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El Asad recurre a bombas de vacío y de racimo contra los rebeldes

La jefa de la misión internacional le agradece a El Asad su colaboración al declarar sus arsenales El régimen sirio recurre también a bombas de racimo, prohibidas por 83 países

Ciudadanos en Alepo tratan de apagar un incendio provocado por un ataque el 20 de octubre.
Ciudadanos en Alepo tratan de apagar un incendio provocado por un ataque el 20 de octubre. KARAM AL-MASRI (AFP)

Mientras los inspectores internacionales alaban al régimen de Bachar el Asad por su disposición y transparencia en el proceso de desarme químico y este busca legitimar sus avances bélicos sobre el terreno en la conferencia política que debería tener lugar en Ginebra el mes que viene, la guerra con medios convencionales, la que se ha cobrado la vida de la inmensa mayoría de las 100.000 víctimas del conflicto, sigue su curso sin signos de distensión alguna. Más de 2.000 personas han fallecido desde el ataque con armas químicas en las afueras de Damasco del 21 de agosto. Y según los opositores y observadores internacionales, el régimen sólo ha intensificado su uso de armas altamente destructivas como misiles y bombas de fuel y de racimo.

Las armas químicas que está inspeccionado ahora el equipo conjunto de la Organización para la Prohibición de Armas Químicas (OPAQ) y Naciones Unidas sólo son responsables aproximadamente del 2% de las 100.000 bajas registradas en el conflicto desde marzo de 2011. La jefa de esa misión, Sigrid Kaag, dijo este martes que “el Gobierno de Siria ha cooperado de forma completa en el apoyo al trabajo inicial del equipo”, algo por lo que dio las gracias a Damasco. Hace dos semanas, la OPAQ recibió el premio Nobel de la Paz por sus “amplios esfuerzos para eliminar las armas químicas”. Lo cierto es que, según los opositores, son pocas las instancias en que el régimen ha recurrido a sus arsenales químicos e incontables los ataques con armas convencionales que han ocasionado gran daño a la población civil.

Según los Comités de Coordinación Local (CCL), desde el ataque con químicos de agosto el régimen ha empleado en al menos 16 jornadas diferentes bombas de fuel, que estallan primero en el aire, dispersando el combustible que transportan, para explotar una segunda vez esparciendo otra carga de explosivos sobre su objetivo. La organización Human Rights Watch (HRW) informó del uso de esas armas el 29 de septiembre contra una escuela secundaria en Raqqa, en zona rebelde, en un ataque al que le atribuyó al menos 14 fallecidos, en su mayoría estudiantes, además de 35 heridos. Este martes se emplearon de nuevo en Sfeira, en la localidad de Alepo.

“Mientras el mundo intenta controlar las armas químicas de Siria, las fuerzas gubernamentales siguen matando a civiles con otras armas poderosas”, según Priyanka Motaparthy, investigadora sobre derechos infantiles en Oriente Próximo de HRW. “Estos ataques les han costado sus vidas a muchos niños, y han enseñado al resto que se arriesgan a morir si acuden a la escuela”. Según los observadores internacionales, el absentismo escolar ha experimentado un dramático incremento en los últimos meses en las zonas controladas por los rebeldes a causa de ataques de este tipo.

Los opositores denuncian un uso similar de las bombas de racimo, un tipo de proyectil que antes de impactar libera una multitud de pequeños artefactos explosivos que quedan dispersados y pueden mantenerse activos durante décadas. Son responsables, según los activistas, de 100.000 muertes y mutilaciones en los pasados 45 años. Según la red observadora CCL se han empleado con profusión en las pasadas semanas y por última vez el lunes en la provincia de Hama. HRW identificó 152 ataques con ellas contra posiciones rebeldes entre julio de 2012 y junio de 2013. Siria no ha firmado el acuerdo para prohibir de su uso, ratificado por 83 países. Tampoco lo han hecho China, Rusia o Estados Unidos.

Este martes, en su reunión en Londres, el llamado Grupo de Amigos de Siria emitió un comunicado en el que exige “al régimen sirio que acabe con el cerco de áreas urbanas y el ataque indiscriminado contra civiles, particularmente con bombardeos aéreos y el uso de misiles balísticos, bombas de racimo y contenedores explosivos”. El régimen mantiene además el asedio de la localidad de Muadamia, en las afueras de Damasco, controlada en gran parte por los rebeldes y donde, según las organizaciones internacionales han quedado atrapados unos 3.000 civiles que padecen una creciente escasez de bienes básicos y atención médica. La secretaria general adjunta de la ONU para Asuntos Humanitarios, Valérie Amos, ha pedido un alto el fuego en la zona para evitar una crisis humanitaria.

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