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Rajoy declinó una cita con el aspirante republicano

España teme que un éxito republicano refuerce a Merkel

Miguel González
El presidente español Mariano Rajoy (al centro) con Michelle y Barack Obama en septiembre de 2012.
El presidente español Mariano Rajoy (al centro) con Michelle y Barack Obama en septiembre de 2012.

Desde que, en 2005, Zapatero calificó de “fracaso” el resultado de Merkel en las urnas, que la convirtió en canciller de Alemania, cualquier presidente español se lo pensará dos veces antes de meterse en jardines electorales ajenos. Pero una cosa es que Rajoy evite inmiscuirse en la pugna por la Casa Blanca, para no salir trasquilado, y otra que los candidatos estadounidenses sean tan cuidadosos al hablar de España.

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El republicano Mitt Romney puso a España como modelo de desastre económico en su primer cara a cara con Obama. “No quiero seguir el camino de España”, advirtió. Y el candidato a la reelección sentenció el pasado domingo: “No podemos dejar que España se derrumbe”.

La secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, replicó a Romney que “España no está ardiendo por los cuatro costados”. Y Rajoy tuvo que salir al paso del catastrofismo de Obama: “No se va a producir nada de eso”. Mejor que no hablen de uno, ni siquiera para bien.

Si España se ha colado en la campaña estadounidense como nunca antes, la carrera entre Obama y Romney se sigue en los cuarteles generales de los partidos españoles como si el futuro del país estuviera en juego. Y en gran medida lo está.

Las dos principales fuerzas políticas, PP y PSOE, aseguran que el entramado de relaciones bilaterales es tan intenso que nada sustancial cambiará cualquiera que sea el resultado del 6 de noviembre. La prueba es que el Gobierno no ha esperado a saber qué color tendrá la nueva Administración para aprobar la a instalación en España del componente naval del escudo antimisiles. Si Obama gana, habrá cuatro destructores estadounidenses en Rota (Cádiz). Y si lo hace Romney, también.

Eso no quiere decir que socialistas y populares no tengan sus preferencias. Juan Moscoso, secretario para la UE en la Ejecutiva del PSOE, asegura que “una victoria de Obama sería mejor para las relaciones internacionales”, dada su apuesta por el diálogo multilateral. Sin olvidar que su política económica, su defensa de las minorías y los derechos civiles, su impulso a las energías renovables o su reforma sanitaria lo sitúan “muy cerca de la socialdemocracia europea”.

Si el PSOE apuesta por Obama, el PP debería hacerlo por Romney. A fin de cuentas, populares y republicanos comparten asiento en la Unión Internacional Demócrata (IDU). Pero José Ramón García-Hernández, secretario de Relaciones Internacionales del PP, se muestra equidistante: “Gane quien gane, tendrá un impacto positivo para las relaciones con España”. Moscoso estuvo en la convención demócrata, pero García-Hernández acudió a las de los dos partidos. Una vela para cada santo.

Sin embargo, un ministro confiesa que el Gobierna reza en silencio por la victoria de Obama, que en los últimos meses ha presionado a Merkel para que afloje la política de rigor que asfixia a la economía española. “Las recetas de Romney son Merkel al cuadrado”, advierte.

El expresidente Aznar se reunió con Romney en Boston en abril pasado. El equipo del candidato republicano sondeó a Rajoy para concertar una cita en julio en Londres. Rajoy declinó la invitación, alegando problemas de agenda, pero no parece que la foto le entusiasmara. Tampoco hubiera evitado sus palabras despectivas hacia España. Cameron recibió a Romney y tuvo que tragarse sus críticas a la organización de los Juegos Olímpicos.

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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.

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