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La cifra de desplazados alcanza el nivel máximo desde la II Guerra Mundial

Los conflictos expulsaron a seis millones de personas de sus hogares en 2013, según la ONU

María R. Sahuquillo
Un recinto temporal de ACNUR en Aski Kalak, Irak, el 17 de junio de 2014
Un recinto temporal de ACNUR en Aski Kalak, Irak, el 17 de junio de 2014KARIM SAHIB (AFP)

El número de desplazados y refugiados ha alcanzado su nivel máximo desde la II Guerra Mundial. A finales de 2013, unos 51 millones de personas vivían alejados de sus hogares como consecuencia de los conflictos, la persecución y la violencia generalizada, según un informe del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) hecho público este viernes. El documento, que recoge cifras facilitadas por los Gobiernos y por los servicios propios de la ONU, muestra que el año pasado unos seis millones de personas se vieron obligadas a abandonar sus casas para escapar de la violencia; el nivel de desplazamiento más alto registrado desde que se contabilizan datos. Un salto, aseguró el alto comisionado de la ACNUR, Antonio Guterres, que se debe fundamentalmente a la intensificación de la guerra en Siria y a los conflictos en Sudán del Sur y República Centroafricana.

El número de personas que escapan de la violencia —como también el número de conflictos— crece sin parar. Andreas Kamm, secretario general del Consejo Danés para los Refugiados, se lamenta del nuevo “récord negativo”, aunque matiza que las cifras manejadas en la II Guerra Mundial —donde se calcula que hubo unos 60 millones de refugiados— son estimaciones. “Además, existen importantes diferencias. Ahora estamos ante conflictos más largos, hay muchas más personas que se mueven dentro de sus propios países y también muchas otras a las que les resulta imposible retornar. Eso aumenta las cifras totales”, dice. En el mundo hay ya unos 33,3 millones de desplazados —se quedan dentro de las fronteras de sus países— y 16,7 millones de refugiados —en otros Estados—. Estos últimos son 2,5 millones más que en 2012, un incremento que no se observaba, según la ONU, desde 1994, durante las guerras de los Balcanes y el genocidio de Ruanda,

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A finales de 2013 —fecha de los datos del informe—, más de 2,4 millones de refugiados eran sirios. Ahora superan los 3 millones. Son personas que buscan una escapatoria desesperada a una guerra que suma ya su tercer año. La encontraron fundamentalmente en los países de su región, como Líbano (más de un millón), Jordania o Turquía. Este último país acogía a finales del año pasado a más de 600.000 refugiados, según las estimaciones del Gobierno; los últimos datos de la ONU indican que ahora ampara a más de 800.000 sirios.

Por primera vez desde 1945 la ONU registra más de 50 millones de huidos

“En cinco años, Siria ha pasado de ser uno de los países del mundo que más refugiados acogía a ser el segundo mayor productor”, incide Ana López Fontal, experta del Consejo Europeo de Refugiados y Exiliados (ECRE por sus siglas en Inglés). “Hasta allí llegaban palestinos, afganos iraquíes, somalíes... Ahora son los sirios quienes abandonan sus casas forzosamente”, explica.

El ejemplo sirio sirve para radiografiar una realidad que se repite en el resto de países que viven situaciones de violencia. Sus ciudadanos buscan primero una solución dentro de sus propias fronteras —los desplazados internos—. Cuando la situación se deteriora, deciden abandonar también su país. Muchos tardan años en volver a sus lugares de nacimiento. Algunos quizá no lleguen a hacerlo nunca. El 50% de los refugiados lleva ya al menos cinco años instalado en otro país, según ACNUR. Son los llamados “refugiados prolongados”. Como los más de 120.000 birmanos de etnia karen que llevan 20 años en campos de refugiados en la frontera con Tailandia.

Pero los grupos más numerosos de refugiados proceden de Afganistán. De ese país, que sufre la presión de los grupos talibanes y donde aún hay destacadas tropas estadounidenses, han salido al menos 2,5 millones de personas en los últimos años. Muchos de ellos hacia Pakistán o Irán. “Ese país no vive oficialmente una guerra, pero desde luego no hay paz”, abunda Andreas Kamm. A este experto le preocupa mucho la situación de Irak, donde en las últimas semanas la ofensiva de los grupos yihadistas está provocando decenas de miles de desplazados. El danés destaca que las cifras de personas que abandonan forzosamente sus casas seguirán engordando si la comunidad internacional no emprende medidas para apoyar la estabilidad en los países afectados por la violencia.

“Los conflictos se multiplican de forma creciente”, recalcó el alto comisionado de la ONU en la presentación del informe en Líbano —se hizo público simultáneamente en otras muchas ciudades—. “Al mismo tiempo, parece que viejos conflictos no van a terminar nunca”, añadió Guterres.

El coste humanitario de los enfrentamientos, la violencia y la persecución se multiplica. Los presupuestos de cooperación internacional y ayuda exterior han caído en la mayoría de los países. Y la crisis dificulta no solo la acogida, sino también la vuelta. Durante el pasado año, 416.600 refugiados pudieron regresar a sus países de procedencia, una cifra sensiblemente inferior a los 526.000 que lo lograron en 2012

También se han ampliado las diferencias entre aquellos que acogen, destaca López Fontal. “Actualmente son los países en vías de desarrollo quienes reciben al 86% de los refugiados del mundo, el valor más alto en los últimos 10 años”, dice la experta. Los países más ricos han pasado en una década de recibir más del 30% a solo el 14%. De hecho, los Estados que más reciben son Pakistán, Irán, Líbano o Jordania.

La guerra siria y los conflictos en Sudán o República Democrática de Congo han variado también, por tanto, la radiografía de quienes buscan una solución permanente. En 2013, 1,1 millones de personas presentaron una solicitud de asilo; la mayoría de ellos (64.300), sirios. Esta es una opción de apoyo que, según Fontal y Kamm, deberían reforzar los países de acogida.

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Sobre la firma

María R. Sahuquillo
Es jefa de la delegación de Bruselas. Antes, en Moscú, desde donde se ocupó de Rusia, Ucrania, Bielorrusia y el resto del espacio post-soviético. Sigue pendiente de la guerra en Ucrania, que ha cubierto desde el inicio. Ha desarrollado casi toda su carrera en EL PAÍS. Además de temas internacionales está especializada en igualdad y sanidad.

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