Brasil está enfrentando hoy día son las dificultades económicas. Vencidas estas dificultades, tenemos condiciones que, ya sea la popularidad de la presidenta, ya sea la imagen del país, se resolverán. Lo que no excluye que tenemos que hacer para pensar nuestro futuro. Hoy estamos hundidos en el presente, preocupados con el presente, y el futuro tiene dos días siempre.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.