España impulsa una resolución en la ONU para frenar las llegadas
El texto permitiría hundir en Libia los buques de los traficantes
La mejor forma de evitar que los inmigrantes se ahoguen intentando alcanzar las costas de Europa es impedir que embarquen en Libia. El “espectáculo horrendo” –en palabras del ministro español de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo– del naufragio de un pesquero con 850 personas a bordo ha sacado a los Gobiernos europeos de la modorra con que asistían al goteo de muertes en el Mediterráneo. España, con el respaldo de Italia, está promoviendo una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que sirva de paraguas para una intervención limitada que contenga esta avalancha humana.
“No podemos esperar indefinidamente a que se forme un Gobierno de unidad nacional en Libia. [Bernardino] León [enviado del secretario general de la ONU] debe dar un ultimátum a las partes”, advierten fuentes diplomáticas. Eso significa que hay que fijar un plazo para la formación de un gobierno inclusivo en Libia; que si no es posible un acuerdo entre todas las facciones, se debería seguir adelante sin las que se autoexcluyan del proceso; y que, si aún así no se logra formar gobierno, bastará con el mandato de Naciones Unidas. “La legitimidad de una misión puede darse porque la pida el Gobierno reconocido del país, como en el caso de Irak, o porque la apruebe el Consejo de Seguridad de la ONU. Basta con que se dé una de las dos condiciones”. Estas reflexiones ilustran hasta qué punto se ha vuelto urgente actuar.
Pero ¿qué tipo de operación? La primera opción que se baraja es autorizar el hundimiento, cuando estén vacíos, de los buques utilizados para el tráfico de seres humanos, como se ha hecho en la operación europea Atalanta contra la piratería en Somalia. La agencia europea de fronteras Frontex ha constatado que los barcos son cada vez más grandes y quienes viajan en ellos van más hacinados. Dada la escasez de embarcaciones en Libia, se han dado casos en que los negreros intentan recuperarlas tras desembarcar a los pasajeros.
No obstante, fuentes militares recuerdan que casi siempre son buques-basura, que a duras penas sobreviven a un trayecto y se destruyen si son requisados.
“¿Se trata de hundirlos en puerto? Y, en ese caso, ¿cómo estar seguro de que pertenecen a las mafias?”, alegan las mismas fuentes, que recuerdan que el bombardeo de barcas en tierra solo se ha hecho una vez, con carácter disuasorio, en Somalia.
La alternativa pasa por el despliegue de una fuerza policial o militar europea en los “cuatro o cinco puntos de Libia” de donde zarpan la mayoría de los barcos con inmigrantes. Pero esta medida solo puede aplicarse si se pacta con la milicia que controla el puerto en cuestión y, aún así, los traficantes podrían cambiar los puntos de embarque y utilizar barcos más pequeños.
“No vale con poner parches sin atajar el problema de la inestabilidad de Libia”, resume un diplomático. Un almirante agrega que si se han multiplicado los naufragios es porque Frontex se ha alejado de las costas libias. “Podríamos acercarnos y rescatarlos a pocas millas de su salida. Pero, ¿se nos permitiría devolverlos a Libia? ¿Y quién se haría cargo de ellos? ¿cómo evitar que volviesen a intentarlo? No hay remedios simples ni milagrosos”.
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