Silicon Valley invierte en la reforma migratoria
La industria tecnológica de California alega que algunos de los trabajos mejores pagados están vacantes por falta de profesionales
Un ejército de casi 700 grupos de presión -lobbies- trabajan en Washington desde que Obama llegó a la Casa Blanca para promover numerosas leyes de inmigración. Son centenares de personas y empresas que este verano pueden ver consolidado un esfuerzo millonario con la aprobación de la reforma migratoria. Entre ellos se encuentran desde pequeñas organizaciones hasta otros tan influyentes como Bill Gates, creador de Microsoft, y Mark Zuckerberg, fundador de Facebook y de FDW.us, uno de los lobbies que presionan para que la reforma facilite la contratación de extranjeros en Estados Unidos.
“La falta de profesionales especializados en ciencias, matemáticas y tecnología constituye un problema para la industria de Internet desde hace una década”, reconoce Michael Beckerman, presidente del lobby Internet Association, representante de 14 gigantes de Internet, entre las que se encuentran LinkedIn, Amazon o Google. Beckerman lamenta que el número de visados para trabajadores extranjeros no haya aumentado desde 2004, coincidiendo con la década en la que más se han desarrollado las empresas del sector.
Silicon Valley, el pulmón tecnológico de California, había permanecido al margen de la política hasta hace pocos años. Pero sin capacidad de influencia en Washington y sin la presión de los lobbies no se ganan las batallas. Su próxima cuenta de resultados también depende de las decisiones políticas. Según la Fundación Sunlight, más de 3.000 profesionales de estos grupos de presión han trabajado en Washington en los últimos cinco años a favor de diversas leyes de inmigración.
La llegada de Gates y Zuckerberg se han sumado a la iniciativa, en una muestra el alto interés del sector tecnológico en una legislación que ha esperado durante décadas hasta presentarse el momento oportuno. Se han sumado a la idea del presidente Obama, quien ha defendido en varias ocasiones “grapar un visado” al título de graduado superior de todos los extranjeros que estudien en EE UU. En 2012, Google invirtió 18 millones de dólares en la promoción de este tipo de leyes. Facebook ya ha gastado cerca de 2,5 millones de dólares en los tres primeros meses de este año.
Me parece muy raro pensar que los americanos puedan estar rechazando estos empleos en un momento de crisis”
“Se ha demostrado que en este área las empresas tardan más tiempo en cubrir las vacantes, de ahí que muchos recurran a empleados extranjeros”, explica Jonathan Rothwell, coautor de un estudio del sector para la Institución Brookings. “Hay quien sugiere que son trabajos difíciles de vender pero la verdad es que no hay muchos americanos con las cuantificaciones que requieren”.
La carta de presentación de FWD.us es un alegato a las aportaciones de los inmigrantes a la economía estadounidense. Defienden “una reforma migratoria que permita contratar a las mentes más brillantes”. Internet Association también exige facilidades para retener y atraer a los mejores. “Queremos que los profesionales mejor cualificados puedan quedarse en Estados Unidos para contribuir no sólo a nuestra economía, sino también a la economía global”, defiende Beckerman.
Grupos de presión política, expertos y empresarios coinciden en que la lucha de este sector tiene en contra un sistema educativo que, a pesar de las iniciativas de la Casa Blanca, no promueve este tipo de titulaciones entre los estadounidenses -los estudiantes asiáticos copan los masters y postgrados en ciencias- y un sistema de inmigración que plaga de trabas la contratación de esos alumnos nada más graduarse.
La industria de Internet, dice Beckerman, “también necesita un sistema educativo que promueva los estudios científicos”. Desde FWD.us, creada hace poco más de un mes, los líderes de la comunidad tecnológica piden “promover políticas que mantengan la competitividad de EE UU”, tanto a través de la reforma migratoria como la del sistema de educación.
La propuesta del Senado contempla ampliar el número de visados para profesionales extranjeros de los 65.000 actuales a 110.000
“La mayoría de los profesores de las escuelas no tiene una de esta titulaciones, en comparación con las tasas de países como Corea del Sur, Japón o Finlandia”, dice Rothwell. “Aquí hay colegios excelentes, pero no todo el mundo puede acceder a ellos ni tener las mismas oportunidades, no hay incentivos para estudiar en este área”.
Wendy Spies, responsable de marketing y diseño creativo en start-ups como SharetheVisit y Counsyl en Palo Alto, comenta abiertamente que “nosotros contratamos a muchos trabajadores de fuera y muy pocos de aquí, dado lo caro que resulta”. Ése es el argumento de los detractores de esta propuesta: que la intención de las empresas es conseguir mano de obra barata.
Neil Ruiz, coautor del estudio de Brookings, lo rechaza. El experto explica que se trata de algunas de las titulaciones mejor pagadas en EE UU, con una media de entre 70.000 y 100.000 dólares anuales. “Me parece muy raro pensar que los americanos puedan estar rechazando estos empleos en un momento de crisis”, argumenta. El 30% de los extranjeros que trabajan en EE UU gracias a un visado H-1B cuenta con una titulación máster o postgrado en el área de ciencias, tecnología, ingeniería o matemáticas, el sector conocido como STEM, por sus siglas en inglés.
La estrategia de muchas de estas empresas ha sido recurrir a los visados H-1B, específicos para profesionales extranjeros, bajo un programa creado en los años 90. Pero el cupo de permisos se ha quedado corto. La propuesta del Senado para la reforma migratoria contempla ampliar el número de visados que EE UU concede al año para este tipo de trabajadores de los 65.000 actuales a 110.000. Pero el sector tecnológico tiene más vacantes que candidatos, sobre todo de ingenieros, por lo que exigen más visados para poder recurrir a profesionales fuera de sus fronteras.
Según Spies, la reforma migratoria va a ser positiva porque “introduce un cambio interesante, permitiendo que las compañías puedan retener a los trabajadores por un periodo de tiempo largo, en lugar de tener que patrocinar visados y ‘green cards’ que conllevan largos trámites y muchas veces atrapan a los trabajadores en empleos no muy bien remunerados”.
Aunque Silicon Valley reconoce que ciertas empresas han abusado de ese tipo de visados, argumentan que no es motivo suficiente como para imponer restricciones a todo el sector. La propuesta del Senado se ha hecho eco de estas demandas y ampliaría el número de visados, dependiendo de las necesidades del mercado y siempre y cuando no se discrimine a los trabajadores norteamericanos.
Si la ley migratoria logra salir adelante, el frente de batalla de Silicon Valley habría ganado. El juego estratégico de las compañías tecnológicas, que ya se han aprendido la lección de lo importante que resulta extender sus tentáculos hasta Washington mediante una fuerte inversión en lobbies saldría victorioso. Una estrategia que no entiende de colores políticos, sólo de resultados.
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