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Tribuna
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Santos bajo fuego amigo y el enemigo en La Habana

Quienes están llamados a construir el rumbo se dedican a peleas innecesarias mientras la corrupción sigue rampante

Diana Calderón

Una costumbre muy colombiana es buscarle sucesor al recién posesionado. En cualquier cargo. Pero especialmente el de presidente de la República. Faltan más de tres años para las elecciones presidenciales en Colombia. Pareciera que Juan Manuel Santos no tiene un gabinete sino un ramillete de candidatos prematuros entregados a sus propias ambiciones políticas en nombre de una patria que es sometida cada tanto a una encuesta para medirse ellos mismos en torno a la favorabilidad o desfavorabilidad que tienen. Mientras, los temas de fondo se ven afectados por esas controversias.

Pierde el Gobierno y pierde el país cuando los altos funcionarios convierten en enemigos a sus colegas. Lo vimos esta semana cuando el académico ministro de Salud, Alejandro Gaviria, planteó la suspensión del uso del glifosato para la erradicación de los cultivos ilícitos y defender la salud de los campesinos y la vida de la tierra, y el ministro de Defensa lo desafió dándole al país una cifra creciente de hectáreas sembradas con coca. Primer candidato. Se llama Juan Carlos Pinzón. Se le ha atravesado además al proceso de paz porque no sabe hacer la guerra en silencio. Lo seduce un arma peligrosa: el micrófono.

Un segundo candidato, como Pinzón, de las entrañas de la derecha, parece ser el procurador Alejandro Ordóñez. A pesar de su conocido apego a los preceptos religiosos, pecó usando parcialmente los estudios del Instituto Nacional de Salud para avalar su posición en favor de la fumigación, anunció que demandará el decreto y reiteró, como cada semana, sus posiciones contra los derechos de la comunidad LGTBI. En contraposición, el país asistió al discurso sorpresivo de monseñor Juan Vicente Córdoba, a quien se le fue la lengua en una defensa aparente de la comunidad homosexual: "No sabemos si alguno de los discípulos de nuestro señor era mariconcito, no sabemos si María Magdalena era lesbiana, no sabemos, parece que no, porque bastantes pasaron por sus piernas". Actúa monseñor también como candidato tratando de acercar a la Iglesia a los seguidores que le quitan día a día otras congregaciones cristianas. Y se equivoca con un lenguaje que no le hace honor a su posición. Qué pena.

Mientras tanto, desde la capital más cercana a la frontera con Venezuela, donde se descubrieron recientemente fosas con desaparecidos y el régimen de Maduro deporta colombianos, otro candidato, el vicepresidente Germán Vargas Lleras se enfrenta por recursos con el Ministro de Hacienda, Mauricio Cardenas, también potencial candidato conservador. Estoy fatigado, dijo Vargas, porque no le giran el dinero para las carreteras con las que espera transformar a Colombia, que parece condenada a un atraso de más décadas en su infraestructura. Colombia tiene un solo metro, y no en la principal ciudad del país.

Entre tanto, quien es llamado a garantizar la justicia, reparte sus días entre los medios y dando peleas con el Congreso y con varios ministros para defender a unas cortes que se corrompieron bajo la presidencia del ahora senador Álvaro Uribe y que se niegan a perder el régimen de impunidad en que se esconden. Este es fiscal general de la nación, Eduardo Montealegre, quien además propone una constituyente para reformar la justicia, en la que también los guerrilleros puedan sentarse a legislar sin pagar por todas las víctimas que siguen dejando regadas por el país. Y desde Londres, Sergio Jaramillo, que ojalá no se esté creyendo candidato, cobijado en el cargo de Alto Comisionado de Paz, notifica a los colombianos de su interés por traer al extraditado Simón Trinidad de una cárcel en Estados Unidos a la mesa de La Habana, dinamitando el esquivo consenso que necesita el proceso de paz.

Hemos tenido épocas oscuras en Colombia. Pero al menos entonces teníamos claro quién era el enemigo. Hoy quienes están llamados a construir el rumbo se dedican a peleas innecesarias mientras la corrupción sigue rampante, los recursos se despilfarran en el nombre de la mermelada con la que calman los cabellos rebeldes de sus nuevos ministros y las FARC manejan, como siempre, los tiempos. Presidente Santos, está usted bajo fuego amigo en Colombia y en La Habana tiene al enemigo, descansando.

*Diana Calderón es directora de Informativos y Hora 20 de Caracol Radio Colombia. @dianacalderonf

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