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Correa ignora a un grupo de mujeres de la Amazonía ecuatoriana

Las indígenas llegaron a Quito para presentar al presidente un plan de conservación medioambiental y se volvieron sin ser recibidas

Mujeres amazónicas se despiden de Quito.
Mujeres amazónicas se despiden de Quito.Edu León

Un grupo de indígenas amazónicas que permaneció en Quito desde el pasado 16 de octubre se marchó este miércoles a sus comunidades. Sus rostros, inconfundibles por las rayas de boas y tigres que se pintan cada vez que hacen una acción comunitaria, denotaban un dejo de desilusión, que algunas atribuyeron a la negativa del presidente Rafael Correa a recibirlas. “El presidente rechaza la voz de la mujer, yo me voy con un sentimiento muy triste”, dijo Ena Santi, una mujer kiwcha de 40 años.

El único mensaje que recibieron desde del Gobierno fue a través del Secretario Nacional de la Presidencia, Leonardo Berrezueta, quien las convidó a ir hasta la Amazonía norte para reunirse con el mandatario, aprovechando que este haría una visita oficial a Pañacocha, donde está la primera de las 200 ciudades del milenio que se levantarán en medio de la selva. Estas son complejos habitacionales, con todos los servicios básicos, que se financiarán con el 12% de las utilidades petroleras que recibe el país.

La invitación del Ejecutivo fue tomada como “una burla” por las mujeres amazónicas. Desplazarse a Pañacocha significaba recorrer 250 kilómetros más y ellas ya habían hecho los más de 220 kilómetros que separan a Quito de El Puyo, la ciudad de la Amazonía sur de donde partieron el 12 de octubre.

Las mujeres fueron desde la Amazonia sur a la capital para poder hablar con Correa

“Nos dimos cuenta que él no quiere saber nada de los indígenas", opinó Narcisa Gualinga, una mujer de 70 años, también de la nacionalidad kiwcha. A bordo de tres autobuses, estas mujeres, sus hijos y los hombres que las acompañaron iniciaron el camino de vuelta a sus hogares.

A algunas les tomará hasta tres días llegar a sus destinos, como a las mujeres záparas que viven en la frontera con Perú y que solo pueden acceder por canoa. Se llevaron con ellas los víveres y la ropa que algunas personas les donaron durante su estancia en el edificio de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie).

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Sin esta solidaridad habría sido imposible la subsistencia de estas mujeres que solo trajeron chicha de yuca y vinieron con ropa poco adecuada para el clima frío de la capital, que en estos días ofrece intensas lluvias durante el día y temperaturas menores a los diez grados por las noches.

“Hubo muchas mujeres y niños que se resfriaron, pero pronto los tratamos con medicina natural”, contó María Ushigua, de la comunidad zápara, que compartió uno de los remedios que usan en la selva. “Se les da jengibre y hojas de guayusa, como si fuera un té, tres días de tratamiento y les pasa la enfermedad”.

El plan de Yasuní ha avivado la polémica sobre las reservas naturales

La estancia de las mujeres en la capital se prolongó por la expectativa de que al menos la Asamblea Nacional las recibiera, pero este órgano legislativo solo permitió el acceso de una delegación. Entre esto y nada, las lideresas de la movilización aceptaron y llevaron al parlamento un documento de nueve páginas con la propuesta de crear una nueva categoría de conservación de la selva amazónica del Ecuador: la declaración del Kawsak Sacha (selva viviente), que toma en cuenta la filosofía y la cosmovisión de los pueblos originarios en cuanto a la interrelación ser humano-naturaleza.

La declaratoria de selva viva intenta proteger la zona centro y sur de la Amazonía ecuatoriana que está siendo presionada por la XI Ronda Petrolera, cuyo plazo de recepción de ofertas termina el 28 de noviembre, y que pretende concesionar 13 pozos petroleros. En el pedido que entregaron en la Asamblea también se aboga por la no explotación de los pozos petroleros del Yasuní, aunque sobre este territorio ya pesa la Declaratoria de Interés Nacional que dará paso a su explotación, a menos que se apruebe la consulta popular que promueven los ambientalistas y se imponga el criterio de no intervención en esta reserva de la biósfera.

Entre los argumentos que se esgrimieron en el documento están que las actividades extractivas están dirigidas a fragmentar a las comunidades, que intensifican problemas sociales, que destruyen las fuentes de agua, suelos, montañas, la biodiversidad de la fauna y flora.

Patricia Gualinga, representante del pueblo sarayaku, dijo que esperan una respuesta del Legislativo en los próximos 15 días y anunció que llevarán su lucha hasta las últimas consecuencias. “Si la decisión está tomada, me refiero al Gobierno, nuestra decisión también está tomada y vamos a defender nuestro espacio territorial. No hay vuelta atrás”, dice y advierte a las petroleras. “Les decimos a las empresas que no se metan a comprar bloques petroleros porque no van a poder explotar, será una vana inversión, tienen el riesgo de perder, la decisión está tomada y vamos a defender esos territorios”.

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