González y Delors abogan por dar más poder y soberanía a Europa
El expresidente del Gobierno y el expresidente de la Comisión Europea han debatido hoy ideas para sacar a Europa de la parálisis
La crisis económica que atraviesa Europa ha puesto de manifiesto las graves insuficiencias del modelo comunitario. Sin tiempo ni ganas para cambiar los tratados, como quiere Alemania, queda actuar con rapidez y decisión, cosa a la que Berlín, y muchas veces también París, parece mucho más reacia. Hoy, el expresidente del Gobierno español Felipe González, y el de la Comisión Europea, Jacques Delors, dos ilustres constructores del europeísmo que no cejan en su compromiso y ya no se callan las verdades del barquero, volvieron a aportar ideas para sacar a Europa del entumecimiento, con una brecha cada vez mayor entre norte y sur, un paro vergonzoso que suma ya 26,5 millones de víctimas, una recesión pertinaz y el consiguiente auge de los populismos y la eurohostilidad.
Según coincidieron los dos mandatarios, la salida de la crisis no debe fundarse solo por el crecimiento, aunque este sea fundamental, sino sobre todo por conceder más poder a las instituciones de la UE. “Tenemos que reindustrializar Europa y ver que soberanía cedemos y qué pueden hacer los Estados y las regiones. Nos hace falta una economía competitiva y sostenible desde el punto de vista ecológico y con un contenido social, y eso hay que hacerlo a través de un gran diálogo social”, declaró González.
El exlíder socialista, que ha sido uno de los grandes impulsores del plan de empleo juvenil, en colaboración con la exministra de Fomento Magdalena Álvarez, que hoy es vicepresidenta del Banco Europeo de Inversiones, apuntó a otro problema de Bruselas: la distancia que separa a sus instituciones de sus ciudadanos. “Todo lo que se explica a los ciudadanos son las demandas y la confianza del mercado, pero el mercado no se presenta a las elecciones. Nos hace falta un Gobierno económico para Europa con una legitimidad democrática”, dijo.
Delors apoyó también esa propuesta, que defiende el presidente francés, François Hollande, y señaló la ceguera de la nueva religión: la competitividad: “Ahora todo lo que queremos es crecimiento y punto. Para Europa y para Francia el tema número uno es la competitividad, pero ¿por qué camino?”, se preguntó Delors.
Por la mañana, el ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, prefirió no hablar de medidas concretas, y durante su breve intervención expandió en su estupendo francés el credo berlinés. “Europa necesita reformas estructurales para que sus economías sean innovadoras. Eso es fundamental. Si pensamos solo en el corto plazo, nos equivocaremos, y Europa no podrá competir en un mundo globalizado”. Y añadió: “Necesitamos una Europa fuerte; reformar las estructuras para poder competir”.
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