El Gobierno portugués mantiene la incógnita sobre dónde más recortará
El Ejecutivo necesita 800 millones para restituir unas pagas por orden del tribunal Constitucional
El Gobierno portugués avisa de que los recortes que se avecinan, que se plasmarán en un nuevo presupuesto —consecuencia del veto del Tribunal Constitucional a algunas importantes medidas de las cuentas vigentes— van a colocar a los servicios públicos “bajo presión”. Es una advertencia a una población aún no curada del todo de espanto tras dos años de oleadas crecientes de austeridad, que teme, y con razón, que la educación, la sanidad, los transportes o la justicia se deterioren aún más. Con todo, los portugueses se han quedado, de momento, presos de la incertidumbre, sin saber en qué áreas concretas de la Administración va a actuar la inminente tijera trasquiladora: el ministro de Presidencia, Luis Marques Medes, compareció este jueves para dar cuenta de las resoluciones de un esperadísimo Consejo de Ministros en el que, en teoría, se iba a dar cuenta de esas medidas. Pero no lo hizo. O lo hizo muy vagamente.
La expectación estaba justificada: el día antes, el miércoles, Lisboa se había convertido en un correcalles de entrevistas a tres bandas entre el primer ministro, Pedro Passos Coelho, y el secretario general del Partido Socialista, António José Seguro: entre este, por su parte, y la troika, y entre el primer ministro y sus ministros en una reunión maratoniana y extenuante que empezó a las tres de la tarde y terminó más allá de las doce. De hecho, dado lo inhóspito de la hora, la rueda de prensa se pospuso a la mañana siguiente.
Marques Medes aseguró este jueves que “todos los programas estatales” van a ser afectados por los recortes, encaminados a encontrar más de 800 millones de euros de los 1.300 millones que el Estado deberá emplear en pagar las pagas extras a funcionarios y pensionistas, retiradas en el presupuesto de 2013 y que van a ser restituidas tras el fallo del Constitucional.
El resto del agujero se tapará, entre otras medidas, con la rebaja (modificada, porque también era inconstitucional) del subsidio de desempleo y de enfermedad y con la renegociación de los convenios con empresas que explotan concesiones estatales. El regreso al bolsillo de las pagas extras no será automático, dado el estado famélico de las cuentas del Estado. La de Navidad se cobrará en noviembre y la de verano se hará a plazos, repartida en 12 meses.
Esto fue lo más preciso que el ciudadano portugués sacó en claro de la aguardada comparecencia del representante del Gobierno tras el, en teoría, crucial consejo de ministros. Es cierto que el ministro de Presidencia habló de rebajar la masa salarial de los funcionarios, de subir la edad de la jubilación, de despidos de personal de ministerios, pero sin matizar nada.
Fue más concreto hace unos días el mismo primer ministro, que en una carta a la troika prometió encontrar 600 millones en ahorros en distintos ministerios y otros 600 en ahorros en gasto social. De ahí que muchos analistas y expertos sospechen que el Gobierno, en aras de buscar un consenso amplio, se guarde ahora varias cartas en la manga a fin de comenzar a mostrárselas a los distintos grupos políticos y a los sindicatos. Una manera de mostrar y preguntar: ¿Qué preferís, que corte aquí o allí? La misma troika —y el presidente Aníbal Cavaco Silva— han insistido en que cierto consenso es vital para dar credibilidad en el exterior.
Tampoco hay mucho tiempo: el nuevo presupuesto deberá estar listo para su aprobación en el Parlamento portugués, donde la coalición gubernamental de centro derecha goza de mayoría absoluta- a mediados de mayo, con cada recorte en su asiento contable determinado, a fin de que la troika apruebe el envío de los 2.000 millones de la parte del préstamo correspondiente a abril-mayo y Europa conceda más tiempo para pagar este préstamo (que asciende en su totalidad a 78.000 millones de euros) a partir de 2014.
El consenso será difícil. Seguro, el líder socialista, siempre aquejado de falta de un apoyo unánime por parte de los suyos, ha endurecido últimamente (tal vez por esa razón) el tono, y el miércoles, después de reunirse con Passos Coelho y con la troika dejó claro que no deben contar ni con él ni con su grupo si el Gobierno sigue empeñado en aceptar la directriz de la austeridad como única salida del laberinto.
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