El Eurogrupo piensa en qué hacer si Grecia abandona el euro

Grecia, protagonista de la gran crisis que sacude a Europa y único país que corre peligro de salir del euro, figura en la cumbre de esta noche de los dirigentes europeos como un postre, al final de la cena y disfrazada bajo el eufemismo “recientes acontecimientos en la zona euro”. Sin embargo, los Gobiernos de los 17 países de la moneda única están pensando sobre qué hacer en el caso de que Atenas deje el club. La doctrina oficial insiste que todos los socios quieren la continuidad de Grecia, que el premio Nobel de Economía Christopher Pissarides ve hecha realidad con más de un 50% de probabilidades.

La semana pasada, el comisario Karel de Gucht reveló que las instituciones europeas analizan planes de contingencia sobre la eventual salida de Grecia del euro, aunque el extremo haya sido desmentido oficialmente por la Comisión Europea y el Banco Central Europeo. Ahora ha trascendido que el pasado lunes, el Grupo de Trabajo del Eurogrupo, un órgano técnico de los países que comparten la moneda única, abordó la cuestión.

En una teleconferencia se inquirió sobre si los distintos países estaban realizando preparativos. “No fue decirnos que nos preparáramos para ello, sino que pensáramos sobre ello”, señala una fuente diplomática. Para más adelante quedan hipotéticas coordinaciones de actuaciones.

François Hollande y Angela Merkel, que discrepan en otras cuestiones, coinciden en que Grecia debe seguir en la eurozona, recuerda otra fuente europea, “porque si sale todos tenemos una idea de lo que podría pasar hasta cierto punto, pero no más allá”. El ex primer ministros Lucas Papademos es más concreto. En una entrevista con The Wall Street Journal estima que el coste del abandono de Grecia oscilaría entre los 500.000 millones y un billón de euros por su impacto en los mercados, contagio transfronterizos y daño directo a la economía. La inflación podría dispararse entre el 30% y el 50%. “En conjunto la consecuencias económicas serían catastróficas”, apunta. “La implicaciones políticas y sociales negativas de la salida del euro sería profundas y duraderas”.

Herman Van Rompuy concluye su carta de invitación a los dirigentes europeos para este Consejo Europeo informal con estas palabras: “Para finalizar nuestra cena sugiero que discutamos sobre los recientes acontecimientos en la eurozona”, perífrasis que se resume en la palabra Grecia.

Si el club de los Diecisiete es cauto con respecto a Grecia, David Cameron, visceralmente escéptico con respecto a la moneda única, ha manifestado en la Cámara de los Comunes que los miembros de la Unión que comparten divisa deberían prepararse para la salida de Grecia, “con el refuerzo de los bancos, la protección de los sistemas fiscales y la adopción de medidas para evitar el contagio”.

El Nobel Pissarides mantiene que Grecia tiene más de un 50% de posibilidades de seguir en el club porque al final habrá una flexibilización de las condiciones exigidas a Atenas para efectuar sus pagos. Una fuente europea conocedora de la situación apunta que los países que ahora exigen el estricto cumplimiento del acuerdo entre Atenas y la UE podrían aceptar su relajación si la propuesta de reajuste llega por el procedimiento regular, a instancias de los técnicos, como ya ocurrió en su día con Portugal.