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Rousseff y Levy, forzados a entenderse

Las suspicacias entre la presidenta brasileña y el ministro de Economía fisuran más a un Gobierno en crisis

Antonio Jiménez Barca
Rousseff y su ministro de Economía, Joaquim Levy.
Rousseff y su ministro de Economía, Joaquim Levy.UESLEI MARCELINO (REUTERS)

El pasado martes, en un encuentro relajado con estudiantes universitarios de economía en São Paulo, el ministro de Economía brasileño, Joaquim Levy, respondió a la pregunta de un alumno sobre lo que debe hacer el Gobierno y sobre los apoyos que el propio ministro conserva: "Existe un deseo genuino de la presidenta [Dilma Rousseff] de enderezar las cosas. Algunas veces no lo hace de la manera más fácil ni más efectiva, pero existe ese deseo genuino".

El encuentro era cerrado, pero las palabras del ministro se hicieron públicas el pasado sábado, cuando Folha de S. Paulo las publicó. Y desencadenaron —además de un enfado en la presidenta— una tormenta política en Brasil. No es la primera vez que el todopoderoso ministro de estirpe liberal embutido en un Gobierno de la no muy liberal Rousseff, que aún no ha cumplido ni 100 días en el cargo, alude con ironía a la falta de sintonía en materia de economía con la presidenta o con el resto del Gobierno. Hace meses se refirió, precisamente, a una medida del anterior Gobierno de Rousseff como "una tontería que hace perder al país 25.000 millones de reales [casi 8.000 millones de dólares] al año".

El lunes, después de que la frasecita del ministro rodara por todos los telediarios del país, Levy acudió a un encuentro en São Paulo con 600 empresarios prominentes de Brasil. Ahí, uno de estos empresarios le preguntó, en el curso del acto: "¿Qué, es difícil ser ministro de Dilma, eh?". Levy respondió que no, y, para dejar solventada la cuestión, añadió que sus palabras fueron sacadas de contexto y que él confiaba en la presidenta como le constaba que la presidenta confiaba en él. Es cierto que en el acto con los estudiantes Levy, además del comentario irónico sobre Rousseff, habló de muchas otras cosas, en especial de cómo el Gobierno está haciendo frente a las críticas por los, a su juicio, necesarios ajustes presupuestarios: "Yo diría, primero, que hay una gran comprensión general en que necesitamos cambiar de política. Es un trabajo duro, incluso para el Gobierno. Es difícil hacer ajustes, cambiar, planear, convencer a las personas, pero la mayor parte de esas personas ya están convencidas y eso es positivo".

El ministro, formado en la liberal escuela de Chicago, no casa ni con el fondo ideológico de la presidenta ni con el Partido de los Trabajadores

Pero también es cierto que la frase —y sobre todo el revuelo que ha acarreado— refleja la gran paradoja sobre la que se asienta el actual Gobierno de Brasil: el principal inductor de la política económica del Gobierno, formado en la liberal escuela de Chicago, paladín del ajuste y de adelgazar los gastos del Estado, no casa ni con el fondo ideológico de la presidenta Rousseff, del Partido de los Trabajadores (PT), que lo ha nombrado, ni mucho menos con varios dirigentes de este partido, que ven a Levy como un advenedizo, cuando no un intruso enemigo.

Pero Rousseff juzgó que para cambiar el rumbo de una economía marchita y estancada (a lo largo de 2014 creció un raquítico 0,1%) necesitaba un ministro armado de tijeras que supiera utilizarlas a fin de llevar a cabo un ajuste fiscal inevitable. Este martes, de hecho, Levy volvió a defender esse ajuste en el Senado. Pero eso no evita que se miren de reojo. Rousseff es orgullosa y poco dada a recibir lecciones de nadie, según quienes la conocen bien. Y Levy es un técnico especialista convencido también de lo que hace. Hay quien afirma que, hoy por hoy, la presidenta, acosada desde varios frentes políticos y con manifestaciones multitudinarias en la calle, precisa que la economía comience a carburar cuanto antes para lograr un respiro. Y para eso necesita las recetas de Levy, aunque vengan acompañadas de sus ironías. El expresidente Fernando Henrique Cardoso, del partido de la oposición, lo dijo hace unos pocos días en una entrevista: "Rousseff es rehén de Levy".

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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