El auge económico da alas a Morales
Las elevadas tasas de crecimiento, las políticas de redistribución y los acuerdos con los empresarios impulsan una clara victoria del dirigente boliviano
Hacer malabares entre un discurso anticapitalista y una política económica pragmática. Tratar de contentar por igual a ricos y pobres; a blancos, indígenas y mestizos. No caer en los errores económicos y el despilfarro de los vecinos con los que compartes mantel antiimperialista. Un cóctel inverosímil que deja como poso una nueva victoria electoral. Evo Morales será el presidente de Bolivia el próximo lustro. De cumplir su mandato, se convertirá en el hombre que más tiempo ha permanecido al frente del poder en democracia: 14 años.
A falta de datos oficiales, las encuestas a pie de urna y el conteo rápido realizado por varias empresas contratadas por los medios de comunicación bolivianos, que los candidatos aceptaron, dieron la victoria al candidato del Movimiento al Socialismo (MAS) con entre el 59,7% y el 61% de los votos. El principal aspirante opositor, Samuel Doria Medina (Unión Demócrata), logró entre el 24% y 25%. El expresidente Tuto Quiroga apenas alcanza el 9%, el exalcalde de La Paz Juan Del Granado y el ambientalista Fernando Vargas lograrían un 3% cada uno. Estos datos permitirían mantener al MAS los dos tercios de la Asamblea Legislativa cruciales para controlar todas las decisiones, aunque este aspecto aún no estaba confirmado. El Tribunal Electoral había asegurado que durante la noche electoral se habría contado el 70%, pero ayer solo se conocía el 2,7% debido, aseguraron, a un fallo en el sistema y a supuestas amenazas de pirateo informático que han suscitado la controversia en el país.
“El antagonismo es cada vez menor, el Gobierno no asusta”, cree un analista
“El grupo antagónico a Evo es cada vez menor, el Gobierno ya no causa miedo”, explica el analista Fernando Molina. Pese a lograr un porcentaje menor que en 2009 (64%), Molina considera que se trata de una victoria sólida después de nueve años de Gobierno. El fin de la polarización se evidencia en que Morales fue el más votado en ocho de los nueve departamentos del país. Solo le ha faltado Beni, el único de la conocida como media luna —junto a Pando, Tarija y Santa Cruz— que se le resiste. “¡En Bolivia hay luna llena!”, gritó tras la victoria el presidente desde el balcón del Palacio de Gobierno, en la paceña plaza de Murillo. Ya ayer, Morales insistió en que su partido había dado “un mazazo” con su triunfo.
La victoria en Santa Cruz tiene un simbolismo especial. Motor económico del país, ha sido el bastión opositor y uno de los focos de más tensión, sobre todo durante su primer mandato, tras el desafío autonomista de 2008. El oficialismo venció ahora por más de 10 puntos sobre Doria (50,6% por 38,1%), en gran medida gracias a su acercamiento al poder empresarial cruceño. Pese a su retórica, Morales ha aplicado una lógica liberal con los empresarios y ha hecho suya la hoja de ruta que estos le plantearon el pasado año. “De la consecución o no de estas promesas depende su avance en el oriente del país”, augura Molina.
Mientras se llegaba a la entente con la élite empresarial, el Gobierno boliviano ha desarrollado una serie de políticas redistributivas con las que ha logrado la inclusión de una parte de la sociedad, discriminada durante décadas. Ello le ha permitido mantener fiel a su base. En nueve años, el Estado ha implementado bonos para ancianos, mujeres embarazadas y estudiantes; es decir, ha dado ayudas a un tercio de los 10 millones de habitantes del país. Según datos del Ministerio de Economía, todas estas medidas han contribuido a que la pobreza extrema en las áreas urbanas se reduzca en 10 puntos (del 24% pasa al 14%) y 20 puntos (del 63% al 43%) en las zonas rurales.
Más allá de la estabilidad política y social, nada de ello hubiese sido posible sin la bonanza económica de este ciclo. Un despegue propiciado por los altos precios de las materias primas y los hidrocarburos, que Morales recuperó para los bolivianos al poco de llegar al poder —fueron descubiertos durante el Gobierno de Jaime Paz Zamora, entre 1989 y 1993—. A diferencia de otros países de la región con los que comparte retórica, Bolivia ha sabido administrar sus recursos naturales. Esto ha repercutido en que los ingresos por exportaciones pasen en una década de 2.000 millones de dólares a 10.000 (de 1.600 millones de euros a 7.800). El país jamás tuvo unas reservas internacionales como las de hoy, en torno a los 15.000 millones de dólares (11.800 millones de euros).
La victoria alimenta el debate sobre la reelección indefinida
El empleo es casi pleno en todo el país. Para este curso se espera un crecimiento del 5,5%, la segunda mejor previsión de la región, según la Comisión Económica para América Latina (Cepal). Desde que Morales llegó al poder, la renta petrolera ha pasado de 300 millones de dólares anuales a los cerca de 6.000 que se esperan para final de este año. En 2013, cuando la economía creció un 6,3%, el gas supuso el 54% de las exportaciones: 6.589 millones de dólares de un total de 12.042 millones. Mantener a Bolivia como un productor de gas requerirá destinar más recursos a la exploración, algo que el Gobierno de momento no ha hecho. El país solo tiene garantizadas las reservas para 10 años y, por el momento, invierte en torno a 400 millones de dólares, una cifra relativamente baja.
La contundente victoria ha sacado a relucir el debate sobre la reelección indefinida. La Constitución —que Morales ha dicho que acatará, y su vicepresidente, Álvaro García Linera, que no cambiará— no permite más que dos mandatos. Si se ha podido presentar en esta ocasión es porque el Gobierno, con el visto bueno del Tribunal Constitucional, interpreta que Evo convocó elecciones anticipadas en 2009, por lo que solo habría completado un mandato.
Retrasos en el recuento
El Tribunal Supremo Electoral (TSE) aseguró antes de las elecciones que la noche electoral se contaría el 70% de los votos, y la mañana siguiente llegaría al 90%. Ayer a mediodía, solo el 2,89% había sido escrutado. Un portavoz aseguró a este periódico que el cómputo se había detenido por un fallo del sistema y que no podía garantizar cuándo se reanudaría. El TSE tiene cinco días para dar datos oficiales.
El vocal del tribunal Ramiro Paredes aseguró a Efe que algunos miembros recibieron en sus teléfonos móviles “anuncios anónimos” de que el sistema informático sufriría sabotajes. La amenaza, agregó, obligó a las autoridades a redoblar la seguridad. Los medios de comunicación bolivianos se hicieron eco de esta misma versión.
La misión de los observadores de la OEA destinada a Bolivia, y dirigida por el expresidente de Guatemala Álvaro Colom, aseguró que el proceso electoral "contó con las garantías suficientes para que la voluntad del pueblo boliviano se reflejara en las urnas", aunque observó "que el proceso de cómputo, transmisión y divulgación de actas fue extremadamente lento". "Esta situación fue provocada por una serie de problemas técnicos y procedimentales. La Misión considera que no es conveniente que se saquen todas las conclusiones a partir de las encuestas a boca de urna. En esta ocasión, dada la distancia entre los candidatos y la concesión de los rivales, no es determinante. Sin embargo, en una elección estrecha, podría ser problemático", añadía el comunicado.
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