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Londres apela al bolsillo de Escocia

El Gobierno de Cameron advierte a los escoceses del riesgo de que su sistema bancario quede dominado por solo dos grandes entidades tras la independencia

Partidarios de la independencia se manifiestan en Edimburgo (Escocia) en septiembre pasado.
Partidarios de la independencia se manifiestan en Edimburgo (Escocia) en septiembre pasado. david moir (REUTERS)

Los Gobiernos de Londres y Madrid afrontan desafíos similares: evitar que Escocia por un lado y Cataluña por otro abracen la independencia. Si el objetivo es el mismo, la unidad nacional, los métodos son completamente opuestos. Mientras Madrid intenta impedir que los catalanes expresen su opinión en un referéndum y opta por la confrontación política con los independentistas, Londres ha aceptado celebrar esa consulta y en lugar de enfrentarse a los políticos independentistas lleva meses intentando convencer a los votantes escoceses de que estarán mejor si se quedan en Reino Unido. Y la manera de convencerles es intentando probar con información que eso es así. Y ponen como ejemplo el peligro de que sus finanzas estén a merced de dos bancos enormes.

El Gobierno británico ni es ni pretende ser neutral en el referéndum escocés, previsto para el 18 de septiembre de 2014. Varios ministerios están trabajando de forma conjunta en la publicación de informes sobre las consecuencias de la ruptura de Reino Unido. Un goteo lento pero persistente que empezó en febrero con un primer análisis sobre las implicaciones de la independencia que concluía que una Escocia independiente sería un Estado de nueva planta mientras que el resto del país sería el continuador del actual Reino Unido, por lo que Escocia se quedaría fuera de la UE y debería pedir el acceso de nuevo.

El Tesoro británico no ve claro que la libra siga circulando en vez del euro

El informe publicado en abril por el Tesoro sobre las consecuencias monetarias de la independencia adoptó la sibilina fórmula de concluir que “sería entrar en territorio desconocido” y que la “racionalidad económica” de la opción preferida por los independentistas de mantener en principio la libra esterlina en lugar de adoptar el euro “no está clara”. Aunque no lo decía de forma tajante, el Tesoro venía a decir que los escoceses no tendrían más remedio que adoptar el euro si una Escocia independiente seguía de una forma u otra formando parte de la UE, una alternativa que en estos momentos no parece muy apetitosa dadas las dificultades por las que atraviesa la moneda única europea. Algunos comentaristas criticaron al Gobierno porque el informe fue presentado por el titular del Tesoro y canciller del Exchequer, George Osborne, un político conservador con muy mala imagen en Escocia.

El tercer informe, hecho público este lunes en Edimburgo por el ministro británico para Escocia, el escocés y liberal-demócrata Michael Moore, se concentra en los servicios financieros y bancarios y advierte que los escoceses tendrían “dificultades significativas” para proteger a sus ahorradores.

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El informe del Tesoro británico explica que el sistema bancario escocés estaría dominado por dos grandes bancos, el Bank of Scotland y el Royal Bank of Scotland (RBS). Y recuerda que durante la crisis financiera el Tesoro británico inyectó en el RBS 45.000 millones de libras (53.000 millones de euros) en forma de capital y otros 275.000 millones (325.000 millones de euros) en forma de garantías. En total, una cantidad equivalente al 211% del PIB escocés en 2008.

Mientras Reino Unido tiene un tamaño capaz de afrontar una crisis financiera como la de aquellos años, “el sector financiero de tamaño excepcionalmente grande y altamente concentrado de una Escocia independiente probablemente incrementaría los riesgos de los servicios financieros para los mercados, las empresas y los consumidores”.

En consecuencia, opina el Tesoro británico, Escocia tiene dos opciones: dejar las cosas como están, lo que podría suscitar interrogantes sobre su estabilidad financiera, o que las grandes firmas se diversifiquen o se reestructuren de forma que sus sedes dejen de estar en Escocia, lo cual “podría socavar el actual estatus de Escocia como un importante centro financiero”.

El voto secesionista se ha doblado en solo cuatro meses entre los jóvenes

Es todavía pronto para conocer el impacto que están teniendo en la opinión pública escocesa los informes del Gobierno británico, que se agrupan en tres bloques: “la posición de Reino Unido en el mundo”, “la protección de nuestros ciudadanos” y “los beneficios económicos de Reino Unido”.

Las encuestas son claramente contrarias a la independencia, pero reflejan también una importante volatilidad. En enero de 2012, el 39% de los encuestados estaban a favor de la independencia. Ese apoyo cayó al 30% en octubre, cuando el primer ministro británico, David Cameron, y el ministro principal escocés, Alex Salmond, acordaron que el referéndum sería vinculante y se celebraría en 2014. Pero en febrero repuntó al 34%. Y, quizás muy significativo, el voto independentista entre los jóvenes de 18 a 24 años se ha disparado desde el 27% en octubre al 58% en febrero. En la consulta podrán votar los mayores de 16 años.

El ex primer ministro canadiense Jean Chrétien, de visita en Londres días atrás, ha alertado sobre la posibilidad de una victoria independentista debido a que no necesitan una mayoría cualificada para ganar. Chrétien gobernaba Canadá cuando los independentistas de Québec perdieron por los pelos el referéndum de 1995, lo que le llevó a modificar la ley y exigir una “mayoría clara” para aceptar en el futuro una victoria independentista en otro referéndum. Las encuestas estaban entonces más o menos como están ahora en Escocia, con un 55% a favor de la unión, un 34% en contra y un 21% de indecisos.

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