Merkel promete ayuda a las familias e infraestructuras para ganar votos
La canciller alemana dice que no subirá los impuestos al presentar el programa electoral de la CDU
La canciller alemana Angela Merkel presentó ayer el programa electoral democristiano para las generales de septiembre, que incluye ayudas fiscales a las familias y un aumento del gasto en infraestructuras durante la próxima legislatura. La presidenta de la Unión Demócrata Cristiana (CDU) ha impuesto su criterio en el generoso apartado social del programa, que promete la introducción de salarios mínimos por sectores y un freno a los alquileres en las grandes ciudades con escasez de vivienda. Las 127 páginas redactadas por la CDU y su partido hermano bávaro, la CSU, aspiran a ocupar todo el centro político ante una campaña que se presenta sosegada y muy favorable a Merkel, que quiere liderar por tercera vez el Gobierno de la primera economía europea. Promete para ello que no subirá los impuestos pese a los gastos adicionales que acarreará su programa. Merkel aprovechó el acto de presentación ante más de 600 delegados de CDU y CSU para pedir a los socios europeos afectados por la crisis que “no miren donde está la próxima olla de dinero” —es decir, a Alemania— antes de emprender reformas internas.
Si Merkel gana las elecciones del 22 de septiembre, promete invertir 25.000 millones de euros en carreteras federales, un 25% más de lo previsto hasta ahora. Las mujeres que dejaron de cotizar a la seguridad social para cuidar a sus hijos verán mejoradas sus pensiones a partir de 2014. Esta medida costará, según diversos cálculos, unos 6.500 millones de euros. Además, Merkel introducirá una nueva figura fiscal para que las familias con hijos disfruten de mayores desgravaciones en el IRPF. Las subvenciones directas por cada hijo también subirán, aunque el programa no detalla cuánto. El presidente de Los Verdes, Cem Özdemir, cifró en 30.000 millones de euros el costo final del programa democristiano. Algunos medios hablan de 28.500 millones de euros.
De ponerse en práctica, estas promesas electorales equivaldrían a un programa discreto de estímulo económico. El consiguiente aumento de las inversiones y de la demanda interna podrían impulsar de forma indirecta pero efectiva las economías de la eurozona. La presentación del programa democristiano se celebró en un antiguo taller de escenarios teatrales, circunstancia que dio mucho juego a los comentaristas políticos que querían destacar sus partes menos creíbles. Aspira la CDU a fortalecer la economía y a invertir en infraestructuras sin contraer más deuda, a acabar con la crisis europea sin poner más dinero o aflojar la horma de austeridad que aprieta a los socios de la Eurozona y a mejorar las prestaciones sociales en Alemania sin subir los impuestos. La oposición criticó inmediatamente estos equilibrismos. Los líderes socialdemócratas los tachan de “fraude electoral premeditado”. Cabe preguntarse además en qué consistirá la “reestructuración de los presupuestos” que, según escriben CDU y CSU, concederá a Merkel el “margen de maniobra” necesario para aumentar los gastos sociales y, a la vez, reducir el déficit hasta eliminarlo completamente en 2015.
Esta será, según la canciller, la prioridad del Gobierno una vez lograda una coalición de centroderecha con el Partido Liberal Democrático (FDP) igual a la que preside desde 2009. La tercera prioridad de su partido es, dice, “el pleno empleo”.
Pese a su más que cómoda ventaja sobre el primer partido de la oposición, el socialdemócrata SPD, Merkel habló en Berlín de las elecciones de septiembre como “decisivas para el rumbo del país”. Se decidirá, aseguró, entre la “continuación de los éxitos de CDU/CSU o la caída” en un tripartito entre el SPD, Los Verdes y el partido La Izquierda (Die Linke). Ni el SPD ni Los Verdes hablan de pactar con Die Linke, pero el espantajo de un improbable frente de izquierda resulta vistoso en la campaña. El programa electoral democristiano también acusa al SPD de abogar por la emisión de deuda conjunta europea, los llamados eurobonos. No es cierto.
Los líderes democristianos acudieron en masa al acto de ayer, cuya resonancia quedó un tanto disminuida por la inusitada expectación que causó en toda Alemania la llegada de Pep Guardiola al banquillo del Bayern de Múnich. Un bávaro, el primer ministro regional y líder de la CSU Horst Seehofer, fue el encargado de levantar el entusiasmo electoral del público en el segundo acto más mediático del día. Se llevó más aplausos que Merkel.
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