El negocio de impugnar a Rousseff
Un publicista vende camisetas y pegatinas por Internet para financiar las protestas
Un hombre de negocios de São Paulo que asegura que el Partido de los Trabajadores (PT) le ha fallado. Una publicista que reside en la región centro-oeste del país (Mato Grosso) y vive “de las rentas”. Son algunos de los comerciantes que se aprovechan del movimiento que pide la moción de censura de Dilma Rousseff (PT), tanto para ganar dinero como para financiar las manifestaciones de este domingo por la impugnación. Con la venta de camisetas a 99 reales (unos 31 dólares) y adhesivos a 3,50 (poco más de un dólar), Marcello Reis, de 40 años, y Leticia Balaroti, de 28, están a la vanguardia de los productos antiRousseff.
Reis es uno de los líderes del proyecto Revoltados On Line (Indignados online), un grupo formado en las redes sociales que se manifiesta en contra de la corrupción. En los últimos años ha ganado notoriedad (y seguidores en Facebook) al pedir la impugnación de la presidenta y situarse junto a figuras públicas tales como el músico Lobão, un feroz crítico del PT que pidió el voto para Aécio Neves, del Partido de la Social Democracia Brasileña, (PSDB) en las últimas elecciones. Para pagar la infraestructura de las protestas (como sistemas de sonido de alta potencia para eventos multitudinarios que rondan los 63.800 dólares), Reis vende camisetas, gorras y pegatinas por Internet.
Un lote de polo negro, gorra y cinco pegatinas cuesta de 56 a 62 dólares, dependiendo del tamaño. Por una camiseta con una banda presidencial y las palabras Dios, Familia y Libertad, el cliente podría pagar hasta 31. Sin gastos de envío. “Es un precio justo, porque el material es importado. Es de buena calidad y no tenemos producción propia”, afirma el emprendedor, que explica que ha tenido que cerrar una compañía de seguridad de la información ya que no quería participar en el “juego sucio del servicio público”.
Reis, que se describe como no partidista, fue despedido de una agencia de comunicación hace dos meses y ahora se dedica exclusivamente al movimiento que pide la salida de Rousseff. Afirma que lo echaron porque el diputado Paulo Pimenta, del PT, le acusó de neonazi durante la protesta que motivó el cierre del Congreso Nacional el año pasado. “Me llamó neonazi porque mi cabeza carece de pelo. Pero estoy lejos de ser extremista, mucho menos nazi. Yo solo soy un ciudadano politizado que está en contra de todo este robo”, explica. Ahora pasa día y noche vendiendo productos antiRousseff y recogiendo firmas en Internet para exigir su salida del poder.
Otros empresarios, a primera vista menos militantes, también parecen haber olido el negocio en esta corriente contra la presidenta. La tienda de camisetas online NM vende una a favor de la impugnación por 13 dólares. Los representantes de la tienda no quisieron hacer comentarios al respecto.
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