España lidera la investigación para sacarle el jugo a la energía solar
La Universidad Politécnica de Madrid encabeza junto a instituos de Japón la carrera para potenciar el rendimiento de la energía fotovoltaica
Antonio Luque ha pasado casi la mitad de su vida pendiente del sol como si fuera un agricultor veterano. Fue pionero de la energía fotovoltaica en los años 70 del pasado siglo, cuando España se apuntó a la investigación del sector tras la crisis del petróleo de 1973. A sus 71 años, lidera con la Universidad Politécnica de Madrid un proyecto europeo de energía limpia con placas fotovoltaicas. Con un equipo de 300 personas repartidas en dos continentes, investiga las células que transforman la luz del sol en energía para potenciar su rendimiento. Y lo ve claro: “Si todo sale bien, crearemos una industria tan grande en volumen de negocio como la del automóvil”.
Cinco países de la UE (España, Reino Unido, Italia, Alemania y Francia) colaboran por primera vez con Japón en el proyecto Nueva Generación de Fotovoltaica de Concentración. Luque coordina la parte europea y el profesor Massafumi Yamaguchi, la japonesa. Forman uno de los dos bloques mundiales en la carrera por encontrar la clave de la alternativa energética del futuro. El otro gran equipo está en Estados Unidos. El más eficiente y rápido desarrollará primero la tecnología y con ella el negocio. A día de hoy, las células solares procesan de media cerca del 30% de los rayos que reciben. Su producción es cara y la alternativa pasa por sacarles más jugo. Combinadas con los espejos y lentes adecuadas, una parte en la que la Politécnica lleva la delantera respecto al resto del mundo, podrían conseguir multiplicar su absorción hasta el 45%. “Se trata de trabajar con lentes que permitan que la célula siga captando la misma energía con un tamaño hasta mil veces menor. Es lo que llamamos los mil soles, 1.000 veces la potencia que da el sol”, explica el ingeniero de Telecomunicaciones.
El Instituto de Energía Solar, que dirige Luque, está situado en un edificio de fachada oscura del campus de la Politécnica de Madrid. Tiene la azotea repleta de paneles con cristales y lentes que se mueven a lo largo del día como los girasoles para no perder un solo rayo. En su interior, repartidas en distintos laboratorios, están las obleas repletas de células y cables. En la cadena de producción en la que participan siete centros europeos y ocho japoneses, España encabeza el perfeccionamiento de las células con nanotecnología y Japón la creación de los módulos donde van incluidas.
El proyecto, cuya fecha límite es 2014, dispone de una inversión de 20 millones de euros. La Unión Europea y Japón aportan cinco millones cada una y el resto, las empresas interesadas. “La cantidad no está mal pero solo en Estados Unidos debe haber como 10 proyectos que manejan un montante similar”, se lamenta el investigador. La Politécnica es la universidad que recibe más dinero del programa marco de investigación europea en España, en un momento de preocupante caída de las ayudas públicas. La investigación científica y tecnológica sufrió a finales de 2011 un recorte de 600 millones de euros en subvenciones y préstamos, hasta quedarse en 8.600 millones. Las ayudas caen desde 2009.
Luque, que ya encabezó el proyecto previo Fullspectrum (entre 2003 y 2008, con financiación de 8,4 millones), destaca que hay que ser paciente en esta carrera. “Las industrias españolas se cansan enseguida y hace falta resistencia. Este negocio seguirá perdiendo dinero una década pero hay que estar ahí”. Y ahí es donde es clave el papel del socio japonés: “No investigan mejor, pero sí aguantan más”, sintetiza Luque. “Estudiar el fracaso requiere tiempo porque el proceso de pensamiento es muy lento”.
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