El Gobierno de Ollanta Humala, atrapado en una crisis política
El presidente peruano suspende una visita oficial a Canadá para aclarar las acusaciones de corrupción contra la Policía Nacional
El presidente peruano Ollanta Humala tuvo que postergar su visita oficial a Canadá debido a la crisis política que comenzó la semana pasada al conocerse los vínculos actuales entre operadores del ex asesor de inteligencia Vladimiro Montesinos, policías, y funcionarios de su Gobierno. Aunque el mandatario intentó el lunes, durante una entrevista de una hora, convencer de que el episodio se trata solo de “prácticas corruptas” de “algunos malos elementos de la policía”, los indicios y documentos disponibles apuntan a un problema de dimensión mayor. Las secciones de opinión de los diarios, las llamadas de oyentes a las radios, y las reacciones en las redes sociales demuestran que los peruanos están insatisfechos con esa explicación. Y, para agravar el cuadro, el mandatario ha generado incomodidad en la Policía Nacional al colocar toda la responsabilidad en esa institución.
La semana pasada, medios de comunicación peruanos revelaron que la casa de Oscar López Meneses, un operador de Vladimiro Montesinos, el ex asesor de inteligencia del expresidente Alberto Fujimori, recibió protección policial durante 18 meses, con patrulleros y portatropas las 24 horas hasta el pasado miércoles. Cuatro jefes de policía distintos, incluido el exjefe de la Policía Nacional, Raúl Salazar, un cuestionado oficial, indicaron que se asignó ese resguardo porque fue solicitado para el jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas, el almirante José Cueto. Sin embargo, Cueto negó haber pedido dicha protección en esa dirección. El diario La República reveló el sábado que un contacto y primo de Oscar López Meneses, el coronel del Ejército Oswaldo Zapata, quien había circulado por varias áreas de su institución y probó ineficacia en una de ellas, fue trasladado al Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas por pedido de Adrián Villafuerte, asesor de seguridad del presidente Humala hasta el viernes pasado.
Zapata habría sido el infiltrado de López Meneses y la persona que desde el Comando Conjunto hizo las llamadas a los jefes de policía, tomando el nombre de Cueto. Uno de los números telefónicos desde el que se hicieron las coordinaciones para pedir el resguardo al domicilio de López Meneses, como si fuera para el Comando Conjunto, pertenece a un taxista que no ha podido ser ubicado.
El almirante Cueto rechazó que él haya estado involucrado en la orden de resguardo policial indebido y calificó de mentirosos a los oficiales de policía. Ello causó la reacción de Raúl Salazar, hoy oficial de policía en el retiro, quien dijo que Cueto hacía mal uso del uniforme por faltar a la verdad. Otros tres oficiales de policía en actividad tenían la misma versión.
El enfrentamiento verbal entre la cabeza de las Fuerzas Armadas y jerarcas de la policía se ha decantado ayer luego de las declaraciones del presidente, a favor de las Fuerzas Armadas. Hay que recordar que Humala llegó al grado de mayor del Ejército y que hasta el viernes, uno de sus hombres de mayor confianza desde la campaña electoral, era el coronel del Ejército en retiro, Adrián Villafuerte, ex edecán del general César Saucedo, quien estuvo preso por corrupción por cinco años hasta septiembre, y que fue también uno de los hombres de confianza de Montesinos.
El presidente Humala sostuvo en la entrevista del lunes que el resguardo policial irregular a López Meneses era solo para reforzar su imagen en una “red de tráfico de influencias”.
El jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas envió el lunes una carta a Pedro Cateriano, el ministro de Defensa –civil–, en la que indica que sus declaraciones tenían “como único objeto” salvaguardar su honorabilidad y la de su familia, y rechaza “que exista algún tipo de enfrentamiento entre estas importantes instituciones”, es decir, entre la Policía Nacional y los institutos armados. Ratificado en el cargo, ya que durante el fin de semana le pidieron su renuncia, Cueto ha sacado del Comando Conjunto al oficial Oswaldo Zapata. Cateriano no se ha pronunciado en estos seis días de crisis política pese a que el sector Defensa se ha visto comprometido en la cuestión.
La Fiscalía maneja como una de sus varias hipótesis de la investigación que la casa que recibió el irregular resguardo policial sirvió para reuniones secretas de Vladimiro Montesinos. El domingo, la Marina divulgó un comunicado –porque Montesinos está preso en la Base Naval del Callao, en Lima– para precisar que no es responsable de las salidas y entradas de los detenidos, sino que solo resguarda las instalaciones.
Los apristas y fujimoristas han aprovechando el momento para atacar al presidente y recuerdan las supuestas comunicaciones entre Montesinos y Humala en octubre de 2000, el mismo día que Montesinos se fugaba del país en el velero ‘Karisma’ y Humala realizaba un tardío levantamiento contra la dictadura en un cuartel del sur del país. El operador montesinista López Meneses ha declarado el domingo que conoce a Humala desde que éste era cadete.
La mañana del martes, ha juramentado como ministro de Interior, el abogado Walter Albán, quien llegó de Washington entrada la noche del lunes. Albán era el representante permanente de Perú ante la Organización de Estados Americanos (OEA) y fue defensor del Pueblo entre 2000 y 2005, y fue primer adjunto del Defensor desde 1996. El nuevo titular de Interior enfrenta una agenda delicada: el problema de la inseguridad ciudadana es la principal preocupación, según todas las encuestas de opinión, pero además, desde inicios del Gobierno de Humala los analistas indican que los ministros no son capaces de controlar los poderes paralelos al interior de la Policía Nacional.
El viaje presidencial a Canadá era de interés particular para ese país debido a que algunas de sus empresas mineras han tenido dificultades en Perú en el último año, una de ellas enfrenta la suspensión de una concesión –ubicada en la frontera con Bolivia- en el Poder Judicial. Aún Humala no ha agendado una nueva fecha: los problemas internos son prioridad y aún no es claro hasta dónde llegan los vínculos de López Meneses y Zapata en los poderes político y fáctico.
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