Ni Grexit ni Grecovery
Seis años después del inicio de la crisis en Grecia el empuje de las protestas ha decaído El Gobierno asegura que la situación mejora pero la desesperanza cunde entre la gente
Cuando los guionistas quieren cambiar el curso de una historia usan lo que se llama una vuelta de tuerca. A esto se está dedicando el Gobierno griego en las últimas semanas: encontrar el punto de giro en el relato de la crisis. “Nadie ya habla de Grexit sino de Grecovery”, declaró el primer ministro Antonis Samarás el pasado jueves en Helsinki tras una reunión con su homólogo finlandés. Un eficaz lema para el mensaje que el Ejecutivo ha empezado a vender desde hace meses, primero con cautela y ahora con más decisión: el riesgo de salida de Grecia de la eurozona ha pasado, y ha llegado la hora de la recuperación. Los recientes datos sobre la mejora del sentimiento económico, la decisión de Fitch de elevar en un escalón la calificación de la deuda, la tregua que los mercados están dando argumentos para empezar a escribir la “historia de un éxito”, como el mismo Samarás dijo en su reciente visita oficial a China. Pero el “punto de giro” decidido por el Ejecutivo no encaja en el guion del día a día de la vida de los griegos.
“¿Qué si dicen que las cosas van mejor? Mi cartera está ahora tan vacía como lo estaba hace seis meses”, comenta Iliria, una diseñadora gráfica de 36 años. Trabaja como autónoma. “Trabajo, sí, pero el dinero no llega”, decía desconsolada mientras miraba hacía la plaza de Syntagma, semivacía en el día de la convocatoria de movilización europea contra la troika hace una semana. “¿Dónde está la gente? ¿Qué nos queda si no protestamos?”, repetía, mientras dos de los pocos manifestantes intentaban poner entre dos árboles una pancarta con el lema “Los pueblos unidos contra la troika”.
La plaza vacía no es un síntoma de optimismo. Seis años después del comienzo de la gran crisis, si las manifestaciones no son ya tan masivas es porque el cansancio de tres años de austeridad sin descanso ha podido también con el empuje de las convocatorias. Las protestas de varios colectivos afectados por los recortes siguen siendo casi diarias, pero de menor intensidad.
“La razón de que haya menos gente en las manifestaciones es que uno protesta cuando tiene una esperanza, cuando cree que las cosas se pueden cambiar”, comenta Dimistris Cristopoulos, profesor de Ciencia Política en la Universidad Panteion de Atenas
“Haría falta hablar durante horas de por qué la gente no sale a la calle”, reconocía Alex, uno de los pocos que acudieron a la protesta paneuropea. “Pero igual es también porque la gente está harta de tantas protestas y muchos ya se centran solo en cómo seguir adelante con sus vidas”, añadía este ingeniero que en 2010 decidió volver a Grecia desde Dinamarca, donde trabajaba tras acabar su posgrado. Ha empezado a trabajar por cuenta propia aunque dice que los encargos escasean.
“La razón de que haya menos gente en las manifestaciones es que uno protesta cuando tiene una esperanza, cuando cree que las cosas se pueden cambiar”, comenta Dimistris Cristopoulos, profesor de Ciencia Política en la Universidad Panteion de Atenas. “En los últimos meses, desde los centros de decisión política se está intentando vender la historia de que lo estamos haciendo bien. Hay que hacerse tres preguntas: ¿Es verdad? ¿Es solo una estrategia de comunicación? ¿Está funcionando esta estrategia? La primera respuesta es no, no es verdad. La segunda es sí, es una estrategia de comunicación porque es necesario que se comprenda que este violento experimento hecho con Grecia está funcionando. Y tercero, sí, la comunicación está funcionando. Porque aunque la situación sea peor que hace dos años lo que hay ahora es una derrota social, la resignación ante lo que pasa”.
Pero para Samarás —que el martes volverá a verse en Atenas con los jefes de la troika de los acreedores internacionales cuando aún no han amainado las polémicas por el informe del FMI reconoce errores en el primer rescate a Grecia de 2010— hay otros motivos de optimismo. Las encuestas vuelven a dar su partido en primera posición antes del izquierdista Syriza. “Nueva Democracia está ganando otra vez porque la idea de que estamos yendo a mejor es una idea en la que la gente quiere creer. Sabe que no es así pero necesita creerlo. La otra parte de la historia es la inmadurez de la izquierda”, opina Cristopoulos.
“Las cosas están mejor que hace un año porque por lo menos ahora tenemos un Gobierno que hace algo”, decía Skikos a pesar de que su salario ha pasado de 1.400 a 1.000 euros.
Otro de los argumentos es que ahora hay algo de estabilidad política. El mismo que esgrimía Nikos Skikos, profesor de informática: “Las cosas están mejor que hace un año porque por lo menos ahora tenemos un Gobierno que hace algo”, decía Skikos a pesar de que su salario ha pasado de 1.400 a 1.000 euros.
“La psicología es un elemento importante y el Gobierno lo está utilizando. Los empresarios son más optimistas porque ven algún indicio de estabilidad política. Se siente algo de alivio. Pero no porque las ventas han aumentado sino porque caen más lentamente", comenta el analista económico Dimitris Kontogiannis. “El éxito se está midiendo por el hecho de que los datos de la reducción del déficit, desde el punto de vista del Gobierno y de la troika, es exitosa. Pero la economía real habla aún de miseria. Los números suelen mejorar antes de tener efecto en las vidas de las personas. Éxito y miseria pueden seguir conviviendo aún durante otro año o más”. Al menos hasta cuando en el escenario real de esta historia no se deje de tener, como ahora, el 27% de paro.
En uno de los muros de Atenas, en los que en estos tres años se ha vertido la rabia de una juventud que se ha visto de repente sin futuro, alguien dejó escrito “¿Dónde está mi rescate?”. Palabras incómodas, que sobran en el nuevo guion.
Un informe que da aliento al Gobierno de Samarás
Los jefes de la troika vuelven a Atenas en plena tormenta desencadenada tras un informe del Fondo Monetario Internacional sobre el primer rescate a Grecia (2010), en el que admitía que se subestimó el impacto de las medidas de austeridad. Unas conclusiones que el ministro de Finanzas, Yannis Stournaras, acogió con satisfacción diciendo que el documento podía ayudar a Grecia, y subrayando que el FMI no veía necesarios nuevos ajustes para el bienio 2013-2014.
“Es difícil saber cómo el informe encajará en este nuevo relato de la historia de éxito griego”, comenta Nick Malkoutzis, directivo del diario Kathimerini. Para el Ejecutivo griego el informe es al mismo tiempo un riesgo y una oportunidad, según Malkoutzis. “Yo creo que puede crear problemas al Gobierno porque mucho de lo que dice el FMI justifica las críticas que Samarás hacia cuando estaba en la oposición. Y le hace más difícil la tarea de defender su giro de 180 grados cuando se convirtió en primer ministro. Da también municiones a la oposición, aunque no estoy seguro de que sepan cómo usarlas correctamente”. “Pero el Gobierno”, agregó, “podría hacer que el informe juegue a su favor para reforzar su poder de negociación para garantizarse una nueva reducción de la deuda, esta vez para el sector público”, tras la quita de la deuda en manos a los inversores privados, decidida en 2012.
Por otra parte, en las negociaciones vuelven a estar sobre la mesa los despidos de funcionarios que el Gobierno ha pactado con la troika y que el Parlamento aprobó en abril (15.000 hasta final de 2014, con un primer grupo de 2.000 antes de finales de junio y otros 2.000 de aquí a diciembre). El Ejecutivo busca aplazarlos para evitar recalentar la calle en víspera de un verano en el que se espera que el fuerte repunte del turismo previsto por las asociaciones de sector aporte aliento a la maltrecha economía del país.
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