Una tercera vía andina
El Modelo Económico Social Comunitario Productivo es la opción de Evo Morales para uno de los países más pobres de América Latina
Si uno repasa la hoja de servicios macroeconómica de Bolivia en los últimos años, no podría menos que equiparar al Gobierno de Evo Morales con la más pura ortodoxia económica. La economía boliviana crecerá un 5,2% este año, después de alcanzar un 6,8% en 2013; su balanza por cuenta corriente exhibe un saludable superávit del 3,3% del PIB; las cuentas públicas arrojaron un saldo positivo del 1% el año pasado y algo parecido se prevé para éste, y la deuda pública se situó en el 32,6% en 2013. Al mismo tiempo, la pobreza se ha reducido del 60% de la población en 2006 al 45% en 2011, según el Banco Mundial.
Es el Modelo Económico Social Comunitario Productivo de Evo Morales, una especie de tercera vía que el líder boliviano parece querer imponer para uno de los países más pobres de América Latina. Un modelo alejado del desastre económico y social venezolano pero manteniendo una clara distancia con la inversión extranjera y el sector empresarial, más en la línea seguida por Ecuador. Una ecuación que se sostiene sobre la base de unos suculentos ingresos por la exportación del gas —3.670 millones de euros entre enero y septiembre—, aupados por la fuerte demanda de materias primas de China y la estabilidad que arrojan los contratos con Brasil y Argentina, explotados a través de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) con escasas interferencias políticas. “Hay un discurso político muy radical que poco tiene que ver con su política económica”, apunta Gonzalo Garland, economista de IE Business School.
“Morales tiene que lograr la explotación de los yacimientos de hierro y litio, una decisión parada por sus recelos frente a la inversión extranjera” Carlos Malamud, investigador principal de América Latina del Real Instituto Elcano
Un equilibrio complicado y con muchas complicaciones para el futuro. “Morales tiene que consolidar lo logrado en el ámbito de la disciplina económica y fiscal y lograr la explotación de los yacimientos de hierro y litio, una decisión que lleva tiempo parada por sus recelos frente a la inversión extranjera”, advierte Carlos Malamud, investigador principal de América Latina del Real Instituto Elcano. Sin esas inversiones, será difícil avanzar en los planes para reindustrializar el país, que el Gobierno ha anunciado de forma genérica para 2025, invertir en infraestructuras y avanzar hasta ser considerado una economía emergente “porque Bolivia ni siquiera está ahí”, advierte Ramón Casilda, consultor estratégico para América Latina. “Por ahora, desarrolla una economía de bajos salarios y basada en el comercio de materias primas. Pero tiene que apostar por la educación y por el desarrollo tecnológico para poder competir con otros países más avanzados. O corre el riesgo de caer en la trampa del crecimiento”.
Nadie ha hablado de los planes educativos durante la campaña, donde sí han sido varios los guiños al sector empresarial, hasta sellar una especie de paz con los empresarios de Santa Cruz, la provincia más rica y más dinámica del país. No se espera una nueva oleada de nacionalizaciones, como las llevadas a cabo en 2006, aunque la reciente ley de servicios financieros, que obliga a los bancos a facilitar el crédito para vivienda a determinados grupos, suscita algunos recelos. “Habrá que ver si las promesas electorales se cumplen”, remata Casilda.
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