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“Snowden es a las comunicaciones oficiales lo que el 11-S fue a la seguridad”

El minsitro de Exteriores de Ecuador, Ricardo Patiño, describe un estado de cierta psicosis en las cancillerías tras el 'caso Snowden'

Pablo Ximénez de Sandoval
Entrevista a Ricardo Patiño, Ministro de Exteriores de Ecuador.
Entrevista a Ricardo Patiño, Ministro de Exteriores de Ecuador.claudio álvarez

Las revelaciones de Edward Snowden acerca del espionaje masivo del Estados Unidos sobre prácticamente todo el mundo ha trastocado la forma de trabajar de los Gobiernos. El canciller de Ecuador, Ricardo Patiño, describe un estado de cierta psicosis en el ambiente de las cancillerías. “Es una nueva cultura de la comunicación, así como el 11-S provocó una nueva cultura de la seguridad en el mundo impuesta por EE UU. Antes llamabas por teléfono a la secretaria y decías ‘recuérdame la contraseña del email’. Ahora nos han dicho que no lo hagamos. Ahora hay que hacer señales de humo, veámonos en un café, hemos vuelto a los tiempos antiguos. No te imaginas, yo a veces me siento verdaderamente incómodo. Hay cosas que tenemos que conversarlas en el parque para estar seguros de que no nos espían, quedar en algún rincón, dejar los teléfonos en otro sitio... Está pasando entre funcionarios de alto nivel en todos lados. Es una vergüenza”.

Patiño (Guayaquil, 1955) fue el primero en ofrecer asilo político al exanalista de la NSA nada más huir a Hong Kong. Después lo hicieron los demás países de la órbita bolivariana. Un alivio: “Lo agradecimos, porque con el asilo de Julian Assange ya tenemos bastante presión internacional”. Snowden se quedó atrapado en Rusia, donde ha estado esta semana el presidente ecuatoriano de visita. No se han interesado por verlo a él o a su entorno, asegura Patiño.

Mientras, el otro gran revelador de secretos, Julian Assange, fundador de Wikileaks, vive en la Embajada ecuatoriana en Londres desde junio de 2012. Ecuador, que ha concedido asilo político a Assange, intenta desde entonces que Reino Unido le conceda un salvoconducto que le permita viajar. “Estamos muy preocupados”, reconoce Patiño, por un caso e el que todos los actores parecen decididos a dejar que se haga crónico.

“Nos preocupa que Reino Unido quiera que envejezca en nuestra Embajada”, dice Patiño, para quien “el derecho internacional se está violando todos los días” mientras no se le dé salvoconducto. Según Patiño, el ministro de Exteriores británico, William Hague, se comprometió con él a crear una comisión para estudiar el caso, pero luego se retractó verbalmente. “Evidentemente hay alguna razón por la que no quieren hacerlo”. Ecuador también ha ofrecido a Suecia, el pais que reclama judicialmente a Assange en primer lugar, que le tome declaración en la Embajada. “No quieren hacerlo, cuando lo han hecho en muchos otros casos. Nos preocupa el nivel de discriminación” contra Assange.

Respecto a la situación en esa casa, asegura que han “puesto las condiciones para que en lo posible esté bien atendido y tenga una vida decorosa, digamos, dentro de lo que es estar entre cuatro paredes”. Ecuador, sin embargo, se muestra “por supuesto” dispuesto a mantener el pulso.

El canciller ecuatoriano llegó el viernes de madrugada a España dentro de la campaña internacional de su Gobierno para recabar apoyos sociales en el caso Chevron. La petrolera estadounidense fue condenada en un tribunal local de Ecuador a pagar una multa récord de 19.000 millones de dólares por daños ambientales. Chevron intenta que un tribunal de arbitraje de La Haya haga responsable al Estado ecuatoriano de esa indemnización, explica el canciller. Aunque el litigio aún puede ser largo, las primeras decisiones de ese tribunal están siendo favorables a la petrolera. Una derrota judicial que obligara a pagar esa cantidad “quebraría al Estado ecuatoriano”, advierte Patiño. “Nuestro presupuesto general son 30.000 millones”.

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El Gobierno del presidente Rafael Correa siempre ha hecho gala de su simpatía por los indígenas amazónicos que demandaron a Chevron. “El Gobierno nunca se involucró en el juicio. Es una demanda entre actores privados”, dice Patiño, quien más adelante en la entrevista llama a la petrolera “enemigo de nuestro Estado”. La actual contraofensiva del Gobierno, asegura, responde a “una campaña mundial de desprestigio” lanzada por Chevron.

El petróleo y la justicia internacional se combinan también en otro de los grandes frentes que tiene abiertos en política Exterior el Gobierno ecuatoriano. Ante la decisión de explotar los yacimientos petrolíferos de la reserva natural Yasuní ITT, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) les ha pedido explicaciones sobre los pueblos indígenas afectados. En la zona habitan pueblos no contactados. “Yo les he contestado por escrito hace un mes: por favor envíen una comunicación listando todas las ocasiones en que han pedido a los demás países de América explicaciones por explotar sus recursos naturales. No me han contestado, y tienen la obligación de hacerlo”. El enfrentamiento de Ecuador con la CIDH, sin llegar al extremo de abandonar su jurisdicción como Venezuela, viene de lejos.

En los últimos dos años, Ecuador se ha encontrado rodeado por una nueva realidad que avanza a una velocidad sorprendente. A su alrededor, Chile, Perú y Colombia, junto con México, han formado la Alianza del Pacífico, que presenta un éxito notable en la supresión de aranceles y libre tránsito de personas y mercancías. “No somos parte y no vamos a ser parte”, responde Patiño ante la mera especulación. “Esta alianza está planteando el libre comercio entre los países sin ningún tipo de restricciones. Nosotros no creemos en el libre comercio. Creemos en el comercio, pero no en el libre comercio tal como ellos lo plantean”.

Patiño rechaza que esta asociación sea buena en sí misma. “Ellos consideran que es bueno. Tienen derecho a pensarlo. Eso lo dirá la historia. México firmó hace 20 años el tratado de libre comercio con Estados Unidos creyendo que era el impulso para el desarrollo, para entrar en la OCDE. Tengo que ser delicado con el Gobierno hermano mexicano, pero habría que preguntarse si pasó eso, o ahora tiene que estar importando maíz”.

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Sobre la firma

Pablo Ximénez de Sandoval
Es editorialista de la sección de Opinión. Trabaja en EL PAÍS desde el año 2000 y ha desarrollado su carrera en Nacional e Internacional. En 2014, inauguró la corresponsalía en Los Ángeles, California, que ocupó hasta diciembre de 2020. Es de Madrid y es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense.

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